viernes, 12 de diciembre de 2025

Reseña de "Sin regreso", de María Ángeles Maeso


Un placer reseñar este espléndido poemario de María Ángeles Maeso en la revista CaoCultura.


Escritura que deja señales

Marina Tapia 



“Sin regreso”. María Ángeles Maeso. Colección Genialogías. Ediciones Tigres de Papel. Manresa, 2025. 136 pp.


Muchas veces los libros se transforman −mientras los leemos− en pinturas, en verdaderos cuadros, en mundos compactos cargados de símbolos y atmósferas densas, espacios donde reinan imágenes potentes y enigmáticas. Una va avanzando por su territorio sin que sea necesario un mensaje particular, una narración determinada para querer seguir, porque es la potencia de la voz poética la que sostiene el conjunto. Y celebro la poesía que aúna, con sutileza, otras formas de expresión artística. Pintar con la palabra, recrear las texturas que también son reflejo de nuestras rugosidades interiores, espejos acordes con un universo lingüístico amplio y rico. Me adentré por “Sin regreso”, de María Ángeles Maeso, uno de los últimos libros impecablemente reeditado en la colección Genialogías de Tigres de Papel, disolviendo mi yo y sus perspectivas, solamente guiada por la mano maestra de la autora. La primera edición de este poemario, salió a la luz en 1991 y fue ganadora del concurso de poesía Jorge Manrique, de la mano de José Hierro como jurado.

Tal como nos dice Amelia Sanz, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid en su prólogo: «la poesía de Maeso es imperativa. Y es fundamental en tiempos como el nuestro, cuando importa tanto el estatuto mismo de la palabra». También nos sitúa diciéndonos: «No es una poeta-profeta, es una poeta (de)mostrativa que señala y vigila y vigilará a lo largo de toda su obra. Poeta-isla, no está en el realismo sucio ni en el culturalismo novísimo, tampoco es una reacción contra ambos. No hay desolación, ni movida, ni frivolidad, ni nihilismo. Conmoción existencial sí, pero sin desesperación, sin nostalgia, sin sospecha postmoderna».


El libro está dividido en tres partes «Sin regreso», «El serio ojo de las cosas» y «Tríptico epigonal». Cada segmento ahonda un poco más en la búsqueda de ese revés de diversos acontecimientos que la autora ha ido experimentando. Hay un camino evidente entre su páginas. El primer verso declara: «Quien busca regresar no es hacia el álbum / ni al árbol con edad’. Sí, Maeso regresa a ese remanso de la infancia hasta llegar a la idea central del último poema: ‘Todo se dejará mirar, / muda y serenamente, desde lejos».


Como un sendero de pistas, el río Duero va recorriendo el volumen; un río vivo y que es, de alguna forma, personaje, fuente de vida animal y vegetal, cargamento de evocaciones. La presencia de diversos árboles y elementos de la flora (espigas, girasol, olmos, lilas, zarzas, violetas, ciprés, nogales, castaños, sauces o musgo) forman ese telón de fondo rural y primigenio. El territorio natural late con fuerza, es el humus desde el que emergen las revelaciones.


Una querencia especial por los mitos se aprecia en María Ángeles, en el libro conviven Electra, Edipo, Ícaro, Eros, Orco, bifronte Jano, elfos, sirenas o ángeles. Emocionante es el texto «Extrema distinción» en el que se recrea un pasaje bíblico: «Esta hora es igual que la de ayer: / alta de recuerdo y de ceniza. […] Dentro de un arco de piedras / concéntricas al altar del sacrificio, / el mutismo del cordero es tal como cuenta El Libro […] Capas de agujas sobre agujas en el suelo del pinar, / pero el árbol se mira el tronco consignado / y el animal conoce la mirada de Isaac al padre / y la del padre al cielo».


Y queremos leer sin prisa, degustar la sonoridad y las resonancias que dejan versos como: «apacibles lenguas de senda láctea», «tal es la lentitud / con que el dulzor del vértigo se entrega», «la antigua raíz frutal / del árbol de la espera». Versos a los que deseamos asirnos para que también conformen nuestro cofre de voces interiores.


Siento este trabajo muy cercano a la poesía de Julieta Valero, Blanca Varela y Circe Maia. Pero nuestra creadora goza de una voz personalísima. En la entrevista incluida en este libro, realizada por Diana García Bujarrabal, comenta: «A mí me da fuerza escribir un verso a partir de la verdad. Y aunque se ponga quien se ponga por delante, tú tienes esa verdad. Tienes que estar en un grado de sensibilidad emocional lo suficientemente intenso para no mentirte ni crearte imágenes muy fantásticas. Para mí la imagen en el paraíso son esos 10 años en el pueblo. No hay vuelta atrás, por eso se llama “Sin regreso”».


En su poema «La ameba y el papel» la poeta entrelaza bellamente el arte de la escritura con lo minúsculo, en este caso, con los cilios de los protozoos que vibran. Maeso se fusiona y se transforma con el paisaje, se extiende, cae en él, en sus charcas, en las «frases que dejó el carbón al paso», en la «bravura de los cráteres», en los materiales concretos del territorio. Y una sensualidad vegetal imprime gran plasticidad al poemario.


Tal como declara la autora: «La poesía es del que la necesita». Y nosotros necesitamos estas voces iridiscentes, honestas, que no temen correr riesgos, que siguen su norte, para volver a la geoda de los hallazgos, a la reflexión y a ese campo de sueños que es el lenguaje.


Tres poemas en la revista Vórtice

 Muchas gracias al poeta Sebastián Núñez Torres por compartir en Vórtice (revista de literatura contemporánea) una muestra de "Mixtura". Es un gusto estar en ese espacio de difusión.


Tres poemas de Marina Tapia



Poeta



Así como se guardan pétalos y hojas
en medio de los libros
yo guardaba
ciertos trozos de ti,
cutículas,
las hebras de la ropa
que perdías.
Estas cosas las hice sin pudor,
con algo de malicia.

Esperando aumentar mi colección
de íntimos tesoros,
recurrí con esmero:
a la lectura suave en tus oídos,
al verso que acorrala,
hechizos de la voz.

Debo confesar a mis lectores
que utilicé al poema
de señuelo.



El relámpago en la habitación


Llegas a mí sediento y luminoso,
nadie te ve en mi cuarto,
nadie ha visto
esa vía de luz
de tu esperma,
esa forma -tan tuya-
de evocar a los juncos y al cirio.

El amante tapiza de sudor su calzada
y una punción penetra, con soltura,
en puntos cardinales florecidos.

Soy el cielo que ataja el sonido del rayo,
como la aldeana, grito,
y guardo mi rebaño en la tormenta.

Espero,
secretamente espero,
el arrebato ardiente que cambie la campiña,
dulce fiebre de noche revuelta.


Como esclava liberta

He de saber que el mundo
mañana
me juzgará con celo
porque expuse
esta querencia nueva (y tan antigua),
este deseo intenso de buscar
-en la hondura del bosque-
soledad y silencio.

Le cerraré la puerta cuando toque
pidiendo aclaraciones.
Vendrá para ganarme con sortijas,
para falsear con méritos mi sed.

No pagaré su diezmo.

Nací de otra vertiente,
inútil desviar este camino
que claro me conduce hacia la ausencia.

Reseña de "Mixtura" en El Fescambre, por Jimy Ruiz Vega

Contentísima con esta reseña de "Mixtura. Antología personal" (Averso, 2025) de la mano de Jimy Ruiz Vega, crítico y perspicaz lector al que tanto admiro. Podéis leerla en la página El Fescambre.



Digerir el mundo
Jimy Ruiz Vega

El primer elemento con el que se encuentra un lector cuando empieza un poemario es la voz de quien habla, susurra o canta entre verso y verso. Esta voz nos va a acompañar desde el primer poema hasta el último que cierra el libro, y nosotros, los lectores, debemos reconocerla y creer en ella. Como mínimo, debería hacernos sentir algo que nos permita labrarnos una opinión concreta sobre su idiosincrasia y mundo simbólico. Son sus palabras, su ritmo y disposición las que nos van a aportar, de inmediato, detalles, imágenes y emociones sobre su creación poética; todo al unísono, bajo un conjuro, tal como ocurre cuando paseamos por la calle y alguien se pone de repente a contar batallitas de estados emocionales en una esquina.

Es fácil quedarse atrapado por la voz poética de Marina Tapia (Valparaíso, Chile, 1975) de lo que evoca y vislumbra en sus versos sobre sus recuerdos de infancia, lugares habitados e identidad femenina. Todo ese mundo suyo de emociones y vivencias airean con sencillez y naturalidad una conciencia ética. Su poesía emerge desde la tensión experimentada, vista y sentida al propio tiempo que el poema inicia su viaje o descubrimiento: /Busco la voz que escale a lo callado/, dice la poeta en Cantaora, uno de los ciento cincuenta y cuatro poemas reunidos en Mixtura (Averso, 2025). Esta antología personal, editada con primor y mucho gusto, aparece como una vista panorámica de la trayectoria poética de Marina desde 2013 hasta 2024, un recuento de su trabajo creativo en el que despunta la naturaleza, el erotismo, el amor y el vínculo errante de vivir y estar en el mundo.

Mixtura es una antología que pone al lector frente a una exposición de poemas en el que el yo lírico se deja ver en el tiempo, desde su estado de entusiasmo e inspiración, hasta de éxtasis y fervor por la naturaleza. Esa actitud de asombro y señuelo ante la naturaleza está muy presente: /El bosque siempre guarda habitaciones/, sostiene el verso final de Salvaje; /He encontrado mi voz / en el murmullo amplio y colectivo / del río, del sendero / hacia los bosques./, confiesa en otro poema. En Marina, la poesía está totalmente despojada de retórica, y la metáfora nunca impide ver la vida, antes bien, se pone a su disposición.: Yo vine para esto, / para regocijarme en el avance, / para encontrar mi voz de nervadura, / para llegar un día / al lecho de la tierra que transforma.

No me olvido en resaltar la condición e identidad femenina que conforma el modo de vida propio de la poeta, así como su fascinante juego intelectual y erótico por el que transita con destreza lo dicho y lo callado de su poesía. En El relámpago en la habitación, quizá el poemario más espiritual, erótico y sensual de su producción, encontramos versos y cantos propicios que van no solo más allá de su significado aparente de realidad íntima, sino de realidad trascendida: Escucha, / la lujuria / es santa, / no te pierdas / el goce de saberte un animal. En El deleite, otro poemario que pone en alza los sentidos, el resurgir erótico de estos y su cartografía, como muestran estos versos de su poema El tacto, tan evocador y emotivo: Soy la miga de pan que retiene tu mano, / que dan forma tus dedos / (con un gesto aparente de calma) / y al ritmo sostenido del amor.

También está presente en la antología algunos de los poemas de Islario, un libro del que guardo una grata estancia lectora, que le valen a Marina para otear paisajes vívidos y razones para rememorar sus ecos y confluencias. Tiempo, amor, memoria, paraísos anhelados, destino, señales y vestigios, son temas recurrentes en su poesía, en la palabra como hacedora de mundos, como así refleja estos versos del poema Certeza: Soy el recorte vivo de un recuerdo que nunca sucedió. / Pertenezco a esa tierra que atrae / solamente a las voces perdidas. En esos encajes, entre palabras y estados de ánimo, se sustenta de alguna manera todo el sentido de lo que uno percibe de la poesía, y sucede, en verdad, cuando se tocan la vida reflejada de quien la escribe y de quien la lee. Marina es fundamentalmente una observadora del mundo que pisa, y de sí misma, una poeta encariñada con el paisaje y su memoria de donde, a su entender, parte todo.

La poesía de Marina Tapia, “de palabra vivida y significada, poeta de la tierra y el amor”, como recapitula Juan José Castro Martín en el prólogo del libro, transmite humanidad, ternura y arrobo. Su poesía no se aleja en ningún momento del pálpito de las palabras, del estremecimiento que suscitan y de sus significados. En estos encajes, entre palabras y estados de ánimo, diría que su poesía no hipnotiza, más bien despierta y busca instalarse dentro del lector: Me doy / pero me guardo, / he ahí mi mercancía. / Dejadme que conserve / algún secreto / furioso / entre los dientes. / Por lo demás, leedme sin piedad.

Esta antología personal atesora agudeza y un río de buenos poemas. Marina Tapia firma un jugoso compendio de su itinerario vital y creativo, ámbitos bien esparcidos a lo largo del volumen, como testimonio propio de su quehacer y de su pasión por la poesía. Solo me queda añadir que Mixtura despierta la sensibilidad que todos llevamos con nosotros mismos. Si la poesía importa no es por otra cosa que por saber que tiene algo distinto que ofrecer, algo tal vez más admirable, estético y sorprendente por desvelar e interiorizar, pero no por ello menos cierto o enigmático. Por eso nos gusta la poesía. Y nos seguirá complaciendo, sin tener que acudir a destacarlo con el énfasis artificioso de antaño.

Visita guiada por el Paseo de los Poetas del Carmen de los Mártires

Comparto con alegría algunas fotos de la visita guiada que realicé, en coordinación con Jesús Ortega, por el Paseo de los Poetas del Carmen de los Mártires, un paseo que cuenta con 24 placas con poemas de los ganadores del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca y de otros escritores unidos a ese maravilloso entorno (San Juan de la Cruz, José Zorrilla y Federico García Lorca). Fue un gusto acercarmos un poquito a la vida y a la obra de esos creador@s que tanto nos inspiran. Gracias a las personas que nos acompañaron y, por supuesto, a Jesús Ortega responsable del programa Granada Ciudad de Literatura Unesco por contar conmigo en la celebración del Día del Patrimonio.