No suele acomodarse, no lee los periódicos,
no usa los colores de nueva temporada,
mi arte, aún arrastra los pies al caminar
para atrapar el polvo de la tierra
y viste aquella blusa
transparente
que deja ver sus vicios y sus arcas…
Es a veces sereno el temblor del pincel en el agua,
es crepúsculo rojo.
Y soy como animal que tarda en digerir el mundo,
que nunca se arrepiente de su hambre
y que deja crecer su selva, la maraña
donde nacen más fácil
imágenes y letras.
(Del libro "50 Mujeres desnudas")
Contempla mi fervor,
(Del libro "Marjales de interior")
(Del libro "Jardín imposible")
(Del libro "Jardín imposible")
Frente al altar cambiante de la edad,
rescato las palabras vigorosas
que guardé para mí.
Me digo:
la voz no se marchita,
la juventud persiste en la garganta
versando sus picantes saberes y delicias,
capaz de sujetar su floración.
Un sortilegio brota de mi gruta,
un aroma de cuerpo asentado,
y en este medio siglo que me ciñe
soy vaso de mujer,
mirada que equilibra
−así, serenamente−
lo adusto y lo carnal.
Hoy voy a hablar de límites,
del peso del pasado,
de conquistas.
Y yo te quiero, cuerpo,
vulnerable corteza,
te acojo en mi pupila, te sopeso.
En ti se estableció todo el reinado
del tiempo que irrumpía desde fuera,
del tiempo que horadaba desde dentro.
Caderas,
vientre,
pecho que decae,
puedo besaros, sí, puedo alabaros.
Mi mente y su gobierno reverencian
a la mujer madura que conformo.
I
Estoy aquí, Granada, ante tus cielos amplios,
ansiosa,
seca,
náufraga.
He llegado
con mi atril-ataúd,
con las ceras que no arden,
y este hato de ropas vacías,
hasta tu fortaleza de leones,
hasta el olor a almizcle y hierbabuena.
Voy por tus casas blancas
desnuda, para asir
la luz que nos regalas cada día.
Escondo en las ranuras de tus muros
mi plegaria, el dolor
que creció como fruto.
Y abres
tu máquina de hacer atardeceres
a este perfil deshecho en la avidez.
Ha sido necesario
bajar a tus baldosas,
librar esta batalla con la sombra,
para volver a mí
por tu camino.
II
Él me mostró Granada entre la bruma,
me dijo que la Alhambra
domesticaba al sol si es necesario,
él me buscó un refugio entre la piedra.
Y la luna de Lorca
de lejos tutelaba los enjambres.
Grité en el Sacromonte
con esa voz quebrada del gitano
y abrí, por fin, la jaula de mi risa.
Quédate en mí, Granada,
acaso te complazca que me vuelva
alpiste, agua, fuente de unos versos,
acaso
mi corazón de agujas te remiende.
DICTADURA
Aunque en tu territorio pronunciase
mis primeras palabras,
tú
no me has parido.
Con un canto marcial nos arrullabas,
con rezos sin altura
y rondas en el patio de los miedos.
Me fugo del rencor que apacentaste,
del labio que no puede decir melancolía,
del muro levantado entre nosotros.
Hay básculas que pesan un tiempo que no vuelve.
Por eso es que rescato de mi fondo
la luz que sobrevive.
Y nada se parece ahora a la delicia
que es tamizar
el mundo.
(Del libro “Corteza")
A Elena Martín Vivaldi
Cuando tu verso nombra:
caben y caben noches en una sola frase,
se engrasa aquel lenguaje que rechina,
se amplía como el mar
un instante conciso,
y llueven tus latidos en mi escucha.
Un árbol de amarillo incandescente,
un árbol me florece
si pronuncia tu voz
una palabra viva
que presto ha modelado tu deseo.
“Yo solo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentado halaga,
llama que de la vida se alimenta,
mas sin la cual la vida se apagara”
(Rosalía de Castro)
Si alguien me pregunta por mi oficio
o pide que describa lo que hago. ¿Qué diré?
Responderé segura soy poeta.
He sido, soy, seré poeta.
Y así como luciérnaga
que el fango del pesar alumbra,
un grillo que inaugura
la lumbre, la alegría del verano
yo seguiré entonando
mis músicas secretas,
y cada exhalación, cada grafía
que vive en mi interior será textura,
un auténtico enjambre de aliento,
un quejido feliz.
Poeta precedida de otros vuelos
sobre la misma flor del mundo.
Pequeña es la palabra escrita,
de holgada magnitud.
Arrojo y discreción.
Elevación y hondura.
Poeta.
(Del libro "Bosque y silencio")
FOTOSÍNTESIS
“Faltan, en mi opinión, muchos poemas sobre la fotosíntesis”
(Yayo Herrero)
Mientras parece mudo
lo que sucede aquí,
mientras respiro
y baila en mi cuaderno
el lápiz, su vaivén,
acontecen milagros
sutiles y diversos.
Transformaciones.
Cápsulas de química.
El verde silencio vegetal.
Bajo una inoperancia relativa,
tiempo y luz,
muerte bautizada.
Empeño de la vida por nombrarse.
(Del libro "Bosque y silencio")
Cordilleras,
salientes emotivas,
locura de racimos para el vuelo.
Sois hálito ascendente,
o dedos de las diosas que, dormidas,
levantan sus pulgares y acarician
la pulpa de las nubes.
Exhausta buscaré vuestros pinares,
la quena de los vientos,
el silencio.
Afán sin dilación.
En vosotras me sé pequeña eternamente,
me nutro de nostalgia,
de vuestra maternal fosforescencia.
Soy esa bestia libre
que nunca ha de cazar la humanidad.
Sueño de piedra que soñamos,
piedras del mundo pastoreadas*.
Abecé de mi canto,
que en cada roquedal se enreda.
Moldeadas del color de lo sencillo,
sois mesa de la casa,
sois cama,
sois tejado,
y aquel brazo fantasma que me lleva.
Mis sísmicas amantes,
no me dejéis
sin cuna de la infancia,
sin lápida que bese vuestro suelo.
No hay belleza más alta que los Andes.
No hay aridez más dulce que Atacama.
Y no hay dolor más hondo que Pisagua.
*Intertexto de Gabriela Mistral
TERCETO DE LA LUZ NEGRA
“Quizá todo lo terrible no sea,
en lo más hondo de su fundamento,
más que lo desvalido que nos pide ayuda”
(Rainer Maria Rilke)
I
INVITACIÓN DE LORD BYRON
Amarga es la pulsión que me visita.
Dice que ya no escriba, que me apague,
que todo ha de llevar hasta el olvido:
tu aliento y mi tesón.
Más yo arderé en la luz de mi decir,
seré este lucernario que en la tumba
ha de cantar sin brida, sin bozal.
Escribo desde siempre,
escribo en el acuoso humor de las pupilas,
vomito mi escritura,
tanteo,
sueño
oscuros pasadizos,
o lagos de ceniza,
mutismos y presencias fantasmales,
porque en la encrucijada de la noche
irrumpe la belleza,
porque en lo más oscuro de mis huesos
se mece, se pasea
inquieta
la verdad.
Espada del crear,
tormenta de ir vistiendo
de fuego las palabras,
de acometer al mundo,
de estremecer al lobo del silencio.
Venid y recorramos la tierra de Rousseau,
rescate nuestro canto la ribera
de un cielo agonizante.
Escribid, escribid, amigos míos,
pupilos de la bestia de un relato,
imaginad cadáveres y sangre
que vive eternamente en la memoria,
inoculad de voz a este verano,
que tan sombrío viene hasta Diodati.
II
PROMESAS DE MARY SHELLEY
Intensa ensoñación que me visita,
hondo clamor de bruma y agonía
habita entre las sombras de esta Villa.
Si a todo este paisaje yo le sumo
el nombre que presiento,
que empieza en un deseo
y me consume.
¿Cómo puedo cerrar las ventanas?
Dondequiera que miro le advierto.
Ay, sus manos,
sus brazos exangües.
Ay, su cuerpo de inerte consuelo.
Si miro hacia mi ayer
no me conozco,
veo la complacencia que he vestido,
un conformismo gris,
un no querer espejo que me cace.
Iré hacia los glaciales impolutos
para verter el magma de mi voz.
Rescataré preguntas
que punzaban
mi piel de adormidera.
Soltaré cada nudo del miedo
aunque un monstruo
me siga.
Y si en adormecerme
los hombres se entretienen,
en aplastar mi firme voluntad:
yo iré manchando páginas de tinta,
de fuerza y rebeldía,
de fulgor.
Viviré,
vivirás
en el mismo dintel de la muerte.
III
ADVERTENCIAS DE LA CRIATURA
No solo la inventiva,
no solo el devenir, la confluencia
de astros y presagios,
no solo la amalgama del verano
boreal con el invierno;
ha sido la pasión,
eléctricos encuentros,
las alcobas
hambrientas que pedían alumbrar.
Lo vivo siempre nace del placer,
de impulsos que envenenan, que desarman.
Soy de ella, de él,
de vosotros,
de esa turbia moheda
de culpas.
Nadie me lloraría si muriese,
y aunque mi soledad es absoluta,
ya se yergue la vida
en mí (o una parodia),
tu ardor,
la sima del instinto,
el juego de la carne,
su insolencia
feroz la ha levantado.
Qué angustia y qué deleite me atenaza.
Por eso tengo alma y sobrevivo,
por eso es que mi sombra ha de seguir
mordiendo,
masticando en tu ventana
cada grito de hiel y lascivia.
(Del libro “Diodati, la cuna del monstruo")
Padre,
he despertado
de ese sueño que quiso
resistirse a olvidar
tus canciones de cuna.
Han volado los santos de su bella repisa.
Rodó abajo la ilusa conclusión del ayer.
Todo se hizo materia.
Huyeron como Judas
tu credo y tus lecciones.
Ya puede andar descalzo
mi palpitar,
mi aliento.
Para vivir en tierra
no me vale tu cielo.
(Del libro “Corteza”)
BOCETO SIN MODELO
Valparaíso,
encima de esta grieta te recreo;
dibujo una ciudad idéntica a tus brazos,
un triste imaginario
de ritos sin deidad y crónicas borrosas.
Es nítida mi casa por las noches
(porque tu forma pierde los contornos),
es cálida en verano
(porque el calor del norte
sofoca los esbozos de mi marcha).
Como los cristaleros,
me alejo para ver si quedan huellas.
Regálame retratos de ti para encontrarme,
para saber que es nítido el ahora.
Yo quiero derrotar a la nostalgia,
a todos sus secuaces.
Es ciega esta plumilla que te busca,
olvida los olores, los matices,
la luz
que dibujaba tu perfil.
(Del libro “Islario”)
RAPTO
“Se existe por instantes de luz. O de tiniebla.
Lo demás son las horas, los telones de fondo,
el gris para el contraste. Lo demás es la nada”
(Rafael Guillén)
Escribamos poesía,
pero que sea sol, verdad rotunda,
como un deslumbramiento que acorrala.
Verdad sin más, relieve de un instante
que casi se modela con las manos.
No exista la impostura,
la locución vacía,
las letras que dan cuerda a los aplausos.
Cada vez que se abraza el poema:
escuecen las ideas anotadas,
el mundo se aglutina en las costillas,
fermenta la emoción,
y pesa todo, y vuelve
la intensidad del Hoy a dominarte.
Escribamos latidos, no versos,
−como siempre buscó Rafael−
con lucidez,
con fuego,
con renuncia.
Jugar al todo o nada sobre el texto.
(Del libro “Para decir amor sencillamente. Homenaje a Rafael Guillén”)
ARIADNAS
Allá en Valparaíso
tejen las pescadoras sus redes al ocaso
a través de los tiempos
aletean sus manos
entrelazando un hilo transparente
que les brota
del pecho.
(Del libro “Un kilim de palabras”)
VOCES
En mi cabeza suena
la voz de ese didacta,
que insiste en ordenar
el aire de los días.
Me grita, me endereza,
me acomoda en la silla,
su voz traspasa el muro del pasado.
Renace de un recuerdo
guardado en mis esquinas.
Se vuelven contra mí
sus lecciones de piedra.
Quiero romper su reino
de cruces y de culpa,
desatar lo que ayer fue sometido,
andar a tientas, sola,
pero libre.
(Del libro “Corteza”)
A Emilia Pardo Bazán
No consienten los críticos
sentarme en sus sillones.
No cederá su asiento el literato.
No pretendo entreabrir
esos ojos lacrados.
No deseo llegar a ellos con diplomas,
con bulas o licencias.
No soy su inspiración,
exhalo pensamiento.
Mi canto al aire tiene forma propia
de cuerpo de mujer,
es libre y anterior
a toda hechura ajena.
(Del libro “Corteza”)
31
¿Y si yo me reflejo
no en el mármol suntuoso,
no en el serio alabastro,
ni en cristales o gemas?
¿Y si mi cuerpo anida
mejor sobre pizarras,
y sobre la arenisca
deshace su canción?
¿Y si fuera perfecta
la caricia del canto que la mar ha pulido?
¿Y si soy para ti
un sencillo guijarro
en un nuevo comienzo?
(Del libro “Piedra que mengua”)
11
fui
magma
endurecido,
esfinge, león asirio,
gema etrusca, Stonehenge,
estela rúnica, columna romana,
obelisco, castillo, Machu Picchu,
muro de Buraq, Kaaba, zigurat,
sarcófago íbero, estela rúnica,
Valle de Piedras Encimadas,
dolmen de Antequera
Petra y Altamira,
crátera
Por los siglos seré
amor indestructible,
inamovible roca
enamorada y alta.
(Del libro "Piedra que mengua")
4
Tan sólo las perdidas han de buscar
intensa piel debajo de la carne,
un fuego inextinguible,
la voz agazapada en la materia.
Tan solo las dolientes y abatidas,
o las que pueden ver
−aún sobre pantanos− su retrato.
Tan solo las que emigran, las que vagan,
a las que no calienta el sol de los aplausos,
el premio de los tiempos,
aquellas que derraman su dialecto
(a modo de esperanza)
en verdades proscritas,
en círculos heridos,
y crean un reducto para ser
la piedra que su forma se sacude*.
*Intertexto de Clara Janés
(Del libro “Piedra que mengua”)
18
Ya ha muerto mi ilusión, y era tan pura.
Alumbrada en mi pecho, en ese altillo
del corazón. Qué blanco cervatillo
apuñaló el destino con premura.
Y vivo restañando mi rotura,
en ceremonia eterna, sin anillo,
como si fuera Éter, dios del brillo
que ha perdido la luz en la espesura.
Prestadme un sentimiento enverdecido,
un entusiasmo nuevo y ascendente,
un ansia alimentada por tizones.
Es triste este vivir tan carcomido,
es duro el arrastrarse en la corriente.
No es vida la que olvida sus razones.
(Del libro "Piedra que mengua")
Madre Piedra que estás en la tierra,
santificada sea tu estirpe.
Vuelva a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en el magma como en el cosmos.
El agua nuestra de cada día
dánosla hoy
para lavar el cuerpo,
para lavar el alma.
Y perdona nuestras ofensas,
nuestra extracción voraz de tu materia,
ese eterno saqueo.
No nos dejes caer en la codicia.
Y líbranos de nosotros,
Piedra Madre.
(Del libro "Piedra que mengua")
Todo un regalo. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y valoración! Tengo que actualizar un poquito esta sección y agregar los poemas de los últimos libros. En estos días lo haré por si quiere leerlos. Un saludo!!
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