viernes, 20 de junio de 2025

Reseña de "Bajo los astros de la repetición" en Moon Magazine

Bajo los astros de la repetición, de Julia Otxoa: escribir desde las ruinas

Galardonado con el Premio Euskadi de Literatura 2024, Bajo los astros de la repetición, de la poeta donostiarra Julia Otxoa, nos ofrece una voz que conmueve, a la vez que sorprende, por su gran fuerza lírica. Agradecemos a Marina Tapia esta recomendación.

Marina Tapia — 19 junio, 2025




Bajo los astros de la repetición, de Julia Otxoa: escribir desde las ruinas

Julia Otxoa, en su cuidadísimo libro Bajo los astros de la repetición (Premio Euskadi de Literatura 2024), publicado por Averso, nos ofrece una voz conmovida ante este mundo desigual y tantas veces cruel, que nos sacude. Su mirada hacia la actualidad y hacia el pasado, siempre desde una clave lírica y nada coloquial, sorprende y emociona. Es un libro trabajado al máximo, bajo la exigencia autoimpuesta de buscar —con un decir contenido pero a la vez fluido— razones de esperanza.

Dedicado a su compañero de vida, al artista y escultor Ricardo Ugarte, el poemario posee gran coherencia, revela una insubordinación ante el decir y, también, ante lo que se calla. Una narración donde se abordan diversos hechos y acontecimientos que han marcado a la poeta y a la humanidad, y donde se esboza el amor, la comunión con la naturaleza y la solidaridad como bálsamos esenciales.

El libro está dividido en dos partes: «El limón y la espada» e «Insiste la belleza entre las ruinas», dos partes que se complementan totalmente. La primera, con poemas de aliento largo y que rinden homenaje a figuras tan significativas como Vasili Kandinski, René Char, Ósip Mandelshtam, Albert Camus, Hannah Arendt, e incluso al propio abuelo de la autora o al mítico personaje de Antígona. El segundo bloque contiene bellísimos poemas breves (incluso de un solo verso), plenos de una potencia que es fruto de conclusiones muy meditadas y que definen la postura de la creadora: «Son las interrogantes las que hacen posible el vuelo, poderosa poética de lo pequeño», «Memoria, elevación de un lápiz al altar / de las resurrecciones», «Son las cicatrices lazarillo del corazón», «No hay otro modo de ser para mí que el de la llama», «Derramamos el agua sin leerla». Rotundas afirmaciones que desean apresar la esencia de su pensamiento, reflexiones a conciencia acerca de quiénes somos, y de cómo enfrentarnos a las herencias colectivas y a la búsqueda de una identidad más acorde con los valores humanos.

El conjunto se abre con una pregunta: «¿Dónde la llave?» Y abrirlo con esta interrogación da clara muestra del espíritu que ha movido a la autora a emprender ese viaje interior —que es la poesía— en busca de certezas. Hay un deseo de romper «los años de nieve», el frío, el invierno, el hielo; en definitiva, la dureza del mundo, con sus injusticias, guerras y contiendas absurdas que nos inmovilizan.

Vivimos en un siglo bárbaro / pero ¿cuál no lo fue?

Muertos y más muertos, con su quema de libros, con el avance de la desmemoria, la indolencia y la mudez, también el entierro de la esperanza que suponía el arte y la civilización. Debemos seguir sublevándonos ante los horrores.

Leyéndola recordé el espíritu culturalista de El bosque errante de Juan José Castro, y la voz estremecida de Ángela Figuera Aymerich. Julia Otxoa encuentra una forma de decir que recoge la sustancia de la poesía desarraigada y del 50’, pero con un lenguaje más simbólico, lírico y trascendente.

La palabra como un acto de humildad, de clemencia por nuestro silencio colectivo y nuestra no implicación ante las problemáticas sociales. La poeta pide perdón por su torpeza al nombrar el horror; y son los pájaros, el vuelo, la naturaleza los que apuntan hacia otra realidad más alta, esa que salva al ser humano, esa que nos reconcilia con la vida. «Nos une el silencio», «las palabras que escribo no son la palabra», «mirad todos, mi rostro sin lengua», «cada traducción que hago del universo / me parece una impostura», reconoce Otxoa señalando la imposibilidad de exorcizarnos, esa impotencia de nombrar el dolor así como el enigma de la existencia.

Él me recuerda con sus versos / que caminamos bajo los astros de la repetición.

Estos versos tan significativos, y que recogen el aliento central del poemario, nos hablan de una historia que se repite, del olvido y la desmemoria, del no aprendizaje, de nuestra inconsciencia a pesar de ser, supuestamente, la cúspide de la pirámide evolutiva. Gracias, Julia, por conmovernos y convocarnos a ese acto de rebeldía y lucidez que es la lectura, que es creer que los buenos libros pueden cambiar el mundo.

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