domingo, 22 de diciembre de 2024

Mi reseña de "En el brocal del tiempo", de Juana Castro, en Caocultura

Comparto, con ilusión, esta reseña que he escrito al bellísimo libro "En el brocal del tiempo. Poesía escogida (1978- 2023)", de Juana Castro. Espero que os parezca interesante mi apreciación. Y gracias a Caocultura por el espacio.




<<‘En el brocal del tiempo. Poesía escogida (1978-2023)’, de Juana Castro, publicado por la Editorial Cántico en su colección La hora de la estrella, es un libro fundamental y de cabecera en el panorama poético actual. El volumen cuenta con un minucioso prólogo de Concha García, poeta que conoce a Juana desde 1986, con la que ha forjado una larga relación de amistad y admiración.

Además de ser un libro impecable en su edición (solapas, páginas de cortesía con un fondo floral que nos traslada a Córdoba, excelente papel, letra de buen tamaño, luminosa fotografía de la autora en su portada), el conjunto hace un recorrido desde su primera publicación ‘Cóncava mujer’ (1978) hasta ‘Antes que el tiempo fuera’ (2018), a la vez que permite −a las que la hemos leído con asiduidad− tener al alcance fragmentos sustanciosos de títulos muy difíciles de encontrar, por tratarse de ediciones de tirada reducida. Por eso nos congratulamos de poder atesorar este valiosísimo compendio, y de ver que su obra se difunde ampliamente, como Juana merece.

Una de las características que más me sorprendió la primera vez que leí su poesía, fue la libertad con que la voz poética se observa, se cuida, se nombra y hasta se alaba. Esa alegría del existir y de habitar un cuerpo femenino, ese no dudar en dar voz a esos pequeños movimientos, actitudes, rituales y sensaciones que marcan la diferencia entre los sexos. El autonombrarse, la contemplación física y psicológica en toda su dimensión, cobran en la voz de Juana Castro un rasgo de originalidad. Es tal su capacidad −con pocas palabras y con pocos versos− de trasladarnos al instante germinal del poema, que podemos sentir como vivo lo contado, que podemos asegurar que sólo esa voz podía contarlo de tal modo.

Los mitos griegos, las leyendas universales, los cuentos tradicionales, pero también la sabiduría hecha relato de los pequeños pueblos, refulgen en su trabajo. Un ramillete de diosas y personajes bañados con ese sutil aroma del mediterráneo se pasean por sus páginas. Juana se hermana con Paca Aguirre, María Victoria Atencia, Pilar Paz Pasamar y otras escritoras del siglo XX gracias a ese volver sobre la figura de Penélope, Dánae o Calíope. Grandes autoras todas ellas que, con tanto acierto, reinterpretaron y reescribieron los arquetipos femeninos del mundo clásico. Muy simbólico es el poema «Dafne», de una fuerza y claridad maravillosa. Pareciera que el ecofeminismo sustentara al texto; la mujer proclama su unión indisoluble con la tierra posicionándose en el lado opuesto al hombre y su afán de conquista: “Es inútil que corras, inútil que me alcances, / porque tengo las plantas / vaciadas en la tierra / y el laurel / es ya un triunfo de oro en mi cabeza”.

En uno de los libros recogidos en esta antología, ‘Narcisia’, se hace más intensa que nunca la apuesta por un cambio de mirada. La poeta nos invita a celebrar esa diosa que vive en cada mujer, a reconocer la autoridad femenina: “[…] En el principio / solo Ella existía. Húmeda y dulce, blanca, / se amaba en la sombría / saliva de las algas […] ¡Gloria y loor a Ella, / a su útero vivo de pistilos, / a su orquídea feraz y a su cintura!”.

La primera vez que oí hablar de Juana Castro fue a través de mi amiga Ana Mañeru Méndez. Recién llegada a Madrid, en el Espacio Compartir Poesía de la Fundación Entredós, Ana nos animaba a leerla calificándola como la mejor poeta viva. No se equivocaba. Pasado el tiempo tuve la suerte de escucharla en persona. Esa vez nos recitó una selección de su escritura, hasta nos regaló la ‘plaquette’ ‘Cáliz y otros poemas’ a cada integrante del grupo (librillo que atesoro con gran cariño), y hace dos años, recibí el regalo de su visita a una presentación que yo hacía en Córdoba.

Leer su poesía es adentrarse en temas vitales y profundos. Es dejarse acunar por un rico mundo sensorial. Es ser conscientes del desgaste de las que realizan los cuidados en el espacio familiar. Es abrir nuestras ventanas al mundo rural. Es volver al brocal del idioma. En esta autora se condensa la fluidez y voluptuosidad del sur de España, con esa mirada adusta y sosegada de la Andalucía interior. En ella se junta la luz y la montaña. En su lenguaje palpita el colorido de la celebración y el silencio dolorido de las sombras. Atrapan nuestros sentidos sus sinestesias; esa amalgama exquisita de texturas, sonidos y perfumes: “tu voz, tan solamente, / tan desnuda en mi noche, que en las plumas/ atadas de mis alas, ya no quepa / otra flor que el oído”, “denso el deseo, rebanarse podría / como acero su pulpa de aguacate”.

Nadie como Juana describe los vaivenes del cuerpo femenino que vive durante el embarazo, la madurez y la vejez. Sutiles sensaciones que revivimos leyéndola, y agradecemos el valor y el colorido que le brinda a palabras como útero, orinar, clítoris, nalga, hígado que, bajo su tutela, adquieren matices más significativos.

También hallaremos muy presentes los pasajes bíblicos, desde una óptica personalísima, desde el yo y la intimidad; usando, muchas veces, la negación para afirmar algo: “yo no soy de esta hora. / traigo solo la espada / que divide al destino. / No me miréis, miradme: / Hoy empieza conmigo su reinado de carne”, “No temerás la muerte”, “mi sed no es de este mundo”. La poeta va creando un ambiente místico, un universo palpitante con tintes de misterio, combinados con capas de realismo y compromiso social.

En su poesía no está tan presente una mirada urbana, con grandes urbes de fondo, con ajetreo; guarda más bien, con gran viveza y maestría, los ritmos luminosos del campo, del cuerpo en espacios abiertos, la relación cercana y amistosa −y simbólica− con los animales. Todo esto se aprecia especialmente es en sus libros ‘Del color de los ríos’, ‘Arte de cetrería’ o ‘No temerás’.

Leed a Juana Castro. Leedla es leer literatura clásica, la que perdura y no muere, la realizada con maestría. Ella nos dice: “Y te salvé cantando”, al tiempo que presenta la poesía como esa salvación ante el dictamen de la muerte y del dolor existencial. Que su trabajo nos siga llevando a ese lugar de resistencia ante la voracidad de esta sociedad, tantas veces, sorda y enmudecida. Que su poesía nos salve>>.







lunes, 2 de diciembre de 2024

Recital "Provocante a risa" en el Centro Artístico

El 30 de noviembre, Juan Chirveches gentilmente invitó a un grupo de poetas para leer en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada textos satíricos y jocosos. Aquí os dejo las dos décimas que compartí, espero sacar alguna sonrisilla. (Escribí estas décimas como homenaje a mi paisana Violeta Parra que con tanta maestría las cultivó).




DÉCIMA DEL CONQUISTADOR

Un forastero español,

boca ancha, pelo en pecho,

digamos que contrahecho,

macho alfa y fanfarrón.

Enemigo del jabón,

oliendo a piel de macaco

(aderezado el sobaco

con poquita agua bendita),

su trompa: dos moscas fritas

metidas dentro de un saco.

Portaba arcabuz en ristre

para cazar su león,

coraza de ‘quita y pon’,

y un potro bastante triste.

Su caminar era un chiste.

Y andando soltaba pedos.

Escribanos, curas, reos

del nuevo mundo se asombran,

pero él se nos va de compra:

solo quiere un escarceo.

Vestido de punta en negro,

con la cruz hasta en la picha,

amargo como la chicha,

con su cuello verdinegro

más enfangado que el Ebro,

se acercó a mí tan ufano,

a este cuerpo tan serrano,

como pavo rimbombante

pensando en echarme el guante,

soñando en meterme mano.

Venía de la otra orilla

con su verbo zalamero,

con su aliento de ajoarriero,

con su boca-alcantarilla.

Un gallo de pacotilla,

ay, más horrendo que Picio

(hartito de tanto vicio

meneado en su soledad)

y lo digo sin maldad:

¡mirarle fue un sacrificio!

Yo: deliciosa guayaba,

él: infecto surtidor,

restregándome su amor

al tiempo que se arrimaba.

El lerdo no se enteraba

que su pellejo extranjero

quería para el puchero.

Y, pestañeando coqueta,

iba llegando a mi meta

y fui avivando el caldero.





DÉCIMA DEL SANTO BEBEDOR

Un cura, muy aplicado

en la sagrada escritura,

sentía gran calentura

en su cuerpo apolillado.

Bebiendo el cáliz dorado

−al darnos la eucaristía−

a solas se convencía:

Si Jesús está en el vino,

me entregaré a mi destino

y apuraré esta ambrosía.

En beber nunca fue vago

y se iba aplicando el cuento

sintiendo la sangre dentro,

de Cristo, con cada trago.

Totalmente etilizado

vio diablos y querubines,

a San Pedro en calcetines

paseándose por los cielos.

¡Después dirán los ateos

que todo lo inventa el cine!

Por creer a pie juntillas

en la transubstanciación,

abreviaba su sermón

para beber la gotilla

que al fondo del cáliz brilla

diciendo ¡venga, pa’ dentro!

¡Qué bendito sacramento

que no prefiere una cepa

y solo tiene por meta

tener a Cristo muy dentro!

Con el baile de San Vito,

con el habla trachhhhtocada,

con visión multiplicada,

este beodo padrecito,

en cueros y a voz en grito,

predicaba: ¡Ay, criaturas,

cómo no veis la figura

que con celeste insistencia

deja al mundo por herencia

su sangre sabor a uva!

Por decir ¡amén, amén!

decía ¡salud, salud!

Nunca temió al ataúd

si el vino cantaba ¡ven!

Siempre ascendía al Edén

bebiendo el caldo sagrado.

Y un día, de su costado,

charco de vino afloró.

¡Milagro!, uno gritó

otros dijeron ¡mamado!

jueves, 28 de noviembre de 2024

Entrega del Premio Ángel Martínez Baigorri a "Piedra que mengua"

    Muy agradecida y feliz de recoger en Lodosa (Navarra) el premio Ángel Martínez Baigorri a mi poemario "Piedra que mengua" que, en palabras del jurado "fue el mejor elaborado y el más exigente tanto desde el punto de vista formal; ritmo y estructura, como del sentido; el más cohesionado y mejor compactado. Sorprendió gratamente el ejercicio de intertextualidad que lleva a cabo su autora. Además, los versos de Sor Juana Inés de la Cruz, Clara Janés, Mariluz Escribano Pueo, Gabriela Mistral, Rosario Castellanos o María Ángeles Pérez López, entre otras autoras, establecen vínculos poéticos entre autora y lector brindando amparo. ‘He hecho de la roca mi refugio’, reza el último verso de Piedra que mengua, poemario escrito desde las entrañas de la tierra. No exento de cierta mística, en lo profundo del libro se percibe el latido del mundo, el de un corazón de piedra”.
    Gracias al Ayuntamiento de Lodosa, al jurado, a los familiares de Ángel Martínez Baigorri, y a todas las organizadoras del evento por tan cálida acogida. 







lunes, 25 de noviembre de 2024

"Signos armados" en la revista Anfibia de poesía

Qué alegría poder compartir en la revista literaria Anfibia, una muestra de mi metapoesía visual. Gracias a Marisa Bello, Salomé Ballestero y Pilar Trol por facilitar su publicación en tan interesante espacio!! Espero que os guste. También encontraréis una entrevista, y una fotografía muy bella de mi hermana Gloria Tapia.


SIGNOS ARMADOS

La metapoesía, una serie de impactos visuales y conceptuales, destilaciones personales de poesía concreta y una especie de declaración de principios son los elementos que vertebran ‘Signos Armados’.

           El color azul de los modernistas, pero también de los azulejos portugueses, recorre estas láminas sutilmente. Con esto he buscado hacer un guiño a Óbidos, villa en la que viví y realicé mi propuesta, el mes de octubre de 2023, gracias a Granada Ciudad de Literatura UNESCO que me brindó esta oportunidad a través de una residencia literaria.

            Como ya planteó el grupo Noingrandes en Brasil en la década del 50’, un poema concreto ocupa el espacio dado por la página como herramienta expresiva, arriesgándose a jugar con la disposición del texto sobre la hoja, dando importancia al lenguaje visual. Y yo he querido tener como punto de partida las tipografías, los espacios en blanco, las señales de tráfico, la cartelería publicitaria, los supuestos símbolos universales, es decir, lo icónico, para luego llevarlo al terreno de lo metapoético, del análisis del acto de escribir poemas en la actualidad y, con pocos elementos y versos, transmitir una idea, una postura vital o una emoción. Desde sus comienzos la poesía concreta buscaba una “economía” del lenguaje, y en esa estela he deseado seguir con este pequeño trabajo. Además, usando programas y herramientas digitales muy sencillas para su realización: en este caso lo importante era la reapropiación de lenguajes populares empapándolos del análisis acerca de la poesía y los poetas. De alguna manera, no solo tiene ecos de los admirados y conocidos españoles Joan Brossa y Cuca Canals, también de artistas de mi tierra de origen −Chile−:  en estas láminas late con fuerza el legado de Nicanor Parra, Guillermo Deisler o Carmen Berenguer que, con tanto acierto, fusionaron imagen y palabra. Ellos y muchos más autores que abordaron y dialogaron con lo plástico, han sido mis referentes en esta búsqueda.

            Cierta profundidad, amor por la lengua y en especial una mirada esperanzada y teñida con leves toques de naif podrá apreciar el que se acerque a mis ‘Signos armados’.

Marina Tapia




Mi reseña de "El bosque errante" en Culturamas

Encantada de reseñar "El bosque errante", de Juan José Castro Martín, en la revista Culturamas


RASTROS Y SILENCIOS EN EL BOSQUE

Navegar por el maremágnum de publicaciones actuales, elegir qué leer en este presente abigarrado de tinta impresa, ser fiel a un pálpito interior y escoger libros de poesía alejados de corrientes y grupos mayoritarios, desvinculados de la lírica pop, es casi un atrevimiento, un acto de lúcida rebeldía. Dar ese espacio a escrituras que arriesgan, que ponen en pie libros complejos, que apuestan por el lenguaje, fieles a su búsqueda, es ser conscientes de que nuestro tiempo puede enfocarse al enriquecimiento personal y no sólo a un voraz consumo sin filtros, es como clavar una bandera en el Ártico o en un páramo perdido.

El bosque errante, de Juan José Castro (Motril, Granada, 1977), tan bien editado como de costumbre por Reino de Cordelia, es un poemario que nos llega con el reciente aval del premio de Poesía San Juan de la Cruz, otorgado por la Academia de Juglares de Fontiveros.

El conjunto se estructura en seis partes: ‘El aliento y el barro’, ‘El éxtasis y el llanto’, ‘La corriente cautiva’, ‘Las voces y el letargo’, ‘El bosque errante’ y ‘El temblor y el barro’. Como se puede apreciar, la idea del barro abre y cierra el conjunto, quizá porque este material hecho con esos elementos primordiales que son la tierra y el agua, está asociado al mito de la creación, a Adán, al comienzo en el Edén, en ese bosque primigenio. El barro se adhiere, mancha, marca la piel y nos recuerda que lo que ahora somos es gracias a siglos y siglos de evolución, pero que −a pesar de ese distanciamiento con los paisajes salvajes y abiertos que nos tocó domar− aún conservamos nuestra esencia, ese fuerte lazo con las materias originarias, con la naturaleza, con sus bosques, montañas, mares y llanuras. Y esta idea se refleja muy bien en el ‘alma’ del poemario. La voz poética vive en una secreta comunión con el alfabeto de las lluvias, estableciendo lazos de intensa intimidad. Sentimos que el poeta es capaz de escuchar perfectamente al mundo, que le habla a través de secretas señales y manifestaciones. El universo está allí fuera cantando alto, con su murmullo y también con su deletreo feroz. Sólo espera nuestra atención, nuestro asombro, que nos maravillemos con el devenir de las cosas y de los seres, que lo bauticemos con palabras. “Eres una suma de intemperies”, “cae la nieve con voluntad de ser en su sonido”, “musgos, innumerables trinos blancos”, “el bosque silba en las hayas y en los huesos ruge su asamblea de lluvias”.

Es un libro muy pensado, muy estudiado, con una clara voluntad de ordenar las ideas y presentar a los lectores bloques estructurados que serán el deleite de los que amamos la claridad. Poemas por lo general de aliento largo, prosas poéticas de versos contundentes y desarrollados sin miedo, textos empapados de filosofía −especialmente la de pensadores alemanes−, poemas que van envolviendo con su denso ramaje y que muchas veces nos dejan sin aliento. Tenemos que detenernos para asimilar el cúmulo de sensaciones y reflexiones que despiertan, tenemos que degustar la simbiosis de imágenes superpuestas. La metapoesía, con un telón de fondo cultural y existencial, recorre el camino de las páginas; la fidelidad a una vocación literaria; la palabra y el arte como elevación y salvación en tiempos de guerra, y la fragilidad del lenguaje. Pero no sólo hallaremos estos parámetros intelectuales, también brilla en el libro el cuerpo, la carcasa humana que celebra o llora, la frágil osamenta dolorida, el rítmico bombeo de la sangre, la materia frágil que alojamos. Cuerpo, siempre cuerpo, además de mente.

A Vladimir Holan, Friedrich Hölderlin, Else Lasker-Schüler, Paul Celan, Nelly Sachs, Gustav Mahler, Albert Camus, Gustave Moreau, Simone Weill, Vicente Aleixandre y a tantos otros da voz Juan José Castro Martín, o entabla con ellos un diálogo. Nuestros oídos ensanchan su universo, estableciendo con estas voces y ecos del ayer una especie de intimidad. Y no importa que no conozcamos a fondo a los artistas o escritores que se asoman en El bosque errante, a los que el autor rinde su vívido homenaje, porque hay un juego de médium y voces resucitadas, trayendo lo más esencial del pasado sobre la güija de la página. Áspero bosque del idioma, fabuloso animal del silencio. Palabra y silencio, oxímoron que se complementa.

Haciendo un guiño a Alberto Gordo en su artículo acerca de Thoreau, rescato esta valiosa idea: “superar la visión antropocéntrica y alcanzar una visión ecocéntrica”. Y justamente es ese el espíritu que se puede percibir en este poemario: la visión del ser humano integrado de forma indivisible en la tierra, en el viejo paraíso que habita.

Tal como decía nuestro querido Vicente Aleixandre, “los poetas, si algo son, son indagadores de la realidad; no inventan nada: descubren, enlazan, comunican. Cada cual llega a su límite. Ninguno está a solas. Y todos poseen en la suya una posible voz general. Y quien no la poseyese no sería un poeta comunicable, es decir, no sería poeta. Donde uno queda el otro avanza. Y donde este termina el siguiente toma el relevo”. Sirvan estas sabias palabras del maestro como una invitación a los poetas a seguir creando en esa estela de descubrimiento, de valoración del legado, de dignificación. Juan José Castro Martín abre camino con sus versos, enciende luciérnagas, deja migas de pan para los errantes que transitan perdidos este vasto bosque. ¡No dejéis de leer este libro!


Club de Lectura Letraheridas

Fue un verdadero gusto realizar el pasado jueves la ruta literaria de "El segundo hijo del mercader de sedas", de Felipe Romero, junto al Club de lectura LETRAHERIDAS que tengo la suerte de coordinar. Gracias al Ayuntamiento de Huétor Vega por el apoyo al Club. Nuestro recorrido comenzó en la calle Lepanto (en el hostal que lleva el nombre de la novela), seguimos hasta la Alcaicería, luego a la Plaza de las Pasiegas, subimos al Albaicín por la Cuesta de San Gregorio, llegamos al Aljibe de Trillo y ascendimos buscando la Cuesta María de la Miel. En cada parada leímos fragmentos del libro. Y nos hubiera gustado terminar el la Abadía del Sacromonte (lugar tan presente en la historia) o en el Carmen de los Mártires, pero en otoño los días son más cortos así que rematamos nuestro paseo en el Albaicín. ¡Viva la lectura compartida!




Reseña de "Cuando susurran los cipreses" en Moon Magazine

Un verdadero gusto comentar el excelente libro "Cuando susurran los cipreses", de Ana Isabel Alvea Sánchez, en Moon Magazine. Espero que os gusten mis palabras y os animen a leer este poemario.




Cuando susurran los cipreses, de Ana Isabel Alvea Sánchez, editado por Cypress Cultura en su colección Poesía Al Albur este 2024, es un excelente poemario que nos transporta a esas sensaciones profundas y sutiles que la naturaleza despierta en nosotros. En este sexto trabajo de la autora sevillana, podemos apreciar una voz madura que se vale de lo esencial para transmitirnos su mensaje. Una poesía sin adornos, limpia, armónica, y empapada de reflexión.

Tal como nos recuerda el naturalista Joaquín Araújo, «somos como somos, en no poca medida, porque fuimos bosque. La condición humana se inició en la espesura de las frondas». Y este conocimiento esencial está sugerido en el bello título del libro. Los cipreses susurran porque, de alguna manera, se comunican entre sí y «nos» comunican. Reconocemos la vida y la vibración de los árboles porque nuestros ancestros han habitado en sintonía con ellos, en una relación más íntima y estrecha. El paisaje no sólo estará presente a lo largo del poemario como elemento simbólico, también como fuerza activadora de una verdad interna. Parafraseando a la poeta chilena Eliana Navarro: «El mejor profesor es el paisaje».

Quizá el elemento del tiempo, de su paso, sea otro de los protagonistas del conjunto. La voz poética se diluye muchas veces en la conciencia de ser respiración que cesará un día. En el poema «Revelaciones» nos aclara: «El tiempo es contumaz en sus destrozos». Con versos cortos o de extensión muy cincelada, Ana Isabel logra plantear disquisiciones complejas en estrofas reducidas, compone una imagen panorámica con las piezas justas y siempre logra envolver a los que leemos de una sensación sutil de melancolía, esa que nos producen los días y los momentos que —irremediablemente— siempre se marchan:

«Somos un curso sin memoria / que volverá a reincidir / en lo mismo» nos dice.

Con esta poeta me he sentido hermana en la mirada, en la actitud de contemplación, en la búsqueda filosófica y de lo esencial; veo en ella una lectora voraz con una escritura muy pendiente del oficio y del autoconocimiento. «Saber cuándo ser fuego / cuándo ser tierra», «y tú ovillo contraído / que los dedos del lenguaje distiende», «cada cual se cultiva en su ceguera».

Lenguaje cercano, parecido al haiku sin necesariamente serlo, aunque encontremos muchas de estas piezas en el libro. Un conjunto donde abundan las estampas, bellas impresiones recogidas en un museo, o en el balcón de su casa. Una especie de cuaderno de campo, de bocetos perfectamente delineados para pintar lo primordial de lo que se contempla. Todas las composiciones del conjunto tienen como denominador común una voz atenta al tacto, a los elementos sonoros y olfativos, a las cualidades de las luz y los colores para dar más intensidad al poema. No se abusa nunca de los adjetivos. Son textos donde brillan los verbos y la presencia diluida de un interlocutor con el que dialoga en voz baja.

La poeta se contempla en objetos concretos de la realidad, en ellos reconoce un reflejo de la humanidad que les imprimimos al modelarlos o construirlos. Ante sus ojos, todo puede ser propicio para la indagación. Pero la autora no se sitúa en el centro del cuadro, no es un «yo» constante y aseverativo, hay un adecuado distanciamiento, un situarse en un punto esquinado para ver con más claridad, quizá porque asume su cometido de demiurgo, porque su decir tiene algo de colectivo, es una voz catalizadora de un paisaje humanizado.

En el poema «El telón», resulta muy interesante la reflexión hecha a partir de algo tan específico y significativo a la vez: la cabalgata de Reyes Magos. A este texto le seguirán otros donde la infancia, el juego y el verano se apresan de forma muy lograda.

Hallaremos versos con muy buenos finales, de gran carga simbólica, como «toda la vida estaba aquí / en el estribo de nuestras pulsaciones», «esa brecha en las manos / que nos labra por dentro», «somos el bastión de un castillo en ruinas / y nos crecemos / en el constante asedio de los años» o «la ilusión colma toda la estancia / como cuando niños».

En la parte final de Cuando susurran los cipreses, lo metapoético y el planteamiento de la relación con la escritura serán el eje. Como diría la escritora María Sánchez Almáciga, «lenguaje para pensarnos e imaginarnos».

Invito con verdadero entusiasmo a leer a Ana Isabel Alvea Sánchez, la solidez de su trabajo os envolverá y brindará ese espacio tan necesario para el encuentro con nuestras emociones y pensamientos, para vivir la vida más intensamente. Como la buena poesía suele hacerlo.

II Recital Vega Poética

El viernes 18 de octubre participé en el II Festival Vega Poética, celebrado en el Centro Cultural de Churriana. Gracias a Javier Gilabert y al Ayuntamiento de Churriana de la Vega por haberme convocado.





Círculo Literario de La Zubia

Ayer, 4 de octubre, en La Casa Con Libros, nuestro grupo Círculo Literario de La Zubia dio a conocer su proyecto y ofreció un pequeño recital. Gracias a todos los asistentes por acompañarnos en este momento tan especial y creer en esta iniciativa de sinergias creativas. El Círculo está integrado por Alicia Choin Malagón, Susana Drangosh, Rosa Gamero, Varo Huertas, Luis Melgarejo, Paloma Moreno Ruiz, Ángel Olgoso, Virtudes Olvera Lopez, Juan Carlos Rodríguez Torres, Francisca Sanchez García y Marina Tapia.







domingo, 24 de noviembre de 2024

Festival Internacional La mujer en las letras

El pasado viernes 27 de septiembre celebramos un año más en el Centro de Igualdad Carmen Jiménez de La Zubia (Granada) el Festival Internacional La mujer en las letras (Academia Nacional de Geografía e Historia UNAM) con la dirección desde Méjico de Beatriz Saavedra. En el acto participaron como poetas Ivoonne Sánchez Barea, Marina Tapia y Alicia Choin Malagón. También pudimos disfrutar de la música de la maravillosa oboísta Alicia Triviño Ferreira.




martes, 1 de octubre de 2024

Refugio de Versos en el Aula de Pensamiento de Motril

Muchas gracias a Refugio de Versos por tan maravillosa tarde, en especial, a Juan José Castro Martín, Gerardo Martín, los integrantes del Aula de Pensamiento de Motril, y a todas las personas que tuvieron la gentileza de asistir. Fue emocionante hacer un recorrido por mis creaciones. Es admirable la labor que realiza el Aula de Pensamiento de Motril sin ningún tipo de apoyo institucional, sólo contando con el entusiasmo y las aportaciones de particulares.










Ciclo de poesía Con Voz Propia en el Centro Artístico de Granada

Qué bonita tarde la del viernes 20 en el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, en el ciclo de poesía Con Voz Propia, tan bien arropados por los amig@s que asistieron y escucharon con atención y entusiasmo. Un gusto leer junto a Jesús Amaya y a Manuel Salinas. Muchas gracias a Pilar Bueno Ferradas, coordinadora de este ciclo con solera; a Juan Chirveches que nos presentó (en nombre de Pilar); y a l@s que tomaron fotos del evento  Ana Jiménez , Ángel Olgoso, María Parra y Ana Barea Arco).







lunes, 30 de septiembre de 2024

Festival Internacional La mujer en las letras

El pasado viernes 27 de septiembre celebramos un año más en el Centro de Igualdad Carmen Jiménez de La Zubia (Granada) el Festival Internacional La mujer en las letras (Academia Nacional de Geografía e Historia UNAM) con la dirección desde Méjico de Beatriz Saavedra. En el acto participaron como poetas Ivoonne Sánchez Barea, Marina Tapia y Alicia Choin Malagón. También pudimos disfrutar de la música de la maravillosa oboísta Alicia Triviño Ferreira.





sábado, 13 de julio de 2024

Poema en la revista Masticadores

Un placer colaborar con este poema inédito (perteneciente a "Piedra que mengua") en la revista Masticadores con una ilustración propia.




Madre Piedra que estás en la tierra,

santificada sea tu estirpe.

Vuelva a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en el magma como en el cosmos.

El agua nuestra de cada día

dánosla hoy

para lavar el cuerpo,

para lavar el alma.

Y perdona nuestras ofensas,

nuestra extracción voraz de tu materia,

ese eterno saqueo.

No nos dejes caer en la codicia.

Y líbranos de nosotros,

Piedra Madre.

(Poema incluido en el poemario inédito: Piedra que mengua)

Ilustración de Marina Tapia: En esta serie realizada en blanco y negro, a plumilla, he acercado mi mirada a la piedra como elemento potenciador de metáforas, y buscando posibilidades expresivas al ponerla en relación con otros de un entorno imaginario y sensitivo. Juego con los versos (las palabras) y con los espacios vacíos (el silencio). Esta pequeña propuesta fue elaborada durante mi residencia literaria en Óbidos, concedida por Granada Ciudad de Literatura UNESCO. He intentado que la sutileza del trazo, la geometría de las composiciones trasladen al lector a los orígenes de la poesía visual en los que las palabras y las imágenes dialogaban en estrecha armonía.


miércoles, 10 de julio de 2024

Reseña de "Diccionaria Una" en la revista Masticadores

Reseña de "Diccionaria Una" en la revista Masticadores.




Invitación a leer DICCIONARIA UNA

Transitar un libro tan luminoso, perderse y encontrarse entre las páginas de este delicioso diccionario, ha sido una de las experiencias más estimulantes y enriquecedoras de mi vida lectora, sobre todo en una época en la que se duda si las palabras pueden representar con exactitud nuestro trayecto como mujeres, nuestras sutiles o arrebatadoras sensaciones físicas, o aquella manera profunda y alambicada con que percibimos la realidad. Este volumen llega como un bálsamo reparador de las grietas y fisuras que dejan los que usan ásperamente el lenguaje, repitiendo con monotonía sus frases hechas, o sin revisión alguna; los que lo maltratan con frecuencia, los que no aprovechan su sabor ni las múltiples formas de abordarlo.

Este conjunto es un maravilloso regalo para todas −y todos−, casi una hazaña, una empresa audaz en la cual se ha embarcado un valiente grupo de poetas, un obsequio lingüístico que cosquillea y renueva nuestra psique.

¿Por qué no reapropiarnos del lenguaje? ¿Por qué no dar un nuevo valor a cada término ya desgastado, buscar un significado más hondo y verdadero a las palabras que entrelazan a los seres humanos? ¿Por qué no recuperar esa tibieza de los vocablos maternales o recoger su cualidad simbólica?

Si a comienzos del siglo XX algunos movimientos −como el creacionismo de Huidobro− se atrevieron a explorar la vertiente lúdica del lenguaje, lo hicieron partiendo desde el yo, desde el ego, guiados por un afán tanto de inventiva como de autoafirmación. En cambio, este es un volumen colectivo que parte de una premisa totalmente distinta: “Nace de la necesidad de recoger o crear palabras para experiencias femeninas que sentíamos que había que nombrar”, según versa en la introducción de esta primera entrega de DICCIONARIA, coordinada por Ana, Diana, Eva, Juana, Luz, Mara, Maribel, Nieves y Yaiza, y también por muchas otras mujeres de la Asociación Genialogías, que colaboraron de una u otra manera.

Algunas poetas de Genealogías. /Fotografía aportada por la autora

Los cinco sentidos, la poesía, la intuición, lo visionario, lo arcaico… son algunos de los elementos que conforman el territorio de este bellísimo compendio. En él está muy presente la infancia, dándole el valor que nuestras madres le otorgaron, recogiendo el “balsamar”, el “arrorró”, el “suatinar”, así como personajes de cuentos tradicionales, que prestan su cualidad más notable para volver a transitar nuestro mundo de adultas: “pulgarcía”, “luzhada”o “escobada”.

El perfil del humor, de la ironía y de la risa (que denuncia o revela alguna situación) está muy presente. Me he enamorado de términos como ‘Englorietá’: “Henchida por la lectura o escucha de un poema de Gloria Fuertes”; ‘Yermabuena’: “Por extensión, mujer sin criaturas que es dichosa, y por donde habla exhala olor a chicle de este aroma”; o ‘Matraquera’: “Presión social que martillea a las mujeres en sus decisiones sobre la maternidad”.

Y como las mismas compiladoras nos cuentan en el prólogo, “¡Cuántos nombres también para una amiga! Lucernaria, remedia, solera, ángela, balsarrama, asidera, madrina, comadre… ¡Qué escuela para nosotras! Es decir, qué alegría profunda de mujeres que nos reconocemos, en pie, aprendiendo juntas a vivir”.

Disfrutad de este libro, iluminaros con su hoguera viva, sentid la dulce sombra de María Moliner paseando por sus páginas, dad vuestra mano a la poeta Enheduana que, desde los albores de la escritura, compone sus himnos. Como los cánticos de esta sacerdotisa acadia, aspiremos a establecer un fuerte lazo con todo lo que nos rodea, buscando la precisión, la belleza del habla, que atrapa y libera al mismo tiempo la infinitud del mundo.

Marina Tapia