sábado, 31 de diciembre de 2022

Taller de poesía en Huétor Vega

Feliz de poder realizar este taller en el pueblo vecino de Huétor Vega, para acercar la poesía a distintas generaciones, este 2023. Gracias al diario Ideal por hacerse eco.



"La lectura y escritura de poesía son los ejes del nuevo taller que el área de Cultura del Ayuntamiento de Huétor Vega pone en marcha nada más empezar 2023. Impartido por Marina Tapia, se desarrollará entre los meses de enero y mayo, en sesiones que tendrán lugar los miércoles por la tarde en el Carmen de San Rafael (de 18 a 20 horas).

Las inscripciones se pueden realizar en el área de Cultura del Ayuntamiento de Huétor Vega (edificio Huerta Cercada) o a través del teléfono 958 300 511 (extensiones 228 o 229). Es necesario que haya un mínimo de diez personas inscritas.

Facetas como la métrica, la rima, el ritmo, la inspiración, la focalización, la creatividad o el análisis serán abordadas en esta iniciativa cultural.

Marina Tapia (nacida en Valparaíso, Chile, en 1975) es poeta y artista plástica. Desde el año 2000 reside en España. Ha publicado obras como '50 mujeres desnudas' (Amargord, 2013), 'El relámpago en la habitación' (Nazarí, 2013), 'Marjales de interior' (Aguaclara, 2017), 'Corteza' (ElEnvés, 2022), 'Un kilim de palabras' (El Sastre de Apollinaire), 'Bosque y silencio' (Ayto. Aguilar de Campoo) e 'Islario' (Amargord). También coordinó 'El pájaro azul. Homenaje a Rubén Darío' (Artificios, 2016). Como curiosidad, Tapia ganó el primer premio en el certamen de cartas de amor y desamor de Huétor Vega en 2014".

domingo, 18 de diciembre de 2022

Reseña de "Islario" por José Antonio Santano

Agradezco al poeta y crítico José Antonio Santano su artículo sobre "Islario", aparecido en La Opinión de Málaga.



LOS TERRITORIOS POÉTICOS DE MARINA TAPIA

José Antonio Santano


Escribir puede convertirse en una apasionada manera de entender la vida o en una creciente obsesión. Esa pasión por la escritura y el consecuente aumento de la producción literaria, que no es habitual en la actualidad, se concreta en los cuatro poemarios publicados a lo largo de este año 2022: ‘Un kilim de palabras’, ‘Corteza’, ‘Bosque y silencio’ y, por último, ‘Islario’, autoría todos ellos de la poeta afincada en Granada, Marina Tapia (Valparaíso, Chile, 1975). Será de este libro último, ‘Islario’, del que hablaré en este comentario. Con un muy acertado prólogo del poeta Agustín Pérez Leal: «la alegoría que vincula la isla (el propio cuerpo…) con el viaje (lo ajeno…) articula todo este libro de un modo discreto apenas insinuado; pero por eso mismo más eficaz, más flexible y polivalente» y una cuidada edición de Amargord, el libro se compone de cuatro poemas iniciales y seis partes o secciones: Tránsito, Asomos de mar, Piedra espejo, El reino del olivo, Bajo otros soles y Camino a nuestra isla.

El verso limpio de Marina Tapia discurre por múltiples territorios, de tal manera que su relación de pertenencia a ellos marca o señala la identidad del sujeto poético y contribuye a descubrir la esencia de lo sentido y vivido, todo tamizado por el amor como elemento vertebrador de su poética, como así se muestra en el último poema del libro, ‘El sur es nuestro norte’: «Y quiero se tu puerto, / tu aldea, / tu morada, / sagrada sencillez, / paisaje que te vela en la distancia, / mirada que atestigua / sutiles movimientos del andar. // Isla que va creando su compás…». La fuerza de la palabra que crece en cada poema-isla y nos invita a un viaje al centro mismo del corazón («Mi corazón que late / es una isla, / único territorio, / arrecife de planos, / el punto de partida / para el viaje»), de la mirada que descubre paisajes y paraísos soñados. En este «tránsito» («No sé si tiene nombre de lugar / la tierra / que ansío recorrer…»), Marina Tapia busca el amor como único amparo: «¿La ciudad que yo espero deletrea el amor?», se pregunta, para seguidamente impregnarse del salitre marino y navegar hacia el íntimo silencio de los mares: «Mediterráneo, / recojo tus esencias, / tus cruces de destino, tantos ecos. / Yo vine para oírte, / para maravillarme con lo ausente…», de las Islas afortunadas o Vancouver Island, de la piedra («La piedra castellana, / casi lunar, tan áurea…») o al de los olivos en Baeza o Iznájar. Un halo de nostalgia contenido se aprecia en estos poemas, sobre todo, cuando nombra su ciudad de nacencia, «Valparaíso, / encima de esta grieta te recreo…». Poesía para degustar, en suma.

Colaboración en la revista Amaryllis

Mi gratitud al artista José Manuel Darro por haber contado conmigo para el número 1 de esta hermosa publicación centrada en la poesía y al arte. Participo una pintura y con el poema "Encargo". Ojalá hubiera más revistas así.







sábado, 17 de diciembre de 2022

Entrevista sobre "Corteza" en Secretolivo

Gracias a Javier Gilabert por esta entrevista en SecretOlivo, que me ha permitido hablar más a fondo sobre uno de los libros más intensos y personales que he escrito, "Corteza".


Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Marina Tapia: Con Corteza quería recoger diferentes impresiones de la etapa por la que atravieso, mi próxima entrada al medio siglo de vida; deseaba hacer una revisión del camino transitado, cuestionándome diversos aspectos de él, y compartir poemas escritos en diferentes momentos pero que mantenían una unidad: eran rotundos y no hacían concesiones al miedo, al dolor o al desarraigo. Quería hablar de la conciencia de nuestras limitaciones, de los condicionantes que —como ser humano y en especial como mujer— se experimentan. Y cómo se llega a ese punto en el que se acepta el cuerpo, lo que somos, nuestro pasado, para luego avanzar y elegir lo que queremos ser de ahora en adelante.

Este libro vuelve de alguna manera al espíritu de mi primer poemario, 50 mujeres desnudas, a bucear en la condición humana, en la identidad y el desdoblamiento; eso sí, esta vez estableciendo claramente dos partes: una donde los grises y las sombras del pasado se exponen sin autocensura, y otra en la que vemos cómo podemos elevarnos amparados en esas personas luminosas, o en una comunidad de gente valiente y creativa que nos da su apoyo (en general referentes literarios que siempre están allí para marcarnos el norte, como Emily Dickinson, Emilia Pardo Bazán, Adrienne Rich, Gabriela Mistral o amigas como Ana Mañeru).


¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Surge ordenando mis poemas de diversas etapas, incluso los de juventud (ya que comencé a escribir muy pronto y conservo bastantes cuadernos de mi infancia y adolescencia). Con este conjunto he querido volver a esa niña y a esa joven que fui, recoger sus temores, sus impresiones del entorno en el que creció (una familia de artistas, en medio de una dictadura que había cercenado la posibilidad de construir democráticamente un nuevo modelo de sociedad). He intentado cantar con voz de lluvia —y vestida con prendas empapadas de ayer— un canto de esperanza. Por eso el lector encontrará textos como “Siento este rojo en el rostro”, escrito a los 16 años, junto a otros como “Celebración” o “Encantamiento” alumbrados a finales de 2021.


¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Me gustaría que sintieran este libro como un espejo, un espacio donde se refleja algo colectivo: las marcas de una educación estricta que han recibido tantas generaciones, el peso de nuestra imagen física a causa de los volubles y mercantiles cánones de belleza que imponen los medios y la moda, o el sentimiento de culpa que siembra en nosotros una religión que, por lo general, celebra el dolor de la crucifixión más que la alegría de la resurrección. Aunque está escrito en voz de mujer y basado en mis vivencias, algunos amigos que lo han leído se han sentido identificados con la voz poética y con su caminar hacia un punto más luminoso. 

Mi intención es emprender, junto al lector, un viaje simbólico hacia la aceptación y la valoración de lo que somos, de todo lo que nos eleva y enriquece. Por ello el libro se divide en dos partes muy bien diferenciadas: “Raíces hondas” y “Ramas altas”. He utilizado los excelentes versos de una de mis poetas preferidas, Ángela Figuera Aymerich, (“Quiero raíces hondas, ramas altas,/ cauce y muralla, brújula y refugio./ Y soy una mujer. Apenas algo./ Carne desnuda, sola, desarmada.”) como imagen que representa a la perfección los dos bloques del libro. Los árboles, con sus dos partes opuestas, raíces y ramas que tienen como sustento el agua y el cielo, retratan muy bien la condición humana. Podríamos decir que estos versos de Ángela Figuera son la columna vertebral del volumen. 


¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Desearía que se vean reconocidos en sus textos, que sientan los poemas como propios, que den voz a sensaciones por desgracia habituales como el desarraigo, la violencia sexista, el enfrentamiento con el padre —o con la madre—, la rebelión contra los regímenes totalitarios que tanto España como Chile han sufrido, etc. Y quiero que disfruten también de las cualidades estéticas del poemario, lo bien que lo han editado las socias de ElEnvés, la calidad del papel, el tacto de la portada, su formato moderno, esas páginas de cortesía en color turquesa… Me gustaría que este libro los acompañe, que hagan suyos estos poemas-ofrenda. Escribo llena de entrega no sólo para mí, sino para los otros, para una colectividad afectiva. Y que los lectores puedan decir, como escribió Cristina Grisolía en el prólogo, «leer a Marina Tapia es hilvanar trozos de vida comunes a todas nosotras, es por lo tanto una lectura de reparación y completud».


¿En qué medida veremos en él —o no— a la Marina Tapia de tus anteriores obras?

Creo que la musicalidad y el ritmo de mi poesía siguen aquí presentes. También el deseo de utilizar los adjetivos justos y precisos, un lenguaje cuidado pero a la vez cercano, sin caer en lo coloquial o lo explicativo. Que en la página del poema acontezca todo, que haya un movimiento sostenido a través de los verbos, con  finales que cierren y rematen lo expuesto, ya que cada poema —en este libro en especial— es una unidad propia que no necesita imperiosamente del conjunto para comprenderse. Quizá, por su temática, me he alejado más de la abundancia retórica y la explosión celebrativa de Jardín imposible o El relámpago en la habitación. Trata un tema más duro y contenido, y necesitaba de un lenguaje más conciso, de versos más desnudos y despojados para transmitir con veracidad el proceso vital de una mujer que camina a la madurez.


Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Corteza’, ¿cuáles serían?

Me quedaría con “Celebración”, porque refleja muy bien el punto en el que estoy y la voz actual: la de una mujer que tiene que asumir sus límites, sus fuerzas, su cuerpo, la perspectiva de que los años por delante no son ya tan numerosos. También escogería el poema que aborda el concepto de la paz, “Aquello que florece bajo sombras”, en el que se aquilatan y se valoran la paz o la armonía que las mujeres hemos mantenido como llama encendida a lo largo de la historia. Y por último “Nueva Penélope”, un texto que describe a una mujer que se espera a sí misma, a ese otro nuevo y renovado ser que vendrá con la madurez que dan los años.

Y añadiría quizá estos tres versos que, de alguna manera, resumen el espíritu del libro: “Sabré quien soy al límite, en el filo,/ sabré de lo encontrado en lo perdido,/ con la distancia, acaso, podré verme”. Creo que ese “acaso” hace énfasis en algo muy cierto: buscamos conocernos pero no hay una definición exacta y nada es categórico, somos algo en constante cambio y la poesía está allí para retratar —y para recordarnos— esa corteza frágil y cambiante que tenemos. 


¿Han cambiado los temas que te interesan? ¿Sobre qué estás escribiendo ahora?

En general, intento realizar libros temáticos, con un asunto determinado, con un núcleo compacto (el erotismo, las cuatro estaciones en la Vega de Granada, la botánica fantástica, el silencio, los viajes, etc.), busco desarrollar una idea distinta en cada conjunto pero, por supuesto, en todo lo que he escrito predominan mis grandes amores: la naturaleza y la búsqueda de la hondura de la vida. Ahora estoy en una etapa en la cual no escribo poemas y la veo como un descanso necesario; eso sí, leo mucha poesía y escribo algunas impresiones lectoras. Me interesa repensar la poesía, buscar nuevas maneras de abordarla, teorizar un poco acerca de la creación desde un ángulo no académico. Quizá me asemejo en estos momentos a la Momo de Ende, que permanece sentada escuchando las voces de otros en ese círculo de piedra, en el anfiteatro del mundo. Gamoneda decía que la inspiración no es más que una tensión intelectual. El silencio y la escucha quizá tensen las ideas tarde o temprano.


Además de escribir eres artista plástica. ¿Cuánto de esta disciplina se refleja en tu poesía y viceversa?

Poesía y pintura se entrelazan en mí mediante hilos muy sutiles pero, con el paso del tiempo, van tejiendo una trama más firme. En muchas temporadas de mi vida he dejado aparcada a la pintura para centrarme en la escritura, pero cada vez resulta más frecuente y más intensa la necesidad de que ambas convivan, de que haya vasos comunicantes entre estas dos disciplinas. Quizá por eso, cuando presenté Islario, realicé una serie de ilustraciones alusivas al poemario. Y ahora he pintado un grupo de 40 láminas para Corteza que regalaré a los asistentes en la presentación, en la Biblioteca de Andalucía. Para mí el arte es una manera de escuchar y dialogar con la existencia, de apresar lo transitorio, de bucear en la grandeza de lo sencillo y cotidiano. En mi poesía —según opiniones— se aprecia que soy pintora, “pintas con las palabras” han comentado, “parece que estoy viendo un paisaje”. Y creo que en mis cuadros, en especial en las últimas series, abundan los versos escritos a mano, el juego de la metáfora o de la imagen poética. Quizá, después de todo, soy bilingüe de otra forma (aunque nunca se me han dado muy bien las lenguas extranjeras).


Por último, como lectora, ¿a quién te gustaría que invitásemos a pasar por ‘la Prensa’?

Me gustaría que invitarais a la excelente poeta y amiga argentina Cristina Grisolía, que ha tenido la gentileza de escribir el prólogo de Corteza. Seguro que estará encantada con tan interesante y agradable propuesta, como lo estoy yo, Javier, con esta entrevista.


TRES POEMAS DE ‘CORTEZA’ DE MARINA TAPIA


CELEBRACIÓN


Frente al altar cambiante de la edad,
rescato las palabras vigorosas
que guardé para mí.

Me digo:
la voz no se marchita,
la juventud persiste en la garganta
versando sus picantes saberes y delicias,
capaz de sujetar su floración.

Un sortilegio brota de mi gruta,
un aroma de cuerpo asentado,
y en este medio siglo que me ciñe
soy vaso de mujer,
mirada que equilibra
−así, serenamente−
lo adusto y lo carnal.

Hoy voy a hablar de límites, 
del peso del pasado, 
de conquistas.

Y yo te quiero, cuerpo,
vulnerable corteza,
te acojo en mi pupila, te sopeso.
En ti se estableció todo el reinado
del tiempo que irrumpía desde fuera,
del tiempo que horadaba desde dentro.

Caderas,
vientre,
pecho que decae,
puedo besaros, sí, puedo alabaros.

Mi mente y su gobierno reverencian
a la mujer madura que conformo.



AQUELLO QUE FLORECE BAJO SOMBRAS

Refrán y palabra no entienden,
mas luego se van a encontrar,
y cuando a los ojos se miren
el verse será adivinar”
     (Poema ‘Ronda de la paz’ de Gabriela Mistral)


Esta paz renovada 
que crece desde el centro de mis ojos,
este mar de quietudes 
                quiere volverse paso, 
                         salir desde su límite,
abarcar cada espacio que encuentra,
transmitir su armonía a los hombres.

Sólo tiene tres letras esta palabra mía,
que acompasa su ritmo con un dulce silencio.

En medio del dolor se nos presenta,
modesta, cotidiana pero alta
que el ojo ha de encontrar.

Acógela, abrázala, 
repite su canción de amanecer
que ensaya nuevas formas de nombrarse.
Proclama con sus manos la alegría, 
despiértala en tu boca.

Paz. No sólo aquél antónimo de guerra.
Paz de mujer. Trozo de pan 
que siempre ha sido nuestro.

Colmena que en la mente
transforma cada celda del pensar.



NUEVA PENÉLOPE

Para Ana Mañeru Méndez


En el tiempo esencial de la espera, 
boceto los latidos,
imagino el temblor,
perfilo el aura.
Ensayo las palabras, la venia, la sonrisa
con la que aguardaré a la prometida, 
que llegará mañana hasta mi hogar. 

Aquella seré yo.        

¿Qué silueta tendré bajo la luz
¿Cómo se expandirá el amor 
desde mi centro?

Buscaré nuevos retos acordes a mi fuerza.
Quizá mi porte sea el del bambú,
tan recio, tan sutil.

Quiero dormir cuidada por tu voz,
hermana del albor,
en este espacio fértil de la espera.


viernes, 16 de diciembre de 2022

Mi gratitud al poeta Grego Dávila por estas palabras sobre "Bosque y silencio" que ha colgado en su muro de Facebook.



Con el trasfondo de los pinares de La Zubia y un título tan revelador como 'Bosque y silencio', Marina Tapia nos presenta este poemario que recorre un camino de contemplación "en pos de la belleza", de poetas "cultivadoras netas del asombro" y con la intuición de que "algo sagrado habita en la escritura".

Un poemario sobre la búsqueda, como titula su primera sección, del silencio y de la identidad en medio de la naturaleza. Ese fundirse del pensamiento con los espacios del paisaje.

Un poesía de claridad y lucidez, de presencia y atención a lo que nos rodea, tanto a los espacios exteriores como al mundo interior, que quizás no sean tan distintos. Como decía Rilke en este poema:

"A todo ser lo abarca un solo espacio: el espacio
interior del mundo. Silenciosas, las aves vuelan
a través de nosotros. Oh, quiero crecer,
miro hacia fuera y está en mí creciendo el árbol".

Enhorabuena, Marina, por este libro y por el Premio de poesía que facilitó su publicación.

(Grego Dávila)

martes, 13 de diciembre de 2022

Comparto la noticia, en Granada Hoy, del encuentro de libros de poesía de El Envés Editoras en la librería Picasso de Granada. Presentadas por Pepa Merlo, pudimos hablar de nuestros tres poemarios José Luis Ferris (EL ANIMAL QUE HABITO), Nieves Chillón (LA CASA DE LA PIEDRA) y yo misma (CORTEZA).















domingo, 11 de diciembre de 2022

Muchísimas gracias a Francisco Onieva por esta profunda y plástica reseña publicada en Cuadernos del Sur Del Diario de Córdoba.






“Bajo la corteza, Marina Tapia (Valparaíso, Chile, 1975) busca la savia que nutre todo el árbol que es ella. A partir de este eje vertebra su último poemario, ‘Corteza’, editado por la editorial granadina Elenvés, dentro de su recién nacida colección Innana Poesía. Se trata de treinta y un poemas divididos en dos partes asimétricas, «Raíces hondas» y «Ramas altas», ambos títulos tomados del poema «Desarmada», de Ángela Figueras Aymerich, cuya cita inicial es toda una declaración de intenciones y marca el itinerario propuesto por la poeta. Entre ambas secciones existe una cuidada red de vasos liberianos y leñosos cuya capilaridad va dejando poemas sutiles que, partiendo de la memoria, abordan un irrenunciable proceso de aprendizaje sobre la propia identidad, que lleva a la aceptación del yo, con sus grietas y contradicciones.


En los veintidós poemas-raíz Tapia evoca todos los yoes que ha sido y revisa los miedos y las certezas, las dudas y las huellas, las culpas y el propio cuerpo, en un intento de despojarse de todo lo accesorio, hasta llegar a la nervadura identitaria. A continuación, en los nueve poemas-rama, establecido ese anclaje vital, el yo poético se reconoce en otras voces de mujeres con las que comparte horizontes y grietas, a las que homenajea y a las que siente parte de una misma genealogía, de la que se considera eslabón.


Todo esto con un verso que nace de lo cotidiano y que, a través de una cadencia elegante, hilvana momentos comunes ofrecidos al lector con un gesto de entrega y gratitud, como el del árbol que se sabe parte de un paisaje porque existe una persona que apoya su mano sobre su tronco y percibe el bombeo exacto de la savia”.

(Francisco Onieva)

jueves, 8 de diciembre de 2022

Colaboración en el Boletín nº14 del Centro Artístico

Un placer, como siempre, colaborar con el Boletín del Centro Artístico de Granada; en este caso, con el poema Setenil de las Bodegas (perteneciente a Islario) en la sección "Cinco autores, cinco pueblos". Y con la ilustración alusiva que acompaña el poema.





sábado, 3 de diciembre de 2022

Reseña de "Crónicas de Olvido", de Graciela Baquero

Comparto con gusto este pequeña reseña de uno de los últimos libros de la colección Genialogías, publicado por Tigres de Papel.





LO INTACTO DE TI, MI PROPIO CUERPO

Por Marina Tapia.


Crónicas de Olvido, de Graciela Baquero, reeditado con mimo por Tigres de papel en su colección Genialogías, es un libro que sorprende, que vuelve a traer un soplo de aire fresco a la poesía. Escrito en prosa poética y con una premisa clara desde la cual orbita todo (el tema del doble, de la sombra o del desdoblamiento), despliega a lo largo de las 46 partes del conjunto una vitalidad, un lenguaje cercano que conmueve al lector. Tal como nos dice Pilar González España en el prólogo, esta reedición resulta necesaria porque la autora “nos ofrece un mundo duradero y coherente tanto en forma como en contenido. Más aún, creo que en esta obra se encuentran los verdaderos cimientos de su universo poético y de su problemática existencial, las cuales, como no puede ser de otro modo, van juntas siempre de la mano como dos caras de la misma moneda”.

Disfrutaremos del buen hacer de la poeta, que engarza con precisión la imagen y la metáfora al texto para trascender los hechos más cotidianos. Seremos partícipes, como si de un diario de vida se tratara, de un intenso viaje emprendido por la autora y por Olvido −su hermana simbólica− que entraron “a la vida en un mismo golpe de labios convulsivos”. Nos uniremos a ese periplo por los lugares menos amables y poéticos de la ciudad (en este caso Madrid). Acompañaremos a la protagonista-escritora y a Olvido por bares, parques, montañas, pueblos, mercados, espacios abiertos o cerrados donde las dos asumen y viven con naturalidad la extranjería, la sensación de destierro, abandono o exilio; hallando en cada acontecimiento un símbolo de algo profundo y a la vez visceral; estableciendo un rico diálogo que nutrirá nuestra conversación interna, con todos los posibles “personajes” que dentro de nosotros fluctúan y discrepan.

El yo poético y su doble se acercan y se alejan, especialmente a través de la lectura que hacen de sus vivencias. Olvido representa la apertura hacia el mundo, la aceptación de éste, el impulso de la aventura, los excesos, la pasión, la juventud y sus ansias de experimentar sensaciones nuevas. La otra encarna a la poeta, a la que se vuelca en sí misma, a la cronista que, al tomar apuntes, hace inevitablemente un ejercicio de reflexión y de distanciamiento. Y aunque los roles no siempre son estáticos en el poemario, y en muchos momentos se intercambian los papeles, hay una clara voluntad de analizar la importancia de esa dicotomía del enfoque ante la vida. Fragmentos como estos nos conmoverán:

“Mientras la mujer conversa desde tan lejos con su gente, mece a la criatura con el rítmico vaivén de sus caderas. Su balanceo sagrado y distraído hipnotiza a todos los que por allí pasamos y al propio niño que ahora se nos duerme. Movimiento de mareas en el que dejarse estar bajo la luz morena de la tarde. Mujer niño negro planeta: estatura real de la belleza”.

“Ella va a desaparecer entre lo indecible. Va a evadirse hasta de su nombre, como en nuestro primer día cuando, naturalmente, su sangre se deshizo de mi cuerpo para ser su propio acontecer”.

“Olvido se bifurca. Yo tomo los caminos y entro en el laberinto de su cuerpo gemelo. Simultánea voy por su envejecimiento y la marea continua de su asombro”.

Al terminar de leer el libro me pregunto: ¿y si nuestro doble fueran cientos de mujeres de otros siglos a las que estamos vinculadas de algún modo, con las que seguimos dialogando? ¿Y si, en nuestra época de fiero individualismo, nos sintiésemos reflejadas en esta dualidad, en esta toma de conciencia de ser otras además de una unidad indivisible?, ¿y si, en lo más alejado de nosotras, es donde nos dibujamos con más precisión?

No dejéis de entrar en este orbe de posibilidades, en su narración emocionante, aguda, honesta. No dejéis de experimentar otras formas de abordar la poesía −por ejemplo desde la narratividad y los diálogos– . No os perdáis esta original obra agotada (fue escrita en 1997) que ahora tenemos la posibilidad de leer gracias a Tigres de Papel y a Genialogías, y que además del interesante prólogo de Pilar cuenta con una entrevista realizada a la autora por la escritora Isabel Navarro en 2022. ¡Abrid el horizonte de lo poético!