Comparto con ilusión, algunas fotografías de Óbidos, una ciudad medieval mágica, en la que tengo la suerte de residir este octubre gracias a Granada Ciudad de Literatura UNESCO. También os dejo un poema-boceto que intenta capturar algunos detalles de esta villa.
Paleta de colores que el tiempo desencaja.
Letras y más letras
teñidas de bermejo
que escalan desde el zócalo trazando
mensajes de pasión en las paredes.
Quizá la enredadera
invente un alfabeto en su ascensión.
La luz, alguna sombra, el musgo y el verdín
dibujan las palabras
de un tiempo que repite sus acordes.
La ciudad atesora
diferentes alturas
que casi se acomodan al sentir.
No escasea mi asombro.
Soy el ojo que indaga
cada rincón secreto.
No importa
adonde nos conduce esa escalera.
La sorpresa es el premio
aquello que la mente no vislumbra.
Me ciñe
un batallón de almenas.
Afuera los sembrados, la extensión.
Aquí, recogimiento.
Los lamparones blancos de las piedras
y las tejas de limo
y aquel remate azul de los portales
y el verde pertinaz de cada grieta
o el gris que nos encierra como madre
son para el blanco asombro de los ojos:
ardiente pentagrama.
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