Fue un verdadero gusto presentar uno de mis últimos libros (Corteza) en mi pueblo de adopción, La Zubia. Vivimos una tarde emotiva, en la que todos estuvieron sembrados en sus intervenciones, incluido el público asistente. Una tarde para el recuerdo que siempre llevaré en el corazón. Mi gratitud a todos los que nos acompañaron. Os dejo con mis palabras de presentación y algunas de las fotos.
Muchísimas gracias a todos por acompañarnos en un día como hoy, con tantas actividades y en este tiempo de fiestas patronales. Gracias por supuesto a Cristina López Gollonet por ayudarnos tan gentilmente a preparar el acto; a Rebeca Sánchez, nuestra querida Concejala de Igualdad por su cálida intervención; a Pepa Merlo, editora y excelente escritora e investigadora por su impagable apoyo, y a Álvaro Salvador, gran poeta y profesor de la Universidad de Granada, por las maravillosas palabras y el profundo análisis dedicado a “Corteza”.
Presentar este libro en mi pueblo de adopción, La Zubia, supone un enorme gusto ya que es aquí no sólo donde vivo sino también donde desarrollo, desde hace ya varios años, una de las actividades que más me ilusionan y me nutren: compartir con otros la lectura, el análisis y la creación poética mediante talleres de poesía. Impartir cursos en espacios tan especiales como la Biblioteca Miguel Hernández o como el Centro Cultural Carlos Cano, es para mí un íntimo y secreto orgullo. Disfrutar de la estimulante experiencia de entregarme -de manera habitual- a la preparación de contenidos tan vitales como lo son lenguaje y la poesía; de transmitir conocimientos de forma clara y dinámica; de amparar aquel maravilloso entusiasmo lector y creativo de los participantes; o la alegría de leer y releer poemarios de distintas épocas, y así ofrecer un destilado amable de las obras escritas en verso. Disfrutar con lo que se realiza es, en definitiva, el mejor regalo, una especie de sueño cumplido.
Además, como La Zubia es un lugar muy activo culturalmente y muy comprometido con los derechos de la mujer y la igualdad, el haberme asentado en este vibrante y hermoso lugar después de un largo periplo, y junto a la persona que amo, es otro de esos presentes de la vida. E igualmente me siento afortunada por haber participado como poeta en muchas de las actividades que aquí se realizan como el Festival de Poesía en el Laurel, la antología contra la violencia de género “Dafne”, las lecturas de la Casa con Libros, las veladas “Cultura bajo la luna” de la asociación “Al Borde de lo Inconcebible”, el ciclo de charlas “Mujeres brillantes”, la inauguración del “Centro de Igualdad 13 Rosas”, etc... Todas estos eventos encienden un calorcillo interior y me hacen sentir parte de la familia de este pueblo, de su empuje y de todo lo bueno que cobija.
Vivir la poesía a un paso del bellísimo espacio natural de Cumbres Verdes, al que acudo casi a diario para reflexionar y escribir, es otro de los impagables obsequios que este enclave nos hace. Por eso, y por todas las amistades que he conocido, me siento muy feliz de que presentemos aquí este trabajo poético, quizá el libro más confesional que he publicado. Puede ser que hayan influido en el título del poemario justamente esos pinos de corteza áspera que abundan en la zona, que observándolos haya podido ordenar −en torno a ellos− ese grupo de poemas más duros escritos durante varios años y reunidos en este volumen. Corteza para decir piel, fragilidad, envoltura con la que nos enfrentamos al mundo. “Quiero raíces hondas, ramas altas [...] y soy una mujer. Apenas algo/ carne desnuda, sola, desarmada” escribió Ángela Figuera Aymerich. Y he tomado prestados estos certeros versos a modo de cita para compendiar la esencia del libro: esa dualidad de fortaleza e indefensión que sentimos las mujeres dentro del contexto −pocas veces favorable− de la sociedad. Pero busqué no sólo plasmar los condicionantes del mundo, sino también la forma de escapar de ellos, de elevarnos sobre la realidad: a través de la sororidad , del ejemplo de las otras y de la conciencia de nuestro cuerpo. Por eso en el libro estarán presentes mujeres-faro como las que fueron represaliadas, las apartadas de las academias como Emilia Pardo Bazán, las que fueron fieles a sí mismas como Emily Dickinson o las que buscaron la paz y la convivencia armónica entre los pueblos como Gabriela Mistral. Pero no quiero alargarme explicando mi trabajo, poco se puede decir después de la brillante exposición de Álvaro Salvador. Quisiera, más bien, leeros alguno de los poemas e introducirlos y comentarlos según sea el caso. Muchísimas gracias de verdad por escucharme.
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