Agradezco al poeta y crítico José Antonio Santano su artículo sobre "Islario", aparecido en La Opinión de Málaga.
LOS TERRITORIOS POÉTICOS DE MARINA TAPIA
José Antonio Santano
Escribir puede convertirse en una apasionada manera de entender la vida o en una creciente obsesión. Esa pasión por la escritura y el consecuente aumento de la producción literaria, que no es habitual en la actualidad, se concreta en los cuatro poemarios publicados a lo largo de este año 2022: ‘Un kilim de palabras’, ‘Corteza’, ‘Bosque y silencio’ y, por último, ‘Islario’, autoría todos ellos de la poeta afincada en Granada, Marina Tapia (Valparaíso, Chile, 1975). Será de este libro último, ‘Islario’, del que hablaré en este comentario. Con un muy acertado prólogo del poeta Agustín Pérez Leal: «la alegoría que vincula la isla (el propio cuerpo…) con el viaje (lo ajeno…) articula todo este libro de un modo discreto apenas insinuado; pero por eso mismo más eficaz, más flexible y polivalente» y una cuidada edición de Amargord, el libro se compone de cuatro poemas iniciales y seis partes o secciones: Tránsito, Asomos de mar, Piedra espejo, El reino del olivo, Bajo otros soles y Camino a nuestra isla.
El verso limpio de Marina Tapia discurre por múltiples territorios, de tal manera que su relación de pertenencia a ellos marca o señala la identidad del sujeto poético y contribuye a descubrir la esencia de lo sentido y vivido, todo tamizado por el amor como elemento vertebrador de su poética, como así se muestra en el último poema del libro, ‘El sur es nuestro norte’: «Y quiero se tu puerto, / tu aldea, / tu morada, / sagrada sencillez, / paisaje que te vela en la distancia, / mirada que atestigua / sutiles movimientos del andar. // Isla que va creando su compás…». La fuerza de la palabra que crece en cada poema-isla y nos invita a un viaje al centro mismo del corazón («Mi corazón que late / es una isla, / único territorio, / arrecife de planos, / el punto de partida / para el viaje»), de la mirada que descubre paisajes y paraísos soñados. En este «tránsito» («No sé si tiene nombre de lugar / la tierra / que ansío recorrer…»), Marina Tapia busca el amor como único amparo: «¿La ciudad que yo espero deletrea el amor?», se pregunta, para seguidamente impregnarse del salitre marino y navegar hacia el íntimo silencio de los mares: «Mediterráneo, / recojo tus esencias, / tus cruces de destino, tantos ecos. / Yo vine para oírte, / para maravillarme con lo ausente…», de las Islas afortunadas o Vancouver Island, de la piedra («La piedra castellana, / casi lunar, tan áurea…») o al de los olivos en Baeza o Iznájar. Un halo de nostalgia contenido se aprecia en estos poemas, sobre todo, cuando nombra su ciudad de nacencia, «Valparaíso, / encima de esta grieta te recreo…». Poesía para degustar, en suma.
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