domingo, 30 de mayo de 2021
Vídeo del poema "Exedra"
Recital "Salí del fuego caminando"
LA GUARDIANA
A mi hija Camila
Nunca encontrarás sosiego en este mundo,
nunca encontrarás justicia entre los hombres,
solo el saber del bosque, de la tierra,
y aquella perfección llamada savia
te ha de salvar.
No dejes que aprisionen
tu destino
de fruto que madura junto al sol.
Las hojas de tus pies
perennes y lustrosas
se acercan sin saberlo hacia el sendero.
Cante tu ser salvaje:
liquidámbar, liquidámbar, yo te conjuro.
Soy ésta, ¿no me ves?, ¿no me conoces?,
soy polen que arrojado al firmamento
puede volverse
estrella.
Eres el Aster Acris, la Centaurea,
aquella que escapaba hasta los patios
a construir metáforas florales
para aguardar al íbice violeta.
Políglota,
no te importaba hablarle a los helechos,
inventar un lenguaje cifrado
de estambres, nomeolvides y corolas.
Rizoma, lentitud, floración espontánea…
Y no querer más voces que el silencio
que adentro de la tierra se desgaja.
Con el mentón mirando hacia las nubes,
llegue la flor,
llegue la hembra clara
a su dominio.
Espejos de los ríos
aguardan tus facciones de esperanza.
Creciste cual palmera de En-Gadi,
brotaste como rosa de Jericó,
arabis del desierto
donde cada día es verano
y cada noche es invierno.
Debes ser el hervor
profundo
del planeta,
y la depuración de sus sonidos,
el tallo que recibe la humedad.
Sinceramente ser
un punto del camino
donde diversas formas
de la vida
se extiendan y se afinen.
Y en tu fragilidad de receptora,
de tutor, de Atenea:
empaparte de tiempo,
de días,
de estaciones,
superponer las horas de la luz,
dormir y renacer
sin miedo
debajo del latir de la existencia.
Festival Internacional "La Palabra en el Mundo"
RAZÓN DE LA GAVIOTA
I
Está, planea, es
y se desplaza;
sueña un sitio en el mundo-una gruta quizá-
donde dejar sus muebles de emoción
y el existir se vuelva un acto abierto.
En búsqueda de un rostro de acogida,
de manos que reserven el fuego primigenio
o hierba que suavice el vértigo, el camino…
avanza casi a tientas.
Hace un remiendo rápido al remiendo
de todo lo que deja en el ayer.
Dónde estará el anclaje necesario
en qué salto de ola,
en qué lugar
del mundo.
II
Exiliarse fue un acto rotundo,
sin libreto, sin luces;
donde no se sabía
la forma como entrar
a escena,
las plumas que sacarse o qué ponerse.
Caminar de esa isla al viejo paraíso
urbano
y sin adentro,
a la complejidad de una ruleta,
seguir en el tablero a la dama luminosa,
ir hacia el norte armada de los puedo.
Exiliarse y arder por arraigo…
Escúchame sin prisa,
debajo tengo un fondo de aguas detenidas
y pesa la memoria
y pesa lo que arrastran los zapatos
y vivo en cada vuelo
hacia tu puerta.
III
Mi padre nos decía:
Si tienes vocación de ola y cielo abierto,
si naciste en la fuerza
del tiempo que se abría en la ventana,
ajeno a las murallas
de esta playa perdida
al sur
del mundo;
si tienes vocación de parecerte
al aire
-y en las manos-
llevas inscrito el surco del azar…
vete de aquí, emigra,
la vida que te lleva
preparará en la noche la maleta,
te brindará después
mi aliento
en el aliento
de cada atardecer.
Debes saber que el pájaro no busca,
que todo se conjuga para el vuelo.
Y yo estaré contigo.
Quedará tan atrás
aquel anonimato de la arena
y lograrás saber
quién eres, quiénes somos
pues sólo la distancia nos perfila.
(Del libro "50 mujeres desnudas" Amargord Ediciones)
sábado, 8 de mayo de 2021
Premio Andrés García Madrid
ANÓNIMA CANCIÓN DE LA QUE LIMPIA
“Y acaso ya no suene la canción del olvido"
(Ángeles Mora)
A Elena
I
Ama el lenguaje del cuarto de limpieza,
el suave parpadeo de los contadores,
aquel tictac continuo de las luces
y la bata que espera
a ese cuerpo que muta
su blancura tediosa.
Ya están los elementos preparados
para barrer las huellas del rellano,
de largas graderías
sin confines.
Levanta los felpudos uno a uno
y baja la escalera.
Aséptica la traza del ayer.
«No hay voces a esta hora,
ninguna interacción con quienes viven,
solo puertas dormidas,
solo lentos silencios,
solo el torpe compás del cubo y la fregona».
El edificio escolta
vida y trama.
«Soy la mujer que borra
cada sombra».
Afuera de este límite
la esperarán
los coches que aceleran,
las manos que aceleran,
los gestos que aceleran su lenguaje
de signos por la calle.
Pero en su pasadizo
(en su dulce dominio) distinto es el ritual,
es tiempo lentamente derramado,
es corte en un reinado de aspidistras,
es orden y rutina
proclive a los ensueños.
Ama el lenguaje del cuarto de limpieza,
la forma en que recoge su cansancio
y todos los resquicios de utopía.
II
«Qué haría si a estas horas
me visitara un ángel,
justo cuando las ollas
(redondos universos)
me atrapan en vapores y me citan,
cuando estallan burbujas
o ennegrece el metal cercano al fuego».
Llorar tanta tristeza en la cebolla,
sentir esa amenaza
cortante
del mañana.
Qué le cuento a ese ángel,
yo, tiznada de apuros y de días».
III
«Te digo que la vida
no arde en los traslados sucesivos,
en este ir y venir con el cuerpo,
ajetreo continuo
hacia puntos opuestos del mapa
sobre trenes y buses. No.
Está en lo que se mueve poco a poco,
adentro de las vías
de mi mente».
IV
La mujer lleva un ave en el bolso,
canta quedo, con ella,
la canción del olvido.
La mujer tiene ojos-espejo
que han nacido en la pena escarchada
de los suelos que limpia.
Sabe andar junto al aire,
sobre blancos caminos de nubes.
Acompasa renuncia y tesón.
Se ha creado en la sombra.
Se ha fundado a sí misma.
Su reducto es de voces secretas.