lunes, 12 de abril de 2021

Consagración de la primavera

El pasado domingo 11 de abril, fui invitada a participar a un evento organizado por Isacio Rodríguez y la Asociación Secretos de Granada, donde varios escritores como Josefina Martos, Ángel Olgoso, M. Ángeles Yague, Mercedes Elorza, Mercedes de los Santos recitamos poemas propios y de otras autoras y autores en torno a la primavera y a la naturaleza. Se realizó un recorrido por diversos enclaves mágicos de nuestra ciudad. Además, la visita guiada estuvo acompañada por la voz y la música de la artista Naget. ¡Fue una mañana fabulosa! Os dejo con una selección de fotos de la actividad y con algunos de los poemas que leí.
 
cartel del evento
 









EXEDRA



Ahora que la oscuridad nos sobrecoge,

proyecto sueños lúcidos,

doy la mano

a lo mejor de mí que quiere perpetuarse,

y lego

esa escasa virtud

llamada arborescencia.


Ahora os convoco, hermanos,

a este lugar de encuentro, a esta exedra,

para crear los parques venideros,

para esbozar hectáreas imposibles,

perennes plantaciones de utopía.


Que no queremos paz que no la ampare

la sombra del ciprés,

la fontana de Diana y Acteón,

las grutas

y los densos laberintos.


Dónenme las deidades equilibrio,

una cama de musgo

para mi corazón cansado de luchar,

y dentro de este huerto de razón

irrumpa la inventiva.


Hermanas,

dejemos un emblema de verdor,

y que sigan las fuentes manando

agua y sorpresa.


Amemos lo escondido,

sépalo a sépalo,

con dedos que acaricien la armonía.

Permanezcamos en lo minúsculo-infinito,

y sea tan sutil,

tan verdadero,

nuestro jardín

interior.


(Del libro Jardín imposible. Ayuntamiento de Baena)


 

EL ALMENDRO



Maravilla que se abre de pronto

cuando acaba febrero,

a finales del mes de la escarcha.

Pureza que inaugura los marjales,

fanal,

espejo donde asoma el devenir,

blasón

de primavera.


¿Quién te ha sembrado, almendro?

Fui yo

que por las noches alumbraba

un árbol de palomas,

un mástil, un hogar, una columna

para olvidar mi peso y mi pesar,

la cruz

de la vejez.


He querido correr, he querido saltar al vacío,

a la oscura ciudad de la pena

y tú me detuviste con tus ramas

joviales y floridas,

con esa flor de luz

y estambres que sostienen

pasión multiplicada.


Existe, sí, existe la pureza,

lo delicado vive,

aún puedo prender en el ojal

tu leve bailarina redentora,

aspirar la belleza,

la paz que permanece sin edén.


Tu savia nos eleva,

almendro,

dulzura del secano,

dulzura de mi vida

que se apaga.



(Del libro Marjales de interior. Editorial Aguaclara)


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