Como algunos sabéis, he estado leyendo y dando a conocer los 'recados' de Gabriela Mistral. Un tipo de escritura particular que ella creó. Aquí os dejo con unas reflexiones personales y con un 'recado' escrito por ella (publicado en 1925 en el periódico El Mercurio). En él, la poeta reflexiona acerca de los dos animales del escudo de Chile. Espero que os gusten mis palabras y el texto mistraliano.
A PROPÓSITO DE LOS RECADOS DE GABRIELA MISTRAL
Leyendo los ‘recados’ de Gabriela, ese género o subgénero inventado por ella, entran ganas de estar más atenta a todo, de empaparse de lo más estimulante de la realidad para donarlo a los otros. Cómo deslumbra ese mundo vivo depurado por su pensamiento y por su escritura. Qué gorjeo de ideas, qué remanso de paz transmiten sus artículos, qué deleite sumergirse en sus cartas abiertas a dos continentes (América y Europa), que dirigió ella con tanta entrega y pasión a sus contemporáneos, pero también a generaciones venideras.
Sus recados son hoy más actuales que nunca. Justo ahora en que las columnas periodísticas están mediatizadas por el mercantilismo y los intereses de los grandes grupos editoriales, en que todo es rédito, ganancia y medro, el espíritu mistraliano sólo rendía cuenta al impulso -auténtico- de compendiar los dones y asombros que nos regalan el planeta, la naturaleza, los valores humanos y lo minúsculo, todo aquello importante que pasa inadvertido. Sus textos en prosa son generosidad hecha palabra, origen desprendido, idea que busca la escucha de otros: sólo desean llevar, a los que están más lejos -pero cerca en sus afectos-, maravillas que debían conocer. Cuánto ganaríamos si volviéramos a cultivar esa actitud que, de alguna manera, tiene que ver con el afán enciclopedista del siglo XVIII, con las misiones pedagógicas, con los naturalistas y aventureros que clasificaban plantas en herbarios para mostrarlos al mundo, con las bibliotecas ambulantes que recorrían los pueblos de la España rural, sí, tiene relación con todos los semilleros de saberes ofrecidos desinteresadamente, sin esperar un pago material.
Escapemos de los intereses espúreos de esta época que dibujan y acomodan todos nuestros afanes. Recuperemos la hoguera de conocimientos compartidos. Recordemos a Gabriela Mistral. Y no olvidemos que vivimos en la tierra mítica del Quijote, de los ideales.