sábado, 29 de abril de 2023

Para Rafael Guillén en su 90 cumpleaños

Hace poquito, un poeta que admiro muchísimo y que he tenido la suerte de conocer, Rafael Guillén, ha cumplido 90 años. Por eso, es una alegría poder sumarme a esta felicitación colectiva publicada en SecretOlivo. Gracias a Fernando Jaén y Javier Gilabert por esta iniciativa tan bonita. Os dejo con el pequeño texto que escribí, con el enlace a la revista, y con un poema de Rafael que es una joya.



"La obra poética de Rafael Guillén es muy importante para mí. Cuando llegué a Granada, Ángel Olgoso me recomendó leerlo y me regaló una antología de su obra; pudiendo disfrutar, además, su volumen de sonetos 'Pronuncio amor' que obsequió la Feria del Libro en el 2014. Quedé maravillada desde entonces con su riqueza lingüística, con su musicalidad, con su viveza a la hora de cantar al Albaicín y a otros enclaves de Granada. Comulgo con muchos de sus enfoques y con su visión creativa, también con su acercamiento lúdico y experimental a las palabras, como es el caso de 'Moheda'. Busco, como él, reflejar las texturas de la materia y de su degradación, rescatar términos con el sabor particular de un territorio, es decir, alumbrar poemas sensoriales que retornen a las esencias. En mi libro 'Jardín imposible' tensé esa cuerda del lenguaje e introduje vocablos con acento granadino como 'albercas', 'cauchiles', 'atanores' o 'buhonera'. Y, como él, soy de las que creen que la poesía nace del conocimiento y del asombro, o sea, de la lectura, el trabajo y la curiosidad. Ambos participamos de la concepción del viaje como asimilación y aprendizaje, y compartimos esa condición de viajeros (él estuvo en Chile, mi tierra natal, y me contó con su peculiar gracia los recuerdos de tal experiencia). En mi caso, destilé esta pulsión viajera en 'Marjales de interior' y, sobre todo, en 'Islario'.

Me siento honrada de haberlo conocido y de vivir en el mismo pueblo donde el poeta pasó parte de su infancia, esta tierra de la que Rafael contó: 'Mi infancia fue la guerra civil […] y el miedo nos llevó a vivir a La Zubia'. Soy afortunada de dar un taller de poesía en la biblioteca donde este gran creador tiene una cerámica conmemorativa, que reproduce parte del poema dedicado a La Zubia".


DESPUÉS DEL BAILE


A mí buscadme siempre

después del baile.

Cuando el salón vacío aún conserva

olor a carne perfumada, y gira

el recuerdo de una cintura airosa

sobre mesas y sillas en desorden.

Cuando el último ritmo aún perdura,

gratamente obsesivo, sin un cuerpo

en que posarse.

A mí buscadme siempre

aquí, después del baile. Ésta es la hora

de los que no llegaron a la festa.

Los enfundados, tristes, instrumentos

de la orquesta componen, en gris sucio,

el desolado dorso de la dicha.

Sobre este suelo ya es basura el vuelo

multicolor de los confeti, junto

al cigarro a medias apagado. Vasos,

botellas empezadas, restos

de esperanza inservible.

Entre este humo y soledad, aún queda

la vacía oquedad en donde hubo

una dura muchacha largamente

abrazada. Dios inventó esta fiesta

para darnos la dimensión exacta

de su silencio.

Éste es mi sitio. Aquí me encontraréis.

Aquí, en el centro de la pista, solo,

después del baile.

RAFAEL GUILLÉN


Reseña de "LLuvia ilesa", de Esther Veintimilla

Comparto mi reseña de "LLuvia ilesa", de Esther Veintimilla publicada en CaoCultura:





LLUVIA Y MEMORIA

Marina Tapia

Lluvia ilesa de Esther Veintimilla es un profundo y cuidado poemario que obtuvo el I Premio Internacional de Poesía Genialogías. Este recién estrenado galardón nace del deseo de la Asociación de mujeres poetas Genialogías de dar a conocer las voces de escritoras inéditas. El libro, que acaba de ver la luz, ha sido publicado con una bella y moderna factura por Ediciones Tigres de Papel, y está esperando la mirada atenta del público lector. De la obra ganadora destacaron “la reflexión y el crecimiento consciente de la voz poética, la elegancia de la sencillez, así como la delicadeza de una poesía que nombra y embellece el dolor”.

Lluvia ilesa refleja un movimiento íntimo: piezas que se acomodan, verdades que se asumen con calma y en diálogo con lo que se deja, o con aquello observado pero que guarda un mensaje que nos atañe. Esther nos dice: “Venera la extinción en la hoja:/ ella sola contiene la médula del frío,/ la sangre detenida/ de los comienzos”. Entre sus páginas hallaremos reposo y no inmediatez, remembranza y no proyecciones, reflexión sosegada y no pasión visceral. Nos identificaremos con esa actividad interna que realiza la poeta, con ese poner la vida en la balanza, acto necesario cuando se quiere dar un nuevo paso, cuando se necesita tomar una decisión o simplemente avanzar.

Alejandra Pizarnik, Chantal Maillard, José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, Olvido García Valdés o Ada Salas gravitan en el universo de las lecturas de la escritora, levantan esa cámara de ecos en su poética. Una poesía que dialoga con el hogar, con la infancia y, en especial, con la figura fundamental de la madre que arrulla y sostiene (“Todo fue en vano,/ madre./ No hay sutura/ que repare la extinción”). Poesía madura y contemplativa, voz de mujer anclada en los saberes de su cuerpo (“Y mi cuerpo/ amanece o anochece/ impuntual,/ al albur de una luz/ indecisa”).

El poemario está dividido en dos partes: “Caligrafía del vuelo” y “Esta luz infinita”. Cada sección aparece cohesionada con el hilo conductor de la lluvia: atravesando la memoria en la primera, y su fulgor asomándose como brote anunciador de un nuevo comienzo, en la segunda.

Leeremos poemas que escogen lo esencial para describir lo presenciado o lo experimentado, versos de una gran fuerza y que trascienden la mera descripción: “Una pluma ha caído:/fragmento/ de vuelo”, “La luz es un embrión/ desterrado en la nada”, “La semilla que aguarda/ el brote/ contiene ya/ el canto del pájaro”, “Y la luz se oxida en aquel farol./ Su mentira/ ya/ no puede/ sostener la noche”.

Pérdida-silencio-palabras-lluvia-luz son los ladrillos con los que la autora construye esta casa de poesía. Pero también: nido-grieta-sedimentos-derrumbe poblarán su orbe como “animales domésticos” que van acompañando la escritura. Esther escoge un universo de palabras precisas para, a partir de ellas, desarrollar el mayor número de posibilidades que reflejen las certezas y los hallazgos encontrados.

Y este transitar lleno de símbolos, belleza y profundidad llega a su fin con un poema −jaula abierta−, lleno de interrogantes que, de alguna forma, nos invita a no abandonar nuestra pasión por la lectura de poemas (“canto y luz”), pues en ellos también hallaremos esa guía para los caminos interiores, esa trascendencia anclada en lo cotidiano. Tal como dice Esther Veintinilla, “porque el camino es el canto del ave”: “Qué haremos con la luz / cuando el último pájaro / se marche. / No habrá jaula / que la retenga, / porque huye / como un cuerpo de agua / inocente y homicida. // Qué haremos sin la luz. / No hallará el camino de regreso / porque el camino es el canto del ave. / No hallaremos la esperanza / porque canto y luz incendian / el párpado, / su idólatra obstinación de madrugadas”.

No dejéis de leer este libro de una voz madura, que llega pisando fuerte.

Presentación de "Un unicornio fuera de su tapiz" en la feria del Libro de Granada

Comparto la presentación que escribí para Un unicornio fuera de su tapiz, de Ángel Olgoso (Editorial Entorno Gráfico), libro presentado el domingo 23, Día del Libro, en la Feria del Libro de Granada.


Mi intervención voy a dividirla esta vez en dos partes, una dirigida a Ángel, y otra al público presente.

En este mundo literario con frecuencia turbio y agotador, la presencia de una persona generosa como tú, que ayuda a los demás sin esperar nada a cambio me reconcilia con la realidad. Tu apoyo limpio a otros letraheridos, a escritores jóvenes que comienzan ilusionados su camino logra siempre cambiar mi enfoque, relativizar los sinsabores de ese mundillo en ocasiones oportunista. Intentamos huir del alboroto de los “nombres y contactos” pero no de la maravilla de la lectura, del oficio invisible de escribir a solas puliendo cada línea.

Cada día te observo con admiración y me siento privilegiada por compartir la vida con una persona tan fiel a sí misma. Tu entrega para conseguir la excelencia en el lenguaje escrito, tu pasión al leer y anotar en libretitas (con hermosa caligrafía de hormiga barroca) el extracto de lo leído, tus destilados de citas que entregas a los amigos en cuanto sabes que están trabajando en tal o cual composición. Esa forma de ser que tienes: idealista y quijotesca, impresionable como el Principito, honesta como Momo, entusiasta como cualquier personaje de Dickens, esa manera irrepetible es la que amo.

Un compromiso interno con las palabras y el lenguaje, a cualquiera que lo vea desde afuera, pudiera parecerle desmedido o innecesario. Hay no sólo gusto y placer en la lectura, late un reconocer quiénes somos, quiénes han sido los que nos precedieron, y la proyección de la especie de cara al futuro. Hay una búsqueda intensa y necesaria cada vez que se abre un libro. Ojalá más personas como tú tuvieran el mismo brío lector, y abordaran cada libro con ese afán de indagación y reflexión, de llegar a la interrogación máxima, al alma del autor y de la humanidad. Cuántas horas de apuntes y subrayados, de perseguir la belleza de nuestra lengua, de compilar y reordenar los mejores fragmentos para luego entregarlos como un nutritivo manjar a otros que se aventuran por estos mismos senderos.

Es curioso que yo vea en ti (aunque te parezca inaudito por tu timidez), una pulsión didáctica, un deseo interno de enseñar, de vincularte a los demás a través de la comunión del aprendizaje. No en vano algunos te llaman “maestro”. Aunque no des clases, eres un maestro de las palabras, del estilo, de los relatos. Para mí, el ser humano más auténtico es el que deja una estela positiva en sus coetáneos, el que contagia a otros el arte, la poesía, la sed de cultura o la trasmisión de valores. Y es hermoso ver llameando la sabiduría en personas que no pretenden ser ejemplo para nadie, que no ansían dirigir ningún barco intelectual, que parten su alma como un pan de miga blanca, abierto por su propia densidad. Soy cómplice y testigo de esta dulce apertura, olorosa y veraz, que llena nuestra casa de amigos que te buscan.

Cuando te conocí, vi en un rápido fogonazo tu persona: esa mezcla de arrojo y humildad, de saber abierto y ocultación me atrajeron. Recuerdo cómo iniciamos nuestra relación epistolar de miles de páginas, cómo empezamos a cazar detalles intrascendentes en apariencia para poder luego entregarlos al amado, para forjar con el otro una lectura más honda. Cómo las palabras más simples recuperaban su calidad de sagradas, o adquirían otro peso.

No deberíamos abandonar ese lazo feliz de los vocablos con el símbolo. El verbo de los enamorados consigue exaltar lo más sensorial del lenguaje, devolverle su prestancia mística y alegórica, hacer tornasolada una simple descripción, acentuar los brillos de lo cotidiano, dejar pistas para seguir un camino en medio del desorden de las circunstancias. Eso es lo que consigue el arrebato de la comunicación amorosa: aventar palabras moduladas con la urgencia de un niño que pide el mundo con su boca, que no acepta un “no” ni prohibiciones.

Dirigiendo mi vista atrás, hacia tanto amor y tantos paseos y trabajos compartidos, hacia tanta devoción mutua, renuevo lazos. Ojalá no muera nunca este diálogo, esta manera antigua de alcanzarnos con el lenguaje.

Gracias, Ángel por este largo tiempo juntos, por ayudarme a construir un hogar donde vivir al ritmo pausado y contemplativo de los que escriben y leen, de los que se demoran en las conversaciones, de los que gustan detenerse en los pequeños detalles propicios para desplegar las velas de la creación.

Gracias por ser esa persona que tanto me apoya, me acompaña y me vale de ejemplo, por no dudar de mi vocación, por confiar completamente en mí. En tu mirada y en tus palabras hay verdad, y a la vez vive en ellas una seguridad y un misterio, un creer sin concesiones en la precisión y el perfilado del lenguaje, en la decantación de los vocablos, en la belleza de una frase o de un verso, en la benevolencia de los seres humanos.

***

Qué poco se puede decir cuando se ha leído la elaborada y deslumbrante prosa de Ángel Olgoso, qué ínfimo el aporte que puedo donar cuando se está presentando un nuevo libro de este narrador que tiene la imaginación ardiente y el pelo y los ojos claros de sus antepasados gallegos. Pero, aun así, junto con cierta osadía y el infinito cariño que siento por el autor, voy a lanzarme a esbozar unas sentidas palabras que acerquen su trabajo a los aquí presentes.

Si abordamos cada acto diario como una posibilidad para ser creativos y para desarrollar nuestras habilidades, gozaremos de una doble riqueza. Si esta máxima la aplicamos no sólo a la hora de escribir poesía, relato o textos personales, sino que la desplegamos en textos más formales o teóricos, estaremos aprovechando la oportunidad de transformar en arte lo sencillo o utilitario. Todo lo que hacemos puede tener nuestra impronta, el sello de nuestros principios, todo puede valernos para rendir tributo a nuestra lengua, para afirmar nuestros compromisos, para ser originales. Este enfoque es el que desarrolla Ángel Olgoso. No existe en él un cambio de actitud al escribir, sea cual fuere el texto realizado, no hay una diferenciación. En cada escrito que alumbra su pluma está el mismo compromiso sagrado con la palabra, la misma entrega y su visión creativa.

En este libro tan exquisitamente editado por Entorno Gráfico, celebraremos sus bellísimos textos de la más variada índole: prólogos, artículos, entrevistas, presentaciones, reseñas, conferencias, cartas, prefacios para exposiciones, poemas, y otras muestras literarias de la voz única de Olgoso, desde el acento de un verdadero creador −disidente y a contracorriente− con el que Granada cuenta por fortuna.

Y también, a través de las 200 páginas de “Un unicornio fuera de su tapiz”, conoceremos más profundamente al humanista resguardado tras el escritor, sus predilecciones, sus gustos y afinidades, sus fidelidades, su trayectoria, sus deseos y proyecciones. Pero, sobre todo, tendremos en nuestras manos un original compendio de la vida cultural granadina, la efervescencia de una ciudad donde lo creativo cobra un peso único. Ángel no sólo introduce libros narrativos, campo ampliamente desarrollado por él, sino que su mirada y su generosidad se vuelcan con los más singulares proyectos (como una presentación de “relatos carcelarios”, un “patchwork” de palabras de consuelo para un amigo, una reivindicación de la retórica o la noticia de un ejemplar de haikus culinarios).

En todos los comentarios del autor encontraremos su marca indeleble, esa precisión en la artesanía verbal, elegida por él para manifestarse contra un mundo complaciente y amante del realismo burdo y plano. Por eso, agradecemos su rebeldía mediante el preciosismo estilístico, en una época donde la libertad al escoger vocablos inusuales o en desuso es casi un sacrilegio que recluye y aparta. No nos engañemos, la península ibérica sigue prefiriendo el realismo y las experiencias en crudo.

Leamos este libro para ser partícipes de un espíritu fiel a sí mismo, leamos este volumen atentos a su vocación comprometida con el lenguaje: nos exorcizará de la monotonía de la realidad; dará alas a las posibilidades del detalle, con su puntillismo narrativo nos sentiremos inflamados y agradeceremos el vuelo poético de su obra.

La defensa del relato, del fantástico, de la imaginación, de la Patafísica, del arte oriental, de la cultura, de la amistad, son algunos de los pilares que Olgoso levanta en esta segunda miscelánea suya (tras “Tenue armamento”, publicado por Alhulia en su colección Mirto Acadamia). Múltiples argumentos en favor de la excelencia compositiva, textos que nos valdrán para afirmar nuestro ideario, nuestro gusto por la lectura.

Pero no solo veremos el “yo” del autor, también su red de afectos, su calidez para con otros escritores a los que siempre ha brindado un apoyo desinteresado. Lo social también está muy presente en el volumen. Nos emocionará, por ejemplo, su artículo acerca de “Perlas de Indra” y la violencia contra la infancia en la India, así como la conmovedora evocación de Cúllar Vega, pueblo natal de Ángel.

“A lo fácil por lo difícil”, a modo de consigna patafísica, quedará resonando en la mente. Y, a pesar de la dimensión estética de sus letras, no nos toparemos con un libro denso: hay una pujanza de claridad, de comunicar con exactitud, de compartir con otros sus hallazgos. Nos saldrá al encuentro un despliegue de ideas frescas y tintineantes que nos transmitirán vitalidad y hondura. Quizá todos estos textos sean verdaderos ejercicios teóricos de la belleza.

Tal como nos recomienda el autor, “necesitamos la literatura y el arte para no asumir el mundo con la mirada de los demás”. Ese anhelo de dar una impronta única y reinventada a la realidad se lleva a cabo felizmente en este libro de Ángel Olgoso: ironía, finura, reflexión, humor, elegancia, emoción destilada y serena. Regalos inspiradores. No os perdáis la oportunidad de entrar en este vasto y maravilloso universo.

Reseña de "Islario" por Jimy Ruiz Vega

Muy agradecida y feliz por esta preciosa reseña que el crítico Jimy Ruiz Vega ha regalado a mi "Islario", publicada en su blog El Fescambre.



CARTOGRAFÍA GOZOSA


Jimy Ruiz Vega

El área geográfica que abarca Islario (Amargord, 2023) representa un mapa extenso en el que la poeta Marina Tapia (Valparaíso, Chile, 1975) convierte en ventanas y en cantos sus mudanzas, requiebros y memoria viva a través de un conjunto de poemas en los que se proyecta el misterio y el compás interior de islas, territorios y enclaves que le han propiciado una buena dosis de añoranza, emoción, amor o extrañeza a la hora de concebir su sentido y significado. En ese deambular de estar y encontrarse, arranca con una cita de Dionisia García para sopesar y ceñir el campo impredecible de la poesía: Incansable la vida. / Tanto mundo no cabe en el poema.
El libro en sí está concebido bajo la idea de que la poesía está en todas partes. Cada ruta, como dice en el primer poema, sugiere voces perdidas que reclaman el recuerdo vivo de una estancia. Bajo este sentir, de esclarecer lo vivido, entona en el siguiente: Debo sentir la tierra como un todo, / mirar a las ciudades desde el faro / sensible del asombro. Con sencillez y honestidad, Tapia busca explicarse a sí misma en su periplo creativo para tratar de comprender e interpretar sus remembranzas y asomos que, a modo de cuaderno de viaje, lo atraviesa: puertos, islas y parajes emotivos, como las Islas Canarias, la Playa de Vera, Setenil, Baeza, Granada o el mirador de Priego.

En la medida en que el libro nos lleva de un lugar a otro, la poeta confiere al contenido del poema un enfoque memorable, buscando transmitir que el sonido del mismo se convierta en la sede del tiempo en el poema, como telón de fondo: Pero nunca me alejo: / todo pueblo comienza a vivir / completamente en mí / cuando me marcho. Cada poema es un viaje, o el final de un viaje por el que entramos en otra noción del tiempo y, también, en otra manera de vivirlo. Así lo deja ver al final de uno de sus poemas más extensos y reveladores que tiene por escenario Fuente Vaqueros: Yo vine para ser / voluble como el sol sobre la fuente, / para dar lo que pide / cada hora del cielo, / cada verso en que estoy contenida.

En Islario hay toda una travesía en la que, como bien subraya Agustín Pérez Leal en el prólogo, se convierte en un viaje de la imaginación y del espíritu en el que “la autora busca estar, encontrarse, ser, y no simplemente visitar”. Ahí lo condensa todo, o casi todo. Escribe desde su presente mirando atrás. En sus versos hay ensoñación, fulgor, espejismo y perplejidad, que le valen para otear paisajes vívidos y razones para evocar sus ecos y confluencias. Tiempo, amor, memoria, paraísos anhelados, destino, consuelo, señales, vestigios, son temas presentes en su poesía, en la palabra como hacedora de mundos para que se cumpla aquello que decía Rilke: «Para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades».

La poesía de Tapia, bien jalonada en versos endecasílabos y heptasílabos, exprime los surcos más cercanos a la evocación y a las estancias de un recorrido vital, sin gritos ni susurros, hablando siempre a media voz. Así es como se hace notar. No como trinchera, sino como iniciación al examen de un discurrir, como paseo por lo indecible. En ese sentido, Islario es un poemario que no cierra el paso a nadie, a condición de que quien se adentre en él lo haga sin prejuicios, sin ataduras, sin importarle acometer una expedición por lugares costeros y rincones de tierra adentro, dando paso a la realidad desbordante del otro, la del poeta que habla desde su irreductible individualidad y afectos, con suma naturalidad.

Diría que en este libro viajamos hacia unos espacios en los que la belleza y el suspiro existencial ponen su son y verdad, no solo a la realidad, sino a la propia tentativa poética que lo impulsa. Las entradas en estos itinerarios que van de Valparaíso a Granada, de Vancouver a Tenerife o de Zürich a Lishui se producen desde dentro y desde fuera, es decir, de lo que nace en su interior y de lo que sucede ante sus ojos.

Cada lector tiene la posibilidad de convertirse en otro fingidor, como diría Pessoa, y este hermoso libro de Marina Tapia se presta a ello. Cartografiar con gozo su lectura, sacando punta entre verso y verso, requiere dejarse llevar por lo que sopla dentro de sus palabras, tono y cadencia.

martes, 18 de abril de 2023

Gracias a Justa Gómez Navajas por haberme invitado a su Tertulia Poética en la Biblioteca de Andalucía, y a tod@s l@s amig@s que la componen, y por la maravillosa tarde que me regalaron.





martes, 11 de abril de 2023

Reseña de "Islario" en revista Quimera (por Jesús Cárdenas)

 


Islario”

Marina Tapia

AMARGORD: MADRID, 2022

88 Págs.


MAPA EMOCIONAL


Por Jesús Cárdenas


Queda fuera de duda que la auténtica poesía, antes que nada, transmite un considerable caudal de emoción. Después, podrán venir la ficción, los rasgos de estilo, etcétera. Al hablar de sensibilidad, recomendamos este “Islario” (Amargord) de la poeta de Valparaíso afincada en Granada Marina Tapia, autora desde una década con libros como “Marjales de interior” (Aguaclara, 2017) o “Un kilim de palabras” (El Sastre de Apollinaire, 2022), entre otros.

Entre la pérdida y el arraigo, entre lo otro y los adentros, recorre diferentes territorios, islas e interiores, articulando −como recoge tan certero en el prólogo Agustín Pérez Leal− «todo este libro de un modo discreto, apenas insinuado». El esfuerzo de la autora radica en cartografiar, asomarse, mostrarse veladamente. Porque la poesía es emoción contenida y en “Islario” se muestran las habilidades de Tapia por evocar imágenes.

El libro se concibe con una serie de hitos que viran de lo exterior a lo interior, del mar lejano al hogar presente. De las citas rescato la de María Zambrano («Una isla es para la imaginación / de siempre una promesa»), porque estos poemas son posibilidades de una vida. El sentido del libro se presenta en unos versos del poema sin titular con el que se inicia la lectura: «Y aunque transite el mundo palmo a palmo, / es la región indómita, / el viejo paraíso lo que ansía».

Es conmovedor el recorrido por “Islario”. En sus paradas hallamos una buena dosis de extrañeza: en ocasiones, una ensoñación; en otras, zozobra ante la añoranza y la necesidad de arraigo. Así, se muestra en «Boceto sin modelo» como un zarpazo tremendo y un desgarro interior en quien siente su hogar remoto pero no olvidado: «Valparaíso. / encima de esta grieta te recreo». Más adelante Tapia escribe: «Regálame retratos de ti para encontrarme, / para saber que es nítido el ahora».

Junto a las islas (Tenerife, Pascua…), el mar −también como símbolo− precipita lugares de extraordinaria belleza. El mar que «construye el paraíso de la calma» en el magnífico «Vancouver Island». En él un rasgo atraviesa otras composiciones que nos acercan a tierra firme: basta con el poder de los nombres para que no caigan en el abismo de la desmemoria («No quiero más terreno que tu nombre»).

Entre la ida y la llegada, poemas como «Brújula», en cuyo interior Tapia sabe bien balancearse en los endecasílabos con el ritmo que le proponen el enfático y el heroico para terminar con el heptasílabo: «Debo sentir la tierra como un todo, / mirar a las ciudades desde el faro / sensible del asombro». En estos versos que inspiran verticalidad se presiente la tensión, un nudo de contrarios: la tierra frente al aire y al mar; he ahí su poder magnético y su evocación, ¿punto de partida o de llegada?

Con la llegada del sentimiento amoroso, el punto de arraigo será la ciudad de Lorca. En el poema de dos secciones «Razón del desembarco» se revela la ciudad asombrosamente: «Él me mostró Granada entre la bruma, / me dijo que la Alhambra / domesticaba al sol si es necesario, / él me buscó un refugio entre la piedra». Más pasional y lorquiana resulta la composición «Estampas de 'La Fuente'».

Al final de esta singladura que es “Islario”, y tras el proceso de sumersión en diferentes paisajes, espacios plenos de emoción contenida, el lector arribará finalmente a una isla íntima y gozosa.


Jesús Cárdenas

lunes, 10 de abril de 2023

Reseña de "Islario" por Nélida Cañas

 


 

Doy las gracias a la escritora argentina Nélida Cañas, por su mirada profunda, delicada y generosa acerca de mi último poemario. Comparto con gusto sus palabras:

 

EL PARAÍSO DE LA CALMA



“Una isla es para la imaginación de siempre una promesa,

una promesa que se cumple y que es un premio de una larga fatiga”

(María Zambrano)




El primer poema de Islario (1) de Marina Tapia oficia como una declaración de principios: Isla, sí. Dispersa, pero no aislada. Un cuerpo y sus anhelos de recoger semillas y latidos de otros tiempos. Cuerpo, isla en tránsito. Región indómita que anhela el viejo paraíso.

El corazón que late es la brújula para el viaje. Punto de partida y guía en los anhelos.

A mí solo me bastan los senderos que van hacia las olas,

esa pisada firme, aquella hondura,

los símbolos de un viaje hacia mí misma”. (Afirmación, p.22)

El viaje es una evolución, un descubrimiento de la hondura. Un estar en vilo con proa hacia el asombro.

Juan Eduardo Cirlot (2) en su Diccionario de símbolos dice: “El viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo. En consecuencia, estudiar, investigar, buscar, vivir plenamente lo nuevo y profundo son modalidades de viajar o, si se quiere equivalentes espirituales y simbólicos del viaje […] Volar, nadar, correr son también actividades –como el soñar, ensoñar, imaginar- equivalentes a viajar” (ps.459-460).

En cada imaginario el motivo del viaje. Marina Tapia “Peregrina hacia el poema” (p.25). Entonces, el motivo es el poema, que nos va quitando velos en el propio silabario que despliega. Y nos arroja hacia una nueva luz. Que a veces es revelación, epifanía. Y otras, ceguera.

En el viaje, la sed donde la peregrina insaciable deletrea las silabas de un nombre. Promesa que se ofrece y balancea en la vieja barca del propio cuerpo. Son volutas del aire en el aire las sílabas del nombre del amado. Todo se hace liviano. Se aligera.

Oleaje. Sal. Espuma. Marejadas del alma sujetas en el cuerpo. Y sin embargo, el aire. Tan azul y vibrante. Y esa gaviota leve, que se escapa planeando entre dos mundo. La pasajera, marítima y volcánica, con todo su bagaje y los ojos abiertos ha encontrado su sitio. El bosque y sus diagramas de verdes y de musgo. Nombre que se deslíe en sus pupilas y es cielo y es paisaje y es hombre y es abrazo para su leve tránsito.

La isla se levanta/ sobre leños y savia, /y el mar/ (en ese aserradero de las olas)/ erige, / pule, / talla cada paso,/ construye el paraíso de la calma". (La carretera, p.48)

El paraíso de la calma ¿no es acaso haber alcanzado el puerto de los brazos? Ese arraigo que ofrece el amor. Ese nombre que calma la sed y las tormentas. Que nos permite ser un islario entrelazado. Ya no la soledad de la que busca con mirada afiebrada. Ahora, la promesa que se cumple y que es un premio de una larga fatiga.

Todo lo conjuga la voz lírica hecha de un ritmo cálido de Marina Tapia. Una voz enamorada que nombra la tierra, el agua, el aire, la piedra castellana, la luz demoledora… y se desliza entre sus pliegues en un fluir constante de onda leve.

Celebro su voz enamorada que alumbra los misterios develados con sus pasos errantes y su leve plegaria escribiendo en el aire.



Nélida Cañas

Córdoba, Argentina 8 de abril de 2023


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(1)Tapia, Marina, Islario, Ediciones Amargord, Madrid, 2022.

(2)Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos, Editorial Labor S.A., Barcelona, 1985.

 


 

viernes, 7 de abril de 2023

Acercamiento a "Islario", por Ángel Herrero

Mi gratitud al poeta palentino Ángel Herrero por la generosidad de su lectura de “Islario”.



ACERCAMIENTO A ISLARIO, POR ÁNGEL HERRERO


ISLARIO es una peregrinación bellísima y profunda por Carthago Nova, Islas Afortunadas, Rapa Nui, Vancouver, Baeza… hasta llegar a la Ítaca de la autora, esa “Isla que va creando su compás / con versos cristalinos / y salvajes”, al tiempo que va descubriendo los tesoros escondidos que aguardan ser hallados: ”Lograré que mi mente / escuche cada palmo de este mundo / que vive sin alarde”. El viaje es más importante que la meta, disfrutando del camino, como propone Kavafis, al que la poeta cita cuando está llegando al puerto final.

Sus poemas están sembrados de imágenes poderosas: “¿Qué río, que tormenta nos empuja?”, me parece un verso trascendental; “Ser tallado / por cada sensación que se escapa”, es de una profunda sensibilidad; “Árboles en fuga”, una imagen genial; “Cuando la lluvia explica su inocencia”, me encanta.

Algunos poemas me han gustado especialmente, como BRÚJULA ("…mirar a las ciudades desde el faro / sensible del asombro"); AFIRMACIÓN ("A mí solo me bastan los senderos que van hacia las olas…"); CARTHAGO NOVA ("Este pecio que soy lo mueve el viento"). Me ha sorprendido NOCTURNO PALENTINO, en el que Marina esboza perfectamente nuestro espíritu castellano. “Formas perfectas / que a perfección nos llaman”, dice como elevando una mirada a lo más alto.

Su ISLARIO es un magnífico poemario que nos propone ser conscientes de los puertos a los que llegamos para encontrar los tesoros que albergan, los que se ven y los que no. Un buen libro, un bello libro de Marina Tapia. Que su viaje sea largo.


Ángel Herrero

sábado, 1 de abril de 2023

Comparto la reseña de Crónicas de Olvido, de Graciela Baquero, uno de los últimos libros de la colección Genialogías de Tigres de Papel, una reedición necesaria. Muchas gracias a Jesús Cárdenas por este espacio en Culturamas. Espero que os guste. 



LO INTACTO DE TI, MI PROPIO CUERPO

Por Marina Tapia.


Crónicas de Olvido, de Graciela Baquero, reeditado con mimo por Tigres de papel en su colección Genialogías, es un libro que sorprende, que vuelve a traer un soplo de aire fresco a la poesía. Escrito en prosa poética y con una premisa clara desde la cual orbita todo (el tema del doble, de la sombra o del desdoblamiento), despliega a lo largo de las 46 partes del conjunto una vitalidad, un lenguaje cercano que conmueve al lector. Tal como nos dice Pilar González España en el prólogo, esta reedición resulta necesaria porque la autora “nos ofrece un mundo duradero y coherente tanto en forma como en contenido. Más aún, creo que en esta obra se encuentran los verdaderos cimientos de su universo poético y de su problemática existencial, las cuales, como no puede ser de otro modo, van juntas siempre de la mano como dos caras de la misma moneda”.

Disfrutaremos del buen hacer de la poeta, que engarza con precisión la imagen y la metáfora al texto para trascender los hechos más cotidianos. Seremos partícipes, como si de un diario de vida se tratara, de un intenso viaje emprendido por la autora y por Olvido −su hermana simbólica− que entraron “a la vida en un mismo golpe de labios convulsivos”. Nos uniremos a ese periplo por los lugares menos amables y poéticos de la ciudad (en este caso Madrid). Acompañaremos a la protagonista-escritora y a Olvido por bares, parques, montañas, pueblos, mercados, espacios abiertos o cerrados donde las dos asumen y viven con naturalidad la extranjería, la sensación de destierro, abandono o exilio; hallando en cada acontecimiento un símbolo de algo profundo y a la vez visceral; estableciendo un rico diálogo que nutrirá nuestra conversación interna, con todos los posibles “personajes” que dentro de nosotros fluctúan y discrepan.

El yo poético y su doble se acercan y se alejan, especialmente a través de la lectura que hacen de sus vivencias. Olvido representa la apertura hacia el mundo, la aceptación de éste, el impulso de la aventura, los excesos, la pasión, la juventud y sus ansias de experimentar sensaciones nuevas. La otra encarna a la poeta, a la que se vuelca en sí misma, a la cronista que, al tomar apuntes, hace inevitablemente un ejercicio de reflexión y de distanciamiento. Y aunque los roles no siempre son estáticos en el poemario, y en muchos momentos se intercambian los papeles, hay una clara voluntad de analizar la importancia de esa dicotomía del enfoque ante la vida. Fragmentos como estos nos conmoverán:

“Mientras la mujer conversa desde tan lejos con su gente, mece a la criatura con el rítmico vaivén de sus caderas. Su balanceo sagrado y distraído hipnotiza a todos los que por allí pasamos y al propio niño que ahora se nos duerme. Movimiento de mareas en el que dejarse estar bajo la luz morena de la tarde. Mujer niño negro planeta: estatura real de la belleza”.

“Ella va a desaparecer entre lo indecible. Va a evadirse hasta de su nombre, como en nuestro primer día cuando, naturalmente, su sangre se deshizo de mi cuerpo para ser su propio acontecer”.

“Olvido se bifurca. Yo tomo los caminos y entro en el laberinto de su cuerpo gemelo. Simultánea voy por su envejecimiento y la marea continua de su asombro”.

Al terminar de leer el libro me pregunto: ¿y si nuestro doble fueran cientos de mujeres de otros siglos a las que estamos vinculadas de algún modo, con las que seguimos dialogando? ¿Y si, en nuestra época de fiero individualismo, nos sintiésemos reflejadas en esta dualidad, en esta toma de conciencia de ser otras además de una unidad indivisible?, ¿y si, en lo más alejado de nosotras, es donde nos dibujamos con más precisión?

No dejéis de entrar en este orbe de posibilidades, en su narración emocionante, aguda, honesta. No dejéis de experimentar otras formas de abordar la poesía −por ejemplo desde la narratividad y los diálogos– . No os perdáis esta original obra agotada (fue escrita en 1997) que ahora tenemos la posibilidad de leer gracias a Tigres de Papel y a Genialogías, y que además del interesante prólogo de Pilar cuenta con una entrevista realizada a la autora por la escritora Isabel Navarro en 2022. ¡Abrid el horizonte de lo poético!