Muy feliz por participar en el Homenaje que realiza Genialogías a la gran poeta Juana Castro. El acto, abierto al público, será en Córdoba, en la Sala Mudéjar del Rectorado de su Universidad, el sábado 22 a las 12:00.
viernes, 21 de febrero de 2025
miércoles, 19 de febrero de 2025
Reseña de "De la mano del aire", de Gregorio Dávila, en Culturamas
Comparto mi reseña del poemario de Gregorio Dávila de Tena, "De la mano del aire", publicada en la revista digital Culturamas.
«De la mano del aire», de Gregorio Dávila de Tena
19 febrero, 2025
Por Marina Tapia.
RECORRIDOS SUTILES
De la mano del aire, editado por Averso a finales de 2024, es el último libro de Gregorio Dávila de Tena, creador afincado en Sevilla y que nos tiene acostumbrados a poesía de excelencia, a un hondo compromiso con la palabra. Este poemario tiene el espíritu de exaltación y deslumbramiento ante la vida de ese “Don de la ebriedad”, de Claudio Rodríguez, que tanto maravilló a su generación y a las que le siguieron.
En la introducción del libro, Gregorio nos dice “Quizás nos enmadre la Poesía / como un olmo lleno de pájaros / cobija en los días de lluvia / a los potros recién nacidos”. Este ‘enmadrar’ tan hermoso y tan adecuado al referirnos al ejercicio de escribir versos, ya nos está revelando la voluntad férrea del poeta por recoger de todos los elementos que le rodean, su verdadera esencia y su raíz primigenia y maternal. Porque esos potros −que por primera ven la luz− son semejantes al artista: ser recién nacido en cada deslumbramiento, en cada sacudida profunda, en cada tránsito al asombro.
El poemario está muy bien estructurado. Se divide en cuatro partes: “Un respirar en paz”, “La música del aire”, “Como caña al viento” y “Cuando callan las cerezas”. Es un conjunto pensado y cuidado, con citas, con pausas y con todo ese mimo y profesionalidad que este autor nos entrega en cada libro.
Celebro ser poeta, pero celebro más mi afición lectora porque me depara multitud de momentos de cosquilleante alegría, de introspección y estética. Pero no es fácil que lleguen a nuestras manos libros redondos o que respondan a búsquedas personales, libros que dialoguen con uno, que abran un espacio amplio de reflexión. Es una suerte hallar trabajos hechos a conciencia, poemarios que sorprendan y emocionen al mismo tiempo; compendios en los que sean evidentes esos estratos, esas capas y capas de lecturas solidificadas, hechas cimiento; conjuntos que comuniquen a los lectores frescura (crujir de tallo verde), madurez escondida con apariencia de sencillez. Leo muchísima poesía, también releo para preparar talleres y por simple disfrute, y cada vez me cuesta más encontrar autoras y autores con los que establecer un diálogo fructífero, a los que tener como valor seguro. Por eso celebro haber conocido a Gregorio Dávila de Tena y seguir su trayectoria a través de cada nuevo volumen que nos regala.
En “De la mano del aire” prima la acción sensorial como medio de conocimiento. El poeta llega desde el cuerpo al universo que lo rodea. Y siempre pesan más las manifestaciones mínimas, sutiles. Nunca cae en la pomposidad. Nunca veremos textos ornamentales o saturados de información. Su actitud posee esa sombra de la literatura oriental donde el yo se diluye para volverse lo contemplado. Movimientos suaves como danza de Tai Chi, frases que desplazan sus verbos con sutileza para desencajar sutilmente la rigidez del paisaje. Gregorio despliega una paleta variada de estampas relativas a momentos concretos del año, a estaciones, a enclaves reales e imaginarios. No sabemos muy bien desde dónde planea la voz poética, solo nos importan las sensaciones que ella nos traslada: porque ya se ha hecho sólido ese pacto entre escritor y receptor que toda buena literatura materializa. Hay un decir maravillado, un tránsito a través de esas puertas luminosas que constantemente va abriendo el poeta.
Este libro está colmado de citas e intertextos muy bien traídos y engarzados, de un puñado de vívidas declaraciones de amor a los escritores que Gregorio admira, de tributos a los elementos que sostienen la vida: aire, fuego, agua, tierra. Y es hermoso ver cómo la voz del autor se hermana con todos ellos, pero también con la humanidad. No hay una desconexión, la actitud compasiva, cómplice y generosa con la otredad está muy presente: “todos los naufragios son el mío”, “danzar juntos / por el barbecho / por la alegría”, “Te ofrezco mi espalda para soltar / los felinos del gozo”, nos dice.
Además de ser un decidido canto al aire y a la naturaleza, la respiración hace de hilo que ata armónicamente todo el conjunto: respirar como un acto de toma de conciencia, de resistencia, de elección; un acto vinculado al habla y al lenguaje, que transporta las palabras que elegimos decir.
Como ya he apuntado, una de las características permanentes en la poesía de Dávila es que va dejándose acompañar por la voz y los versos de otros autores de distintas épocas, pero que tienen como denominador común la búsqueda de lo esencial, de la filosofía o la mística. Tal como dice Isaac Páez en su epílogo: “[…] todo lo que escribimos es la cita de alguien. Gregorio Dávila entiende esta idea a la perfección y, en lugar de buscar fórmulas que enmascaren las influencias, parte de la cita como discurso y método”. Podríamos añadir que el uso abundante de este recurso en sus libros es marca de la casa. E incidiendo en esta idea, hay una sección completa versionando los “Treinta y tres nombres de Dios” de Marguerite Yourcenar. Y en este territorio de lo conciso, Gregorio siempre se ha manejado con gran maestría, los poemas breves al estilo del haiku o del tanka japonés no presentan para él dificultad alguna. Recordemos que fue el coordinador de una edición de haikus publicada por Isla de Siltolá.
Creo que es un reto mayúsculo acercarse al aire como temática. Me parece que la poesía ya hace tiempo que dejó de buscar en los alimentos terrestres su canción. El mundo de los hombres prima desalentadoramente en las publicaciones, sus bares, sus luchas cotidianas, sus amores y desamores, sus rutinas urbanas, su autocompasión… Por eso siento como un ejercicio osado retomar estos argumentos sin caer en lo conceptual extremo, en lo tópico, o en la simple imagen descriptiva de un paisaje. Vivid doblemente la vida a través de este libro de poesía que es pura gratitud a la existencia, y a lo invisible que nos sostiene.
domingo, 16 de febrero de 2025
La presentación de "Piedra que mengua" en Ideal en Clase
Completo artículo audiovisual de Antonio Arenas en Ideal en Clase acerca de la presentación de "Piedra que mengua" en el Ateneo de Granada.
‘Piedra que mengua’, el rico tapiz de emociones, imágenes y recursos poéticos
Feb 15, 2025
por Antonio Arenas
Con «un maravilloso lleno del Ateneo de Granada para un acto poético», en palabras de la filóloga y miembro de esta institución, María Bueno, daba comienzo la presentación del último poemario firmado por la poeta chilena afincada en Granada desde 2013, Marina Tapia (Valparaíso, 1975). A continuación presentaría a los integrantes de la mesa, el poeta y académico de Buenas Letras de Granada, Virgilio Cara que sería el encargado de, en un ameno diálogo, ir desentrañando, junto a la poeta, las claves del ‘Piedra que mengua’, poemario que viene avalado por el premio del XL Certamen Poético ‘Ángel Martínez Baigorri’ y el excelente prólogo de Pura Fernández Segura, además de varias singularidades como son las ilustraciones de portada e interiores de Marina y el hecho de que los títulos de los poemas se hayan sustituido por cardinales y un verso en negrita en cada uno de los poemas hace las veces de título, entre ellos se cuentan varios poemas visuales y un soneto.
María Bueno, tras presentar a Virgilio Cara como «un poeta maduro reflexivo y preocupado por los vínculos entre historia y poesía», daría unas breves pinceladas de Marina y del nombre del premio organizado por el Ayuntamiento de Lodosa (Navarra), que es quien ha llevado a cabo la publicación. «Ángel Martínez Baigorri fue un poeta, profesor y sacerdote español, máximo representante y fundador de la poesía postrubeniana y uno de los impulsores del Vanguardismo Nicaragüense». Cara por su parte comenzaría resaltando que se trata de un libro «bien articulado en el que los poemas tienen esa coherencia interna especial que para mí debe encontrarse en un libro de de poesía». A continuación, a modo de entrevista, ambos poetas fueron dialogando sobre el libro cuyo embrión hay que buscar en una noche de insomnio de Marina: «De pronto, una noche me desperté con una idea y una necesidad muy fuerte de tengo que escribir. Entonces la visión que yo tuve es: soy una piedra que ha salido del magma, que fue como una especie de comienzo del mundo y esa piedra que soy, que tiene mucha simbología, quiere hablar y quiere contar en la vida, ser un recorrido por la vida de la humanidad pero también una vida íntima interna. Al final fueron varias noches de desvelo pues escribía y escribía uno poema tras otro».
Libro que envió, como suele ser habitual en Marina, a otros amigos poetas, y Pura Fernández Segura le respondió con un correo, cuyo texto revisado se ha convertido a la postre, en un magnifico prólogo en el que define este poemario como «una obra de hondo calado, novedosa, densa, compleja. Y a la vez irresistiblemente bella. Ello por cuanto de fascinante y visionaria tiene». También se detiene, como lo harían en la presentación, en el simbolismo de la piedra, como materia, talismán o reliquia y «como concepto, símbolo, mediadora entre lo inmaterial y lo trascendente». Además de los méritos del libro dedicado «a sus amigas del Laurel de la Azotea», la charla entre ambos poetas posibilitó conocer las abundantes lecturas de Marina puestas de manifiesto en las cuatro citas literarias con que se inicia, que van desde el Antiguo Testamento a Juana de Castro pasando por Gabriela Mistral y García Lorca, sin olvidar a San Juan de la Cruz, muy presente en la obra, Rubén Darío y Antonio Machado.
Virgilio destacaría como en ‘Piedra que mengua’ se detectan «dos ideas puntales, dos ideas básicas: la primera, que es un proceso de transformación. Tú te transformas en piedra, la voz poética se transforma en piedra y va hablando a lo largo del libro y hay otra que a mí me ha sorprendió que he visto clarísimo y es la deuda con uno de tus referentes que es San Juan de la Cruz. Yo lo he titulado iluminación pues creo que es una historia de amor, una historia de amor material pero una historia de amor que puede trascenderse hacia lo místico que se puede rastrear perfectamente en el primer poema (aquella voz magmática) que sería la primera de una docena de lecturas realizadas por la poeta en la presentación.
viernes, 14 de febrero de 2025
Participación en una de las modalidades del Plan de Fomento de la Lectura
En el marco del Plan de Fomento de la Lectura, el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura, participaré en la modalidad 'Por qué leer a los clásicos', una actividad en la que se pone el foco de atención en la obra o figura de un autor o autora cuya trascendencia va más allá de un periodo histórico o una corriente literaria concretos. Llevaré una ponencia sobre "Las sinsombrero" al IES La Madraza.
Presentación de "Piedra que mengua" en Youtube
Muchísimas gracias al veterano periodista Antonio Arenas su grabación de la presentación de "Piedra que mengua" en el Ateneo de Granada y su difusión en Youtube:
<<La poeta de origen chileno, Marina Tapia, (Valparaíso, 1975), residente en Granada desde 2013 (a España llegó en 2000) presentaba en la noche del miércoles, 12 de abril de 2025, su poemario 'Piedra que mengua', publicado por el Ayuntamiento de Lodosa (Navarra), al haber sido premiada en el XL Certamen Poético 'Ángel Martínez Baigorri'. Fue en el Ateneo de Granada donde en una amena charla con el poeta Virgilio Cara y miembro de la Academia de Buenas Letras de Granada fue desgranando este poemario que lleva prólogo de Pura Fernández Segura y leyó una decena de poemas>>.
(Antonio Arenas)
jueves, 13 de febrero de 2025
Presentación de "Piedra que mengua" en el Ateneo de Granada
Muy emocionada y agradecida por la tarde que me regalasteis ayer. Gracias a Virgilio Cara por su cálida y erudita presentación y diálogo; al Ateneo de Granada, en especial a Jesús Ambel -por gestionar el espacio para que se llevara a cabo-, y a María Bueno, por abrir tan bien el acto; a mi Ángel Olgoso por las fotos y la logística; y a mi madre y a todas las amistades que me arroparon y me hicieron sentir como en casa. Os dejo con algunas fotos.
martes, 11 de febrero de 2025
Presentación-Taller en la Biblioteca de La Chana
Muchísimas gracias a mi querida Inmaculada Lopez, a Josefina (directora de la biblioteca de La Chana), y a todo el lindo grupo con el que tuve la suerte de compartir ayer mi último libro, "Piedra que mengua", y de realizar un pequeño taller acerca de los intertextos. ¡Muy agradecida! También a Ángel Olgoso, por las fotos y su apoyo logístico.
Participación en el Festival de Arte y Naturaleza de la Zubia
Muy agradecida por la invitación a participar en el primer fin de semana del FANZ (Festival de Arte y Naturaleza de la Zubia). Tras la interesante ponencia de Gustavo Duch y Patricia Dopazo (activistas y divulgadores de la agroecología y la biodiversidad) “Ruralismo o barbarie, otra manera de habitar el mundo“, intervine junto a algunos de los alumnos de mis talleres de escritura de La Zubia y Huétor Vega, para después realizar todos juntos actividades en la zona de los pinares (“Recorrer el pueblo con ojos de extraterrestre”) y, por la tarde, en el Parque de la Encina y en el Laurel de la Reina (“La poesía es un arma cargada de futuro”). El sábado por la mañana se continuó en la zona de los huertos de La Zubia con la actividad “Versos para sembrar” .
El Festival fomenta un diálogo artístico, cultural y ecológico entre artistas, estudiantes, profesores y habitantes de La Zubia. A la creación de obras de arte, se suman talleres, exposiciones y conferencias sobre temas artísticos y medioambientales. Con su programación intensiva, el Festival es una intersección única entre arte, naturaleza y territorio, que promueve al mismo tiempo la creatividad, la sostenibilidad y el cuidado del entorno.
El FANZ es un proyecto de Transferencia del Conocimiento, coordinado por el profesor José Luis Lozano Jiménez y financiado por el Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Granada, el Ayuntamiento de La Zubia, la Asociación Artística En los Bordes y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada.
jueves, 6 de febrero de 2025
Agustín Pérez Leal sobre "Piedra que mengua"
<<Cada vez tengo más claro que la buena poesía de hoy hay que ir a buscarla a donde se esconda. Ella no suele pregonarse.
De entre los libros recientes que han caído en mis manos, destaco estos cuatro que me han dejado en la cara la sonrisa boba de las buenas lecturas, las que son casi necesarias: los de Sandro Luna, Marina Tapia, Teresa Garbí y Pedro Flores.
"Piedra que mengua" de Marina Tapia, editado por el Ayuntamiento de Lodosa. Un libro que merece una difusión mucho más amplia que la que está teniendo. Porque no es nada fácil escribir un libro así, sobre un tema único (la piedra como símbolo, la identidad de lo vivo como ritornelo) y lograrlo sin desmayo ni decaimiento. Una poeta cada vez más libre y consciente de su don.
Sigue habiendo poesía alta y viva, entre nosotros. Y, día a día, leerla salva. Le quita el polvo y le devuelve el brillo a toda la rutina. Gracias infinitas a los cuatro>>.
(Del muro de Facebook de Agustín Pérez Leal)
miércoles, 5 de febrero de 2025
Elogio del arte de las reseñas
ELOGIO DEL ARTE DE LAS RESEÑAS
A mis queridos Ángel Olgoso, Miguel Arnas, José Luis Gärt, Gregorio Dávila de Tena, Jesús Cárdenas, Ana Isabel Alvea Sánchez, Jose Antonio Santano, Álvaro Salvador, Nélida Cañas, Agustín Pérez Leal, Pura Fernández Segura, Santos Domínguez Ramos, Jimy Ruiz Vega, Custodio Tejada, Ivonne Sánchez Barea, Luis Cerón, José Abad, Javier Gallego Dueñas, y a tantas amistades que ejercen esta labor desinteresadamente.
"Imagínate que no es necesario que nadie te resuma nada, que nadie te adelante lo que resonará después en tu cabeza; que no es preciso que extienda ante tu escucha una serie de aromas sobre platos colmados que luego degustarás. El lector sabe muy bien que la opinión del reseñista no pesa lo suficiente, que su discurso se desvanece ante el impacto de una imagen potente de una portada, o ante el listado de los libros favoritos de ese año, o ante cualquier campaña bien orquestada por los grandes sellos editoriales. El apresto de su prosa que desea sostener el entusiasmo por un libro denso, trabajado y original se destensa rápidamente. Lector y reseñista creen –quizás en lo más hondo de sí mismos− que lo verdaderamente importante no es el ascua que encenderá una reseña, no es esa chispa-invitación que vivirá unos instantes (tal vez unas horas) y que permitirá una relación especial con un libro. Son capaces de asegurar que lo más importante es: esa obra única que el lector inventará en su cabeza a partir de su desbroce. Cadena de hallazgos, reminiscencias, encuentros.
Los reseñistas escriben tan solo para sentir que son partícipes de esa intimidad. Intentan hacer las presentaciones correspondientes, ayudan a levantar una armazón etérea −pero cierta−, un edificio único que materialice la creación. Los que reseñan buscan elaborar un salón de espejos, un juego de ecos entre montañas. Se sacian con el hecho de pensar que sus apuntes pueden contener alguna pieza de hierro, de cemento, o la argamasa para construir ese puente hacia la ermita de las palabras.
***
No sé si fue bajo el influjo de mi compañero, el escritor Ángel Olgoso, que comenzó mi afición por escribir reseñas y otros géneros afines (cercanos al ensayo y la reflexión); no sé si fue al quedar maravillada por la posibilidad de crear una especie de obertura, un esbozo delicado y preciso −al modo de Da Vinci−, algo que se asemejara al arte; no sé si deseé que un aroma penetrante y avivador fuera invitando a los comensales a la mesa del libro; o si la excitación lujuriosa que me produce la textura del papel hecho piel y vivencia era tan poderosa, que deseé convertir ese fuego en una llamada a la jauría para devorar la carne fresca de tales palabras encontradas.
***
Cómo leer un libro con todo lo que ello implica: bucear en él, disfrutarlo y comentarlo, apuntar alguna frase −o verso− que no deseamos olvidar, leer en voz alta algún pasaje a nuestros amigos o pareja y… nada más. Cómo leer sin desear que en ese espacio que destina la mente a lo nuevo que llega, sólo quede un eco difuso (aunque envuelto de sensaciones intensas), un aroma, una suerte de recuerdo o estela que ese volumen nos dejó. Quizá el espíritu heredado de mi padre de dejar constancia material y detallada de todo lo que pasa (dentro y fuera de nosotros), ese hábito suyo de hacer listados de propósitos, largas enumeraciones de retos pendientes, de llevar a mano libretitas guardainstantes me lleva, en estos momentos en que la lectura es para mí un acto cotidiano y necesario, a querer escribir mientras leo, a desear apuntar sinergias que oscilan con la lectura, a soñar con retener −de forma más contundente− la esencia de cada libro que llega a mis manos. Sirvan estas palabras para justificar mi impulso como reseñista. Pero luego, viene esa sensación de lo expansivo, una visión social y amigable: el crear un abrazo hecho de palabras, el querer compartir la luz que han desatado las páginas en las que me hundí por unos días o semanas.
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Necesitas un libro, no cualquiera: el oportuno, el justo, el personal, el que te refleja, el que te corresponda con amorosas claves, el que te lleva hacia una especie de trance, el que hace casi delictivo el hecho de apropiarte de otras sensaciones, de otras soluciones a conflictos, de otros mundos y paisajes. Y buceas en medio de poemas e historias, y te acuestas con ellas, y fabulas sus derivas.
Los tímidos escritores de reseñas nada piden y nada cobran, no obtienen rédito alguno más que el de imaginar la posibilidad de que se forme un árbol vivo en su interior, un volumen que multiplique las luces de la lectura como un caleidoscopio. Si esto se cumple, ya se dan por satisfechos porque comentaron, remarcaron o ampliaron un pasaje de ese camaleónico invento hecho de tinta, porque ha sido las matronas de ese ser inexacto y cambiante que alumbra la lectura.
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Todo el que lee está sumergido en una búsqueda, pone a funcionar su capacidad de asombro, se embarca en la aventura de transitar por los latidos de otras mentes, suma el movimiento interno de su inquietud a esa ola que el/la poeta han elevado al escribir, han puesto en marcha para todos. Leer es seguir activo, ávido, curioso, inquieto levantando interrogantes, obsesivo debatiendo en la intimidad. Es tratar de encontrar en las fricciones de la lectura: luz, una clase de paz o de movimiento interno y, en especial, un verdadero cambio. Y dentro de la avalancha de voces leídas, algunas dejan un bellísimo destrozo vital, algunas −solamente algunas− ponen patas arriba las convicciones. Son pocos libros pero existen. Por eso, cada reseñista quisiera encontrar y recomendar un texto revulsivo, que se acerque con toda su fuerza a aquello con rostro de verdad.
***
El reseñista lee con fruición, apunta sin descanso, concluye, extracta y encapsula la sustancia de todo lo que deja que recorra su vista. Luego ordena las estanterías de su mente, la avalancha de párrafos que en su interior se agolpan. Se funden sus palabras con aquellas del autor que ha leído, ya no sabe dónde está el límite, en qué lugar se cruza la imaginación de Kafka o de Pizarnik con la suya, dónde comienza su mirada, dónde la foránea creación.
Y, anónimo, levanta textos híbridos, traza rutas para que los que duermen se despierten y vayan tras el ámbar que los libros contienen. En su vida todo es carestía, es gris la cuadratura dominante, es de color plomizo su futuro, escasea el dinero, nadie paga las páginas que alumbra, pero en su territorio de gentiles vocablos ordenados, extendidos cual sábana secándose a los aires, hay una miel secreta, un zumo delicioso que degusta cada vez que relee esa reseña escrita en sus desvelos, y siente que posee esa especie de alma de los libros leídos.
***
Ojalá este impulso mío que ha sido tantas veces puesto sobre el papel, sea perdonado por los lectores con mirada académica que buscaban en mis reseñas un análisis sintáctico, morfológico o cultista. Mi mirada será siempre la de una lectora impresionada y activa, sentimental y reflexiva y, sobre todo, entusiasta que desea recoger la “médula” de cada trabajo literario. Y, ojalá, poder así vencer un poco al tiempo, poder luchar contra la desmemoria y los olvidos. Sólo encontraréis la conciencia de una reseñista que realiza con humildad su trabajo, y a la que no le importa derrochar horas y libretas en ese generoso desbordamiento fruto de las lecturas".
(Marina Tapia)
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