domingo, 28 de noviembre de 2021

Palabras para DICCIONARIA




  Palabras para DICCIONARIA UNA

   

 Leer un libro tan luminoso ha sido una de las experiencias más estimulantes y enriquecedoras en esta época de mi vida, en la cual, se duda si las palabras pueden representar con exactitud nuestro trayecto como mujeres, nuestras sutiles o arrebatadoras sensaciones físicas, o aquella manera profunda y alambicada con la que percibimos la realidad. Este volumen llega como un bálsamo reparador de las grietas y fisuras que dejan los que usan ásperamente el lenguaje, repitiéndolo y repitiéndolo, o sin revisión alguna. Los que lo castigan con frecuencia, los que no aprovechan a sabor las múltiples maneras de abordarlo.

Este conjunto es un maravilloso regalo para todas y todos−, casi una hazaña, una empresa audaz en la cual se ha embarcado un valiente grupo de poetas, para entregárnoslos como un obsequio lingüístico que cosquillea y renueva nuestra psique.

    ¿Por qué no deberíamos reapropiarnos del lenguaje? ¿Por qué no podemos dar un nuevo valor a cada término ya desgastado, buscar un significado más hondo y verdadero a esas palabras que entrelazan a los seres humanos? ¿Por qué no recuperar esa tibieza de las palabras maternales o recoger su cualidad simbólica?

    Si a comienzos del siglo XX algunos movimientos como el creacionismo de Huidobro se atrevieron a explorar la vertiente lúdica del lenguaje, lo hicieron partiendo desde el yo, desde los egos, guiados por un afán tanto de inventiva como de autoafirmación. En cambio, este es un volumen colectivo que parte de una premisa totalmente distinta: “Nace de la necesidad de recoger o crear palabras para experiencias femeninas que sentíamos que había que nombrar”, según versa en la introducción de esta primera entrega de DICCIONARIA, coordinada por Ana, Diana, Eva, Juana, Luz, Mara, Maribel, Nieves y Yaiza, y también por muchas otras mujeres de la Asociación Genialogías, que colaboraron de una u otra manera.

Los cinco sentidos, la poesía, la intuición, lo visionario, lo arcaico… son algunos de los elementos que conforman el territorio de este bellísimo compendio. En él está muy presente la infancia, dándole el valor que nuestras madres le otorgaron, recogiendo el “balsamar”, el “arrorró”, el “suatinar”, así como personajes de cuentos tradicionales, que prestan su cualidad más notable para volver a transitar nuestro mundo de adultas: “pulgarcía”, “luzhada”o “escobada”.

    El perfil del humor, de la ironía y de la risa (que denuncia o revela alguna situación) está muy presente. Me enamoraré de términos como ‘Englorietá’: “Henchida por la lectura o escucha de un poema de Gloria Fuertes”; ‘Yermabuena’: “Por extensión, mujer sin criaturas que es dichosa, y por donde habla exhala olor a chicle de este aroma; o ‘Matraquera’: “Presión social que martillea a las mujeres en sus decisiones sobre la maternidad”.

    Y como las mismas compiladoras nos cuentan en el prólogo, “¡Cuántos nombres también para una amiga! Lucernaria, remedia, solera, ángela, balsarrama, asidera, madrina, comadre… ¡Qué escuela para nosotras! Es decir, qué alegría profunda de mujeres que nos reconocemos, en pie, aprendiendo juntas a vivir”.

    Disfrutad de este libro, iluminaros con su hoguera viva, sentid la dulce sombra de María Moliner paseando por sus páginas, dad vuestra mano a la poeta Enheduana que, desde los albores del lenguaje, escribe sus himnos. ¿Y qué sino a una especie de cántico aspiramos al nombrar? A ese impulso de establecer un fuerte lazo con todo lo que nos rodea, buscando la precisión, la belleza del habla, que atrapa y libera al mismo tiempo la infinitud del mundo.

Marina Tapia





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