EXEDRA
Ahora que la oscuridad nos sobrecoge,
proyecto sueños lúcidos,
doy la mano
a lo mejor de mí que quiere perpetuarse,
y lego
esa escasa virtud
llamada arborescencia.
Ahora os convoco, hermanos,
a este lugar de encuentro, a esta exedra,
para crear los parques venideros,
para esbozar hectáreas imposibles,
perennes plantaciones de utopía.
Que no queremos paz que no la ampare
la sombra del ciprés,
la fontana de Diana y Acteón,
las grutas
y los densos laberintos.
Dónenme las deidades equilibrio,
una cama de musgo
para mi corazón cansado de luchar,
y dentro de este huerto de razón
irrumpa la inventiva.
Hermanas,
dejemos un emblema de verdor,
y que sigan las fuentes manando
agua y sorpresa.
Amemos lo escondido,
sépalo a sépalo,
con dedos que acaricien la armonía.
Permanezcamos en lo minúsculo-infinito,
y sea tan sutil,
tan verdadero,
nuestro jardín
interior.
(Del libro Jardín imposible. Ayuntamiento de Baena)
EL ALMENDRO
Maravilla que se abre de pronto
cuando acaba febrero,
a finales del mes de la escarcha.
Pureza que inaugura los marjales,
fanal,
espejo donde asoma el devenir,
blasón
de primavera.
¿Quién te ha sembrado, almendro?
Fui yo
que por las noches alumbraba
un árbol de palomas,
un mástil, un hogar, una columna
para olvidar mi peso y mi pesar,
la cruz
de la vejez.
He querido correr, he querido saltar al vacío,
a la oscura ciudad de la pena
y tú me detuviste con tus ramas
joviales y floridas,
con esa flor de luz
y estambres que sostienen
pasión multiplicada.
Existe, sí, existe la pureza,
lo delicado vive,
aún puedo prender en el ojal
tu leve bailarina redentora,
aspirar la belleza,
la paz que permanece sin edén.
Tu savia nos eleva,
almendro,
dulzura del secano,
dulzura de mi vida
que se apaga.
(Del libro Marjales de interior. Editorial Aguaclara)
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