miércoles, 11 de junio de 2025

Reseña de "Jornadas neorrománticas", de Sebastián Waldo en CaoCultura

Gracias por la publicación de mi mirada lectora al poemario "Jornadas neorrománticas", del poeta chileno Sebastián Waldo, a María Angeles Robles Morales, de CaoCultura. Espero que os gusten mis palabras. ¡Sigamos leyendo y compartiendo! 




NOSTALGIA, SUTILEZA Y ESTACIONES

Encontrarse con “Jornadas neorrománticas”, del poeta chileno afincado en Granada Sebastián Waldo, es volver al universo de la poesía de mi tierra natal, a los ecos de Jorge Teiller y su poesía lárica. Podemos decir que un Tellier contemporáneo vive entre sus páginas y nos invita a realizar un verdadero viaje a las brumas del territorio austral, a ese lugar perdido en la memoria, entre esteros, lámparas ciegas, casas en ruinas, con el raído rumor de las hojas y la guerra de lluvia en los tejados. Me hice con este libro la pasada Feria del Libro de Granada, en la caseta de Averso/Aliar, y en él he hallado un trozo vivo de mi pasado, un pozo donde confluyen sensaciones que había perdido: mundos que sólo pueden crecer en el territorio latente de la poesía chilena.

El poeta apresa impresiones muy leves, e intenta definir elementos atmosféricos a través de imágenes novedosas: “Sabes bien que el estío nace / de las más breves tinieblas”. O momentos concretos del día a través de la potencia y claridad de una imagen: “Apaga todas las luces / para que la noche descubra / su verdadero rostro.”, “los astros mueren cada noche / para nacer de nuevo en el canto de los gallos”.

Bajo la estructura de anáforas y repeticiones, que mantienen un ritmo sostenido en las estrofas, Sebastián Waldo levanta composiciones sólidas, de alta coherencia, con buenos finales, títulos precisos y musicalidad gustosa.

En el poemario encontramos palabras de origen mapuche o de árboles y plantas originarias de Chile que otorgan una prestancia colorista al libro (queltehues, aromos, imbunches…). En él los pueblos −no las grandes ciudades− y su nostalgia de historias están reflejados. Barcos extraviados, trenes que se marchan hacia pueblos de la memoria, espejos que ya no guardan el recuerdo de los rostros, fantasmas, chimeneas, caminos polvorientos y casas de piedra: símbolos muy contrarios al progreso, muy alejados del paisaje de prisa y rendimiento de la sociedad actual donde solemos movernos. Y es justamente por eso que agradecemos esta voz auténtica que nos transporta a su eternidad detenida, a ese paraje de vientos que dominan todo (hasta los reflejos, el mundo privado y las esperanzas), a un desfile de naturaleza casi anacrónica que es tan emocionante recuperar. Porque los escenarios de Waldo son, de alguna manera, los de esa juventud que todos hemos vivido, un espacio donde el amor deformaba la realidad, donde el tiempo y las horas estaban a merced de nuestra ensoñación, donde la capacidad para expandir un instante era moneda corriente y el verdadero tesoro de ese periodo. Leyendo estas “Jornadas neorrománticas” (Averso, colección Perversa, 2015), título que ya nos anuncia claramente la voluntad del autor por sumergirnos en una época pasada, los lectores sentiremos que no sólo se puede llegar a la contemplación del paisaje y a la reflexión acerca de la fugacidad de la vida a través de las corrientes orientalistas (tan de moda actualmente), sino también a través de estos ecos presentes en el universo lárico, en la pulposidad de la mirada y del decir de latinoamérica.

Invito a leer a este autor con voz propia, que trae a nuestro panorama una corriente fresca, magallánica y un imaginario nostálgico y reinventado.

Marina Tapia

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