martes, 11 de abril de 2023

Reseña de "Islario" en revista Quimera (por Jesús Cárdenas)

 


Islario”

Marina Tapia

AMARGORD: MADRID, 2022

88 Págs.


MAPA EMOCIONAL


Por Jesús Cárdenas


Queda fuera de duda que la auténtica poesía, antes que nada, transmite un considerable caudal de emoción. Después, podrán venir la ficción, los rasgos de estilo, etcétera. Al hablar de sensibilidad, recomendamos este “Islario” (Amargord) de la poeta de Valparaíso afincada en Granada Marina Tapia, autora desde una década con libros como “Marjales de interior” (Aguaclara, 2017) o “Un kilim de palabras” (El Sastre de Apollinaire, 2022), entre otros.

Entre la pérdida y el arraigo, entre lo otro y los adentros, recorre diferentes territorios, islas e interiores, articulando −como recoge tan certero en el prólogo Agustín Pérez Leal− «todo este libro de un modo discreto, apenas insinuado». El esfuerzo de la autora radica en cartografiar, asomarse, mostrarse veladamente. Porque la poesía es emoción contenida y en “Islario” se muestran las habilidades de Tapia por evocar imágenes.

El libro se concibe con una serie de hitos que viran de lo exterior a lo interior, del mar lejano al hogar presente. De las citas rescato la de María Zambrano («Una isla es para la imaginación / de siempre una promesa»), porque estos poemas son posibilidades de una vida. El sentido del libro se presenta en unos versos del poema sin titular con el que se inicia la lectura: «Y aunque transite el mundo palmo a palmo, / es la región indómita, / el viejo paraíso lo que ansía».

Es conmovedor el recorrido por “Islario”. En sus paradas hallamos una buena dosis de extrañeza: en ocasiones, una ensoñación; en otras, zozobra ante la añoranza y la necesidad de arraigo. Así, se muestra en «Boceto sin modelo» como un zarpazo tremendo y un desgarro interior en quien siente su hogar remoto pero no olvidado: «Valparaíso. / encima de esta grieta te recreo». Más adelante Tapia escribe: «Regálame retratos de ti para encontrarme, / para saber que es nítido el ahora».

Junto a las islas (Tenerife, Pascua…), el mar −también como símbolo− precipita lugares de extraordinaria belleza. El mar que «construye el paraíso de la calma» en el magnífico «Vancouver Island». En él un rasgo atraviesa otras composiciones que nos acercan a tierra firme: basta con el poder de los nombres para que no caigan en el abismo de la desmemoria («No quiero más terreno que tu nombre»).

Entre la ida y la llegada, poemas como «Brújula», en cuyo interior Tapia sabe bien balancearse en los endecasílabos con el ritmo que le proponen el enfático y el heroico para terminar con el heptasílabo: «Debo sentir la tierra como un todo, / mirar a las ciudades desde el faro / sensible del asombro». En estos versos que inspiran verticalidad se presiente la tensión, un nudo de contrarios: la tierra frente al aire y al mar; he ahí su poder magnético y su evocación, ¿punto de partida o de llegada?

Con la llegada del sentimiento amoroso, el punto de arraigo será la ciudad de Lorca. En el poema de dos secciones «Razón del desembarco» se revela la ciudad asombrosamente: «Él me mostró Granada entre la bruma, / me dijo que la Alhambra / domesticaba al sol si es necesario, / él me buscó un refugio entre la piedra». Más pasional y lorquiana resulta la composición «Estampas de 'La Fuente'».

Al final de esta singladura que es “Islario”, y tras el proceso de sumersión en diferentes paisajes, espacios plenos de emoción contenida, el lector arribará finalmente a una isla íntima y gozosa.


Jesús Cárdenas

No hay comentarios:

Publicar un comentario