RAZÓN DE LA GAVIOTA
I
Está, planea, es
y se desplaza;
sueña un sitio en el mundo-una gruta quizá-
donde dejar sus muebles de emoción
y el existir se vuelva un acto abierto.
En búsqueda de un rostro de acogida,
de manos que reserven el fuego primigenio
o hierba que suavice el vértigo, el camino…
avanza casi a tientas.
Hace un remiendo rápido al remiendo
de todo lo que deja en el ayer.
Dónde estará el anclaje necesario
en qué salto de ola,
en qué lugar
del mundo.
II
Exiliarse fue un acto rotundo,
sin libreto, sin luces;
donde no se sabía
la forma como entrar
a escena,
las plumas que sacarse o qué ponerse.
Caminar de esa isla al viejo paraíso
urbano
y sin adentro,
a la complejidad de una ruleta,
seguir en el tablero a la dama luminosa,
ir hacia el norte armada de los puedo.
Exiliarse y arder por arraigo…
Escúchame sin prisa,
debajo tengo un fondo de aguas detenidas
y pesa la memoria
y pesa lo que arrastran los zapatos
y vivo en cada vuelo
hacia tu puerta.
III
Mi padre nos decía:
Si tienes vocación de ola y cielo abierto,
si naciste en la fuerza
del tiempo que se abría en la ventana,
ajeno a las murallas
de esta playa perdida
al sur
del mundo;
si tienes vocación de parecerte
al aire
-y en las manos-
llevas inscrito el surco del azar…
vete de aquí, emigra,
la vida que te lleva
preparará en la noche la maleta,
te brindará después
mi aliento
en el aliento
de cada atardecer.
Debes saber que el pájaro no busca,
que todo se conjuga para el vuelo.
Y yo estaré contigo.
Quedará tan atrás
aquel anonimato de la arena
y lograrás saber
quién eres, quiénes somos
pues sólo la distancia nos perfila.
(Del libro "50 mujeres desnudas" Amargord Ediciones)
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