domingo, 10 de octubre de 2021

Lectura en el Aljibe del Rey

Gracias a Francisco Acuyo y a la Fundación AguaGranada  por haber contado conmigo para la lectura realizada en el Aljibe del Rey, dentro del marco de las actividades de la Feria del Libro de Granada.
Os dejo con la noticia en prensa, algunas fotos y con los poemas que recité en ese bello Carmen del Albaycín. Ha sido una mañana de literatura, naturaleza e historia.


 
Con mis amigas y escritoras Elvira Cámara y María Ángeles Barrionuevo.

Con Francisco Acuyo, María Ángeles Barrionuevo y Elvira Cámara disfrutando de una visita guiada al interior del Aljibe del Sultán, del siglo XI.



FUENTE DE LAS LÁGRIMAS


Ignorante del agua voy buscando

una muerte de luz que me consuma”.

Federico García Lorca


Presentir la muerte en el fango,

en el liquen,

en la vegetación solemne y escondida,

saber que ya me llama Aynadamar,

que prepara un sudario,

un tálamo de tiempo,

un hábito de agua.

Juego de reflejos,

de planos,

de estaciones,

me aguardan en la Fuente Grande.

Desde la telaraña fatídica del fondo,

en la delicadeza de las libélulas que bordan la fontana,

en las plantas fosforescentes,

en la persistencia del musgo femenino,

en la ascensión sagrada de las burbujas,

todo canta,

albercas, cauchiles y atanores,

todo llama,

telúrico lugar,

sus piedras coronadas de verdor,

su comparsa de hierba y rodaje.

Río que entra en mi sien

y largamente me arresta

con sus cristales.


Saber y no saber,

presagiar

el limbo que se asoma en las choperas.


Voy a seguir cantando,

es mi única verdad,

me lo dice aquel olivo

que ha esparcido mi voz en su copa.


Seguirá refulgiendo el poema,

espádice amarillo,

en cada cicatriz de las cortezas.

Y seré de vosotros,

cuando la dula

del mañana

abra

su misterio. 

 

 

LA QUE MULLE LA TIERRA


A mi abuela María


Dejadla que ella sea la que limpie

el terreno de maleza,

la que cure con humus las heridas,

la que vigile

aquella rotación de los cultivos,

la que consuele al valle

con suaves movimientos.


Ella sabe crecer sin tutor

(felicidad furtiva),

va tamizando el mundo con cedazos

que en nada se parecen al orgullo,

recoge lo invisible

en silencios de plásticas voces.


No emite juicios, habla a cada planta,

al cedrón, a la ruda, al bailahuén,

más bien escucha

al paico, a la melisa, al arrayán.


Dejadla que ella sea la que trace

los músculos de un soto,

la que suture

la sombra forestal de los tajos,

para alumbrar la sangre que nos riega.


EXEDRA

A Margarita Osborn


Ahora que la oscuridad nos sobrecoge,

proyecto sueños lúcidos,

doy la mano

a lo mejor de mí que quiere perpetuarse,

y lego

esa escasa virtud

llamada arborescencia.


Ahora os convoco, hermanos,

a este lugar de encuentro, a esta exedra,

para crear los parques venideros.

A vosotros os llamo,

para esbozar hectáreas imposibles,

perennes plantaciones de utopía.


Que no queremos paz que no la ampare

la fontana de Diana y Acteón,

las grutas

y los densos laberintos.


Dónenme las deidades equilibrio,

una cama de musgo

para mi corazón cansado de luchar,

y dentro de este huerto de razón

irrumpa la inventiva.


Hermanas,

dejemos un emblema de verdor,

y que sigan las fuentes manando

agua y sorpresa.


Amemos lo escondido,

sépalo a sépalo,

con dedos que acaricien la armonía.

Permanezcamos en lo minúsculo-infinito,

y sea tan sutil,

tan verdadero,

nuestro jardín

interior. la sombra del ciprés,

la fontana de Diana y Acteón,

las grutas

y los densos laberintos.


Dónenme las deidades equilibrio,

una cama de musgo

para mi corazón cansado de luchar,

y dentro de este huerto de razón

irrumpa la inventiva.


Hermanas,

dejemos un emblema de verdor,

y que sigan las fuentes manando

agua y sorpresa.


Amemos lo escondido,

sépalo a sépalo,

con dedos que acaricien la armonía.

Permanezcamos en lo minúsculo-infinito,

y sea tan sutil,

tan verdadero,

nuestro jardín

interior.


ESCRITO EN LOS JARDINES DE DARAXA


¿Cómo será tu voz cuando me cerque,

cuando pasee junto a la añoranza

que siempre te ha esperado en el umbral?

Cada gota que da

tu piel

es un aljibe,

es el sabor maduro, la naranja,

color que balancea su promesa.

Cada paso hasta mí

es un rizoma

de todo lo que antaño sujetaste.

Amor de cucharadas que me sacia

porque en la plenitud fue concebido

para sembrar senderos de naranjos,

para plantar dulzor en la sequía.

Ah, tú,

rezumador,

certero,

casi exacto,

con esa infinitud que sobrecoge

mi tronco, mi moldura.


¿Cómo será mi voz junto a la tuya?



EL ALMENDRO



Maravilla que se abre de pronto

cuando acaba febrero,

a finales del mes de la escarcha.

Pureza que inaugura los marjales,

fanal,

espejo donde asoma el devenir,

blasón

de primavera.


¿Quién te ha sembrado, almendro?

Fui yo

que por las noches alumbraba

un árbol de palomas,

un mástil, un hogar, una columna

para olvidar mi peso y mi pesar,

la cruz

de la vejez.


He querido correr, he querido saltar al vacío,

a la oscura ciudad de la pena

y tú me detuviste con tus ramas

joviales y floridas,

con esa flor de luz

y estambres que sostienen

pasión multiplicada.


Existe, sí, existe la pureza,

lo delicado vive,

aún puedo prender en el ojal

tu leve bailarina redentora,

aspirar la belleza,

la paz que permanece sin edén.


Tu savia nos eleva,

almendro,

dulzura del secano,

dulzura de mi vida

que se apaga.










 

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