Comparto la reseña que he escrito a propósito del último libro de poemas de Juana Murillo, "Luz de pizarra" (Editora Regional de Extremadura, 2021). Espero que os gusten mis palabras, y que sean una invitación a su lectura.
RECUERDO DEL AMOR ENTRE PENUMBRAS
“Luz de pizarra”, de Juana Murillo Rubio, nos trae aguaceros, paredes rotas, elementos que guardan imágenes de un encuentro, fricciones amorosas que parecen reflejarse −simbólicamente− en la opaca superficie de este material al que hace alusión el título. El libro nos transporta doblemente a algo perdido, atrapado en la oscuridad, en lo profundo, “en un lugar donde la luna nunca asomó nítida”. Pero también al territorio donde se reflexiona sobre nuestra lengua y su capacidad para comunicar las emociones, teniendo como punto de partida al amor. Podríamos decir que este poemario acompasa la temática amorosa con la añoranza, otorgándole una atmósfera casi evanescente.
Pero a pesar de abordar el dolor y lo perdido, no se recrea en él ni en la fatalidad. El conjunto es delicado, es como un velo de bruma que emociona y envuelve. Podemos sentir que recorremos casas vacías, con presencias indefinidas sin sensación de desasosiego. Podemos ver una pareja que se miente mientras se besa. Podemos oler el tiempo suspendido de las flores blancas. Es suave la brisa que se mueve por los textos y que respira. La voz poética levanta una fortificación contra el olvido.
El libro es un verdadero recorrido melancólico y emocionado por el pasado, una conversación honesta consigo misma, un detenerse en aquellas escenas íntimas con las que la poeta dialoga.
Sin embargo hay también un componente creativo, fresco, que juega con el lenguaje. Esto se ve claramente en el poema “Abecedario” (que desarrolla la idea del acróstico), en “El cuerpo habitado” o en “No anochece”. Y destaco el texto “Preguntar”, dentro de estas composiciones lúdicas, con ese magnífico final “y encontrar las respuestas/ derretidas entre las manos”.
Un abanico de versos brillantes y hallazgos poéticos nos arropará: “desde el miedo de mi nombre”, “existir en un mundo no nombrado” o “yo añadiré la tierra a tus pisadas,/ fabricando un camino con tus gestos”.
Tal como Juana Murillo sugiere en uno de los versos que abren el libro, la esencia de este conjunto quizá pueda resumirse en “el deseo de seguir reconociendo el tiempo que me forjó”. Y, por qué no, en ese anhelo profundo de encontrar las palabras precisas que puedan curar el escozor de una herida, aquellas que impidan el avance de la aflicción.
Recomiendo leer “Luz de pizarra”, adentrarse en los momentos y espacios que levanta la autora con sus versos, transitar esos lugares donde su voz busca dialogar con nosotros acerca de lo perdido.
Marina Tapia
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