lunes, 25 de noviembre de 2024

"Signos armados" en la revista Anfibia de poesía

Qué alegría poder compartir en la revista literaria Anfibia, una muestra de mi metapoesía visual. Gracias a Marisa Bello, Salomé Ballestero y Pilar Trol por facilitar su publicación en tan interesante espacio!! Espero que os guste. También encontraréis una entrevista, y una fotografía muy bella de mi hermana Gloria Tapia.


SIGNOS ARMADOS

La metapoesía, una serie de impactos visuales y conceptuales, destilaciones personales de poesía concreta y una especie de declaración de principios son los elementos que vertebran ‘Signos Armados’.

           El color azul de los modernistas, pero también de los azulejos portugueses, recorre estas láminas sutilmente. Con esto he buscado hacer un guiño a Óbidos, villa en la que viví y realicé mi propuesta, el mes de octubre de 2023, gracias a Granada Ciudad de Literatura UNESCO que me brindó esta oportunidad a través de una residencia literaria.

            Como ya planteó el grupo Noingrandes en Brasil en la década del 50’, un poema concreto ocupa el espacio dado por la página como herramienta expresiva, arriesgándose a jugar con la disposición del texto sobre la hoja, dando importancia al lenguaje visual. Y yo he querido tener como punto de partida las tipografías, los espacios en blanco, las señales de tráfico, la cartelería publicitaria, los supuestos símbolos universales, es decir, lo icónico, para luego llevarlo al terreno de lo metapoético, del análisis del acto de escribir poemas en la actualidad y, con pocos elementos y versos, transmitir una idea, una postura vital o una emoción. Desde sus comienzos la poesía concreta buscaba una “economía” del lenguaje, y en esa estela he deseado seguir con este pequeño trabajo. Además, usando programas y herramientas digitales muy sencillas para su realización: en este caso lo importante era la reapropiación de lenguajes populares empapándolos del análisis acerca de la poesía y los poetas. De alguna manera, no solo tiene ecos de los admirados y conocidos españoles Joan Brossa y Cuca Canals, también de artistas de mi tierra de origen −Chile−:  en estas láminas late con fuerza el legado de Nicanor Parra, Guillermo Deisler o Carmen Berenguer que, con tanto acierto, fusionaron imagen y palabra. Ellos y muchos más autores que abordaron y dialogaron con lo plástico, han sido mis referentes en esta búsqueda.

            Cierta profundidad, amor por la lengua y en especial una mirada esperanzada y teñida con leves toques de naif podrá apreciar el que se acerque a mis ‘Signos armados’.

Marina Tapia




Mi reseña de "El bosque errante" en Culturamas

Encantada de reseñar "El bosque errante", de Juan José Castro Martín, en la revista Culturamas


RASTROS Y SILENCIOS EN EL BOSQUE

Navegar por el maremágnum de publicaciones actuales, elegir qué leer en este presente abigarrado de tinta impresa, ser fiel a un pálpito interior y escoger libros de poesía alejados de corrientes y grupos mayoritarios, desvinculados de la lírica pop, es casi un atrevimiento, un acto de lúcida rebeldía. Dar ese espacio a escrituras que arriesgan, que ponen en pie libros complejos, que apuestan por el lenguaje, fieles a su búsqueda, es ser conscientes de que nuestro tiempo puede enfocarse al enriquecimiento personal y no sólo a un voraz consumo sin filtros, es como clavar una bandera en el Ártico o en un páramo perdido.

El bosque errante, de Juan José Castro (Motril, Granada, 1977), tan bien editado como de costumbre por Reino de Cordelia, es un poemario que nos llega con el reciente aval del premio de Poesía San Juan de la Cruz, otorgado por la Academia de Juglares de Fontiveros.

El conjunto se estructura en seis partes: ‘El aliento y el barro’, ‘El éxtasis y el llanto’, ‘La corriente cautiva’, ‘Las voces y el letargo’, ‘El bosque errante’ y ‘El temblor y el barro’. Como se puede apreciar, la idea del barro abre y cierra el conjunto, quizá porque este material hecho con esos elementos primordiales que son la tierra y el agua, está asociado al mito de la creación, a Adán, al comienzo en el Edén, en ese bosque primigenio. El barro se adhiere, mancha, marca la piel y nos recuerda que lo que ahora somos es gracias a siglos y siglos de evolución, pero que −a pesar de ese distanciamiento con los paisajes salvajes y abiertos que nos tocó domar− aún conservamos nuestra esencia, ese fuerte lazo con las materias originarias, con la naturaleza, con sus bosques, montañas, mares y llanuras. Y esta idea se refleja muy bien en el ‘alma’ del poemario. La voz poética vive en una secreta comunión con el alfabeto de las lluvias, estableciendo lazos de intensa intimidad. Sentimos que el poeta es capaz de escuchar perfectamente al mundo, que le habla a través de secretas señales y manifestaciones. El universo está allí fuera cantando alto, con su murmullo y también con su deletreo feroz. Sólo espera nuestra atención, nuestro asombro, que nos maravillemos con el devenir de las cosas y de los seres, que lo bauticemos con palabras. “Eres una suma de intemperies”, “cae la nieve con voluntad de ser en su sonido”, “musgos, innumerables trinos blancos”, “el bosque silba en las hayas y en los huesos ruge su asamblea de lluvias”.

Es un libro muy pensado, muy estudiado, con una clara voluntad de ordenar las ideas y presentar a los lectores bloques estructurados que serán el deleite de los que amamos la claridad. Poemas por lo general de aliento largo, prosas poéticas de versos contundentes y desarrollados sin miedo, textos empapados de filosofía −especialmente la de pensadores alemanes−, poemas que van envolviendo con su denso ramaje y que muchas veces nos dejan sin aliento. Tenemos que detenernos para asimilar el cúmulo de sensaciones y reflexiones que despiertan, tenemos que degustar la simbiosis de imágenes superpuestas. La metapoesía, con un telón de fondo cultural y existencial, recorre el camino de las páginas; la fidelidad a una vocación literaria; la palabra y el arte como elevación y salvación en tiempos de guerra, y la fragilidad del lenguaje. Pero no sólo hallaremos estos parámetros intelectuales, también brilla en el libro el cuerpo, la carcasa humana que celebra o llora, la frágil osamenta dolorida, el rítmico bombeo de la sangre, la materia frágil que alojamos. Cuerpo, siempre cuerpo, además de mente.

A Vladimir Holan, Friedrich Hölderlin, Else Lasker-Schüler, Paul Celan, Nelly Sachs, Gustav Mahler, Albert Camus, Gustave Moreau, Simone Weill, Vicente Aleixandre y a tantos otros da voz Juan José Castro Martín, o entabla con ellos un diálogo. Nuestros oídos ensanchan su universo, estableciendo con estas voces y ecos del ayer una especie de intimidad. Y no importa que no conozcamos a fondo a los artistas o escritores que se asoman en El bosque errante, a los que el autor rinde su vívido homenaje, porque hay un juego de médium y voces resucitadas, trayendo lo más esencial del pasado sobre la güija de la página. Áspero bosque del idioma, fabuloso animal del silencio. Palabra y silencio, oxímoron que se complementa.

Haciendo un guiño a Alberto Gordo en su artículo acerca de Thoreau, rescato esta valiosa idea: “superar la visión antropocéntrica y alcanzar una visión ecocéntrica”. Y justamente es ese el espíritu que se puede percibir en este poemario: la visión del ser humano integrado de forma indivisible en la tierra, en el viejo paraíso que habita.

Tal como decía nuestro querido Vicente Aleixandre, “los poetas, si algo son, son indagadores de la realidad; no inventan nada: descubren, enlazan, comunican. Cada cual llega a su límite. Ninguno está a solas. Y todos poseen en la suya una posible voz general. Y quien no la poseyese no sería un poeta comunicable, es decir, no sería poeta. Donde uno queda el otro avanza. Y donde este termina el siguiente toma el relevo”. Sirvan estas sabias palabras del maestro como una invitación a los poetas a seguir creando en esa estela de descubrimiento, de valoración del legado, de dignificación. Juan José Castro Martín abre camino con sus versos, enciende luciérnagas, deja migas de pan para los errantes que transitan perdidos este vasto bosque. ¡No dejéis de leer este libro!


Club de Lectura Letraheridas

Fue un verdadero gusto realizar el pasado jueves la ruta literaria de "El segundo hijo del mercader de sedas", de Felipe Romero, junto al Club de lectura LETRAHERIDAS que tengo la suerte de coordinar. Gracias al Ayuntamiento de Huétor Vega por el apoyo al Club. Nuestro recorrido comenzó en la calle Lepanto (en el hostal que lleva el nombre de la novela), seguimos hasta la Alcaicería, luego a la Plaza de las Pasiegas, subimos al Albaicín por la Cuesta de San Gregorio, llegamos al Aljibe de Trillo y ascendimos buscando la Cuesta María de la Miel. En cada parada leímos fragmentos del libro. Y nos hubiera gustado terminar el la Abadía del Sacromonte (lugar tan presente en la historia) o en el Carmen de los Mártires, pero en otoño los días son más cortos así que rematamos nuestro paseo en el Albaicín. ¡Viva la lectura compartida!




Reseña de "Cuando susurran los cipreses" en Moon Magazine

Un verdadero gusto comentar el excelente libro "Cuando susurran los cipreses", de Ana Isabel Alvea Sánchez, en Moon Magazine. Espero que os gusten mis palabras y os animen a leer este poemario.




Cuando susurran los cipreses, de Ana Isabel Alvea Sánchez, editado por Cypress Cultura en su colección Poesía Al Albur este 2024, es un excelente poemario que nos transporta a esas sensaciones profundas y sutiles que la naturaleza despierta en nosotros. En este sexto trabajo de la autora sevillana, podemos apreciar una voz madura que se vale de lo esencial para transmitirnos su mensaje. Una poesía sin adornos, limpia, armónica, y empapada de reflexión.

Tal como nos recuerda el naturalista Joaquín Araújo, «somos como somos, en no poca medida, porque fuimos bosque. La condición humana se inició en la espesura de las frondas». Y este conocimiento esencial está sugerido en el bello título del libro. Los cipreses susurran porque, de alguna manera, se comunican entre sí y «nos» comunican. Reconocemos la vida y la vibración de los árboles porque nuestros ancestros han habitado en sintonía con ellos, en una relación más íntima y estrecha. El paisaje no sólo estará presente a lo largo del poemario como elemento simbólico, también como fuerza activadora de una verdad interna. Parafraseando a la poeta chilena Eliana Navarro: «El mejor profesor es el paisaje».

Quizá el elemento del tiempo, de su paso, sea otro de los protagonistas del conjunto. La voz poética se diluye muchas veces en la conciencia de ser respiración que cesará un día. En el poema «Revelaciones» nos aclara: «El tiempo es contumaz en sus destrozos». Con versos cortos o de extensión muy cincelada, Ana Isabel logra plantear disquisiciones complejas en estrofas reducidas, compone una imagen panorámica con las piezas justas y siempre logra envolver a los que leemos de una sensación sutil de melancolía, esa que nos producen los días y los momentos que —irremediablemente— siempre se marchan:

«Somos un curso sin memoria / que volverá a reincidir / en lo mismo» nos dice.

Con esta poeta me he sentido hermana en la mirada, en la actitud de contemplación, en la búsqueda filosófica y de lo esencial; veo en ella una lectora voraz con una escritura muy pendiente del oficio y del autoconocimiento. «Saber cuándo ser fuego / cuándo ser tierra», «y tú ovillo contraído / que los dedos del lenguaje distiende», «cada cual se cultiva en su ceguera».

Lenguaje cercano, parecido al haiku sin necesariamente serlo, aunque encontremos muchas de estas piezas en el libro. Un conjunto donde abundan las estampas, bellas impresiones recogidas en un museo, o en el balcón de su casa. Una especie de cuaderno de campo, de bocetos perfectamente delineados para pintar lo primordial de lo que se contempla. Todas las composiciones del conjunto tienen como denominador común una voz atenta al tacto, a los elementos sonoros y olfativos, a las cualidades de las luz y los colores para dar más intensidad al poema. No se abusa nunca de los adjetivos. Son textos donde brillan los verbos y la presencia diluida de un interlocutor con el que dialoga en voz baja.

La poeta se contempla en objetos concretos de la realidad, en ellos reconoce un reflejo de la humanidad que les imprimimos al modelarlos o construirlos. Ante sus ojos, todo puede ser propicio para la indagación. Pero la autora no se sitúa en el centro del cuadro, no es un «yo» constante y aseverativo, hay un adecuado distanciamiento, un situarse en un punto esquinado para ver con más claridad, quizá porque asume su cometido de demiurgo, porque su decir tiene algo de colectivo, es una voz catalizadora de un paisaje humanizado.

En el poema «El telón», resulta muy interesante la reflexión hecha a partir de algo tan específico y significativo a la vez: la cabalgata de Reyes Magos. A este texto le seguirán otros donde la infancia, el juego y el verano se apresan de forma muy lograda.

Hallaremos versos con muy buenos finales, de gran carga simbólica, como «toda la vida estaba aquí / en el estribo de nuestras pulsaciones», «esa brecha en las manos / que nos labra por dentro», «somos el bastión de un castillo en ruinas / y nos crecemos / en el constante asedio de los años» o «la ilusión colma toda la estancia / como cuando niños».

En la parte final de Cuando susurran los cipreses, lo metapoético y el planteamiento de la relación con la escritura serán el eje. Como diría la escritora María Sánchez Almáciga, «lenguaje para pensarnos e imaginarnos».

Invito con verdadero entusiasmo a leer a Ana Isabel Alvea Sánchez, la solidez de su trabajo os envolverá y brindará ese espacio tan necesario para el encuentro con nuestras emociones y pensamientos, para vivir la vida más intensamente. Como la buena poesía suele hacerlo.

II Recital Vega Poética

El viernes 18 de octubre participé en el II Festival Vega Poética, celebrado en el Centro Cultural de Churriana. Gracias a Javier Gilabert y al Ayuntamiento de Churriana de la Vega por haberme convocado.





Círculo Literario de La Zubia

Ayer, 4 de octubre, en La Casa Con Libros, nuestro grupo Círculo Literario de La Zubia dio a conocer su proyecto y ofreció un pequeño recital. Gracias a todos los asistentes por acompañarnos en este momento tan especial y creer en esta iniciativa de sinergias creativas. El Círculo está integrado por Alicia Choin Malagón, Susana Drangosh, Rosa Gamero, Varo Huertas, Luis Melgarejo, Paloma Moreno Ruiz, Ángel Olgoso, Virtudes Olvera Lopez, Juan Carlos Rodríguez Torres, Francisca Sanchez García y Marina Tapia.







domingo, 24 de noviembre de 2024

Festival Internacional La mujer en las letras

El pasado viernes 27 de septiembre celebramos un año más en el Centro de Igualdad Carmen Jiménez de La Zubia (Granada) el Festival Internacional La mujer en las letras (Academia Nacional de Geografía e Historia UNAM) con la dirección desde Méjico de Beatriz Saavedra. En el acto participaron como poetas Ivoonne Sánchez Barea, Marina Tapia y Alicia Choin Malagón. También pudimos disfrutar de la música de la maravillosa oboísta Alicia Triviño Ferreira.