En poesía, es tan difícil abordar el tema de la muerte como el de la felicidad exultante; cualquier sentimiento que se apodera del cuerpo, que coloniza las vísceras, que trastoca las ideas o cambia el ritmo de los latidos, requerirá de una maestría especial para poder fijarlo en un papel, para poder transmutarlo en literatura, para poder modelar esa sustancia capaz de transmitir verdad y belleza a partes iguales, para lograr conmover al lector de forma sincera y sin aquellos recursos viejos y manidos de las blondas del sentimentalismo. Complejo es retratar esos caminos donde la emoción exhibe sus aristas, que suelen apuntar a todo aquello que, como escritores, preferiríamos no decir (no recordar) porque vuelve a llevarnos hasta los hondos surcos del dolor que deseamos superar. ¿El recordar alivia nuestro olvido, lo eleva, lo transforma? Como otros creadores que han tratado en sus obras la aflicción de la muerte (“Mortal y rosa” de Francisco Umbral, la elegía de Miguel Hernández a Ramón Sijé, el “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Lorca, o los poemas de Olga Novo escritos a su padre), Gerardo Rodríguez Salas asume valientemente esta labor incómoda en su libro “Anacronía”. Nuestro poeta es consciente de la dificultad de versificar sobre una pérdida inesperada e injusta, pero aun así se arriesga a rendir un merecido homenaje a su hermano -necesidad vital de los hombres comprometidos con el fuego del decir-. Gerardo plantea este poemario como una conversación perpetua, íntima y totalmente sincera con el hermano que ha perdido: nos deslumbrará ese diálogo directo que recorre toda la obra. Otro elemento que celebro que él use tan atinadamente al abordar el tema, es la utilización del concepto del viaje como símbolo de ese tránsito existencial hacia la ausencia. Viaje sin huida, periplo lúcido, odisea multiplicada donde se cruzarán los caminos reales transitados por ellos en su infancia y adolescencia, con lugares concretos de Granada y de Nueva Zelanda, y con otros paisajes más ambiguos alumbrados por la bruma de la aparición y del presentimiento. Nuestro escritor a veces asume la invisibilidad que da el ser extranjero en tierras exóticas, y en otros momentos su ser cobra plena corporeidad y fuerza a través de esa conversación interna con su hermano que no le abandona, que le da un norte, que lo sujeta (como sostiene el lazo de la sangre y la familia en medio del mar de las multitudes). Reflejos, encuentros, evocaciones, búsquedas, preguntas, todo eso está presente de manera rotunda o sutil en esta obra: los éxodos vitales, las peregrinaciones a ese muro de las lamentaciones donde el dolor pueda depurarse hasta ser asimilado, el amparo que nos brinda la cultura para delinear nuestro destino, la construcción de pilares a los que aferrarnos para narrar una historia que ha quedado incompleta... No importa desde qué escenario surja la voz poética, no importa el territorio desde dónde medite, o el océano que agite su embarcación. Porque hay un único paisaje que lo recorre todo en este libro, una única llama, un solo mapa: el dibujo imborrable del hermano que interpela al poeta -y a nosotros-, y que cuestiona la vida. Ya no necesitamos intentar dialogar con la muerte, apelar a los cielos, cuestionar el destino, peregrinar en sueños hasta el limbo; Gerardo ha asumido este trabajo. Ha desplegado desde lo alto de una cima: voz y eco, pregunta y poesía. Seguro que estos poemas nos devuelven las notas y los acordes más profundos del lenguaje. No dejemos de recorrer esta “Anacronía” de la mano sabia del autor, acompañemos al poeta en esta búsqueda arcaica que existe en todo diálogo con los que ya no están. Al fin y al cabo, esta es la materia esencial de la poesía.
jueves, 31 de diciembre de 2020
Reseña de "Anacronía"
En poesía, es tan difícil abordar el tema de la muerte como el de la felicidad exultante; cualquier sentimiento que se apodera del cuerpo, que coloniza las vísceras, que trastoca las ideas o cambia el ritmo de los latidos, requerirá de una maestría especial para poder fijarlo en un papel, para poder transmutarlo en literatura, para poder modelar esa sustancia capaz de transmitir verdad y belleza a partes iguales, para lograr conmover al lector de forma sincera y sin aquellos recursos viejos y manidos de las blondas del sentimentalismo. Complejo es retratar esos caminos donde la emoción exhibe sus aristas, que suelen apuntar a todo aquello que, como escritores, preferiríamos no decir (no recordar) porque vuelve a llevarnos hasta los hondos surcos del dolor que deseamos superar. ¿El recordar alivia nuestro olvido, lo eleva, lo transforma? Como otros creadores que han tratado en sus obras la aflicción de la muerte (“Mortal y rosa” de Francisco Umbral, la elegía de Miguel Hernández a Ramón Sijé, el “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” de Lorca, o los poemas de Olga Novo escritos a su padre), Gerardo Rodríguez Salas asume valientemente esta labor incómoda en su libro “Anacronía”. Nuestro poeta es consciente de la dificultad de versificar sobre una pérdida inesperada e injusta, pero aun así se arriesga a rendir un merecido homenaje a su hermano -necesidad vital de los hombres comprometidos con el fuego del decir-. Gerardo plantea este poemario como una conversación perpetua, íntima y totalmente sincera con el hermano que ha perdido: nos deslumbrará ese diálogo directo que recorre toda la obra. Otro elemento que celebro que él use tan atinadamente al abordar el tema, es la utilización del concepto del viaje como símbolo de ese tránsito existencial hacia la ausencia. Viaje sin huida, periplo lúcido, odisea multiplicada donde se cruzarán los caminos reales transitados por ellos en su infancia y adolescencia, con lugares concretos de Granada y de Nueva Zelanda, y con otros paisajes más ambiguos alumbrados por la bruma de la aparición y del presentimiento. Nuestro escritor a veces asume la invisibilidad que da el ser extranjero en tierras exóticas, y en otros momentos su ser cobra plena corporeidad y fuerza a través de esa conversación interna con su hermano que no le abandona, que le da un norte, que lo sujeta (como sostiene el lazo de la sangre y la familia en medio del mar de las multitudes). Reflejos, encuentros, evocaciones, búsquedas, preguntas, todo eso está presente de manera rotunda o sutil en esta obra: los éxodos vitales, las peregrinaciones a ese muro de las lamentaciones donde el dolor pueda depurarse hasta ser asimilado, el amparo que nos brinda la cultura para delinear nuestro destino, la construcción de pilares a los que aferrarnos para narrar una historia que ha quedado incompleta... No importa desde qué escenario surja la voz poética, no importa el territorio desde dónde medite, o el océano que agite su embarcación. Porque hay un único paisaje que lo recorre todo en este libro, una única llama, un solo mapa: el dibujo imborrable del hermano que interpela al poeta -y a nosotros-, y que cuestiona la vida. Ya no necesitamos intentar dialogar con la muerte, apelar a los cielos, cuestionar el destino, peregrinar en sueños hasta el limbo; Gerardo ha asumido este trabajo. Ha desplegado desde lo alto de una cima: voz y eco, pregunta y poesía. Seguro que estos poemas nos devuelven las notas y los acordes más profundos del lenguaje. No dejemos de recorrer esta “Anacronía” de la mano sabia del autor, acompañemos al poeta en esta búsqueda arcaica que existe en todo diálogo con los que ya no están. Al fin y al cabo, esta es la materia esencial de la poesía.
Biblioteca de Escritores Andaluces (BECA)
Este es el enlace directo desde la propia Biblioteca:
https://fonotecapoesia.com/poetas-en-granada/
SecretOlivo
lunes, 16 de noviembre de 2020
Conversación con Textualmente Activas
sábado, 31 de octubre de 2020
Tres poemas en la Fonoteca Española de Poesía
Botánica personal

BOTÁNICA PERSONAL
(Miguel Arnas Coronado)
sábado, 24 de octubre de 2020
Presentación de Astrolabio ilustrado en Ideal
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
PARA 'ASTROLABIO', DE ÁNGEL OLGOSO
Hay libros que se publican y en poco tiempo pasan a dormir el sueño de los justos (por no decir a ser olvidados en una estantería, en el mejor de los casos, o al contenedor de reciclado de papel). Otros, en cambio, como los buenos vinos, ganan con los años e incluso se revalorizan por su rareza, calidad y dificultad para encontrarlos. Algo así es lo que le ha ocurrido a la edición de 'Astrolabio', de Ángel Olgoso (Granada, 1961), editado en 2007 por cuadernos del Vigía que, en las librerías de segunda mano, se cotiza a cerca de 150 euros. Por ello, el autor ha creído que obra merecía una nueva oportunidad -y nuevos lectores- con un importante valor añadido: las ilustraciones de la artista chilena Marina Tapia (Valparaíso, 1975). Y todo por un precio mucho más asequible del que veníamos encontrando en las librerías de segunda mano.
Y, por fin, esta nueva edición ilustrada de la obra "de uno de los grandes cuentistas en la lengua de Cervantes", en palabras de Fernando Valls, se presentó en público en el Cuarto real de Santo Domingo, ante un público que, con cita previa, ocupó este espacio. Sobre la tarima, el periodista Andrés Cárdenas que contó varias curiosidades y anécdotas relacionadas con Olgoso, para terminar afirmando que este narrador "utiliza un universo, su universo, para decir lo que siente y dice lo que siente para completar su universo. Con 'Atrolabio' -añadió-, el lector se lo pasa bien porque le permite acrecentar un montón de sensaciones: la de estupor, la del miedo, la del asombro, la del humor incluso..." Por su parte, Marina Tapia, en su breve intervención, explicó cómo surgió la idea de la reedición con el valor añadido de sus ilustraciones. "Fue el primero que leí y me deslumbró -dijo Tapia-. Se prestaba a ser ilustrado con imágenes potentes pero sencillas que no repitieran lo ya narrado. Me basé sobre todo en el mundo de los objetos".
Caleidoscopio
Ángel Olgoso fue el último en hacer uso de la palabra para leer unos folios en los que fueron desfilando relevantes figuras de la narrativa como Eca de Queirós, Álvaro Cunqueiro, Italo Calvino, Borges, Bioy Casares, perucho, Carlos Edmundo de Ory, para terminar con la lectura de varios de los relatos incluidos en 'Astrolabio' que definió como un "libro poliédrico, versátil, un pequeño caleidoscopio hecho de sueños disparatados, un puñado de miniaturas un tanto desaforadas sorprendidas en esta deliciosa edición de belleza casi artesanal a cargo de la editorial Reino de Cordelia, donde brotan libros hechos para la fruición de los sentidos, con un papel, unos detalles gráficos y una tipografía que son toda una tentación para los lectores ávidos de belleza". Además, el escritor citó a uno de los primeros lectores que le comentó que con este libro "había experimentado algo semejante a un menú de Ferrán Adriá, muy variado, de sabores audaces y texturas sorprendentes que iban de lo dulce a lo salado, de lo crujiente a lo gelatinoso, de lo ácido a lo agrio, de lo esponjoso a lo quebradizo". Tras el acto, Marina y Ángel, provistos de guantes, dedicaron los ejemplares con los que habían acudido la mayoría de los asistentes.
domingo, 18 de octubre de 2020
CENTRO CARDINAL
en el eje preciso
del cuerpo recostado
de la ciudad que verso
burbujea
un lugar
como un baúl de cartas
escritas con el pulso tembloroso
del hoy y del ayer
arcón de la memoria
un parterre del arte levantado en el mapa
una alberca profunda donde Lorca se mira
un árbol de palomas-boletines
una noria de eventos
un saquito de esencias que no rompe la prisa
un enclave telúrico
una trenza de vías
en que el norte y el sur se cortejan...
el lugar donde un día infinito
me dio cita el amor
El dolor no se ve, se escucha
RUEGO DE LA CUIDADORA
Sin estorbo
acojo las palabras que regalas,
mientras doy a tu espalda el alivio
que otorgan las pomadas y mi escucha.
Soy como una compuerta
que se abre
donde puede fluir libremente
tu río de quejidos y saberes.
Vivimos cada día encadenadas
a ritos del aseo,
a pautas del menú,
a largas procesiones de pastillas,
a las gotas que calman tu pupila rendida.
Me llevas sin remedio
a la última estación de los caminos,
a intuir el perfil de la muerte.
Y este salón modesto de mi risa
pierde su frescura, y me encuentro preguntas
al cerrar los armarios,
mientras tejen nostalgias
cada hebra de luz, cada objeto,
y un olor de penumbra-desidia
impregna los cajones de las horas.
Ordenar los cojines, disponer la blandura
para tu voz de fénix
que ya no tararea en las mañanas.
No pienses, no convoques, no busques el final,
acomódate aquí, que te traigo
películas antiguas,
libros, discos,
mensajes de lugares,
castillos interiores.
Mira,
el nardo del invierno ya se abrió:
plantaremos un sol en mitad de tu noche.
sábado, 17 de octubre de 2020
Día de las Escritoras en La Zubia
Os dejo con mi poema y con el de Ángela Figuera Aymerich.
VOCACIÓN
“Yo solo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentado halaga,
llama que de la vida se alimenta,
mas sin la cual la vida se apagara”
(Rosalía de Castro)
Si alguien me pregunta por mi oficio
o pide que describa lo que hago
¿qué diré?
Responderé segura soy poeta.
He sido, soy, seré poeta.
Y así como luciérnaga
que el fango del pesar alumbra,
un grillo que inaugura
la lumbre,
la alegría del verano
yo seguiré entonando
mis músicas secretas,
y cada exhalación, cada grafía
que vive en mi interior será textura,
un auténtico enjambre de aliento,
un quejido feliz.
Poeta precedida de otros vuelos
sobre la misma flor del mundo.
Pequeña es la palabra escrita,
de holgada magnitud.
Arrojo y discreción.
Elevación y hondura.
Poeta.
NO QUIERO
(Ángela Figuera Aymerich)
No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile al aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.
No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.
No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
que el labriego trabaje sin agua,
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.
No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.
No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles,
que jamás se fabriquen fusiles.
No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.
No quiero amar en secreto,
llorar en secreto,
cantar en secreto.
No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...
domingo, 27 de septiembre de 2020
El deleite
SIMILITUDES
Agudo como canto de campanas,
con prisa e inquietud,
así,
así sueles venir,
y queda atrás el hoy que entretejía.
El hoy…
cómo te teme.
Tú, gran derrocador.
Y si los aguijones del pasado
se entierran con sus tramas en mis letras,
llega tu cuerpo-espada y me sacude.
Tú traes ese sello,
una espiral de nuevas añoranzas.
¿Moverás mis hechuras y el tiempo
más allá de mi muerte?
VISITA
Cuando quedo agotada de amar,
cuando me aferro a ti
-metal incandescente-,
cuando soy un collar
de perlas
que ha perdido
su hilo por la cama,
cuando todo este fuego
se nos torna ceniza,
entonces me visita
la paz.
TEOREMA
Centesimal
finito
tan de restas
es mi vocabulario tan vacío.
No puedo hablar de ti
de tu compleja tabla de variantes.
Y eso que era yo
la que decía:
el día es una recta hacia la noche
y miden setecientas hectáreas mis anhelos.
Sí
yo fui la que cantaba los axiomas
secretos de los días
la atenta pescadora
de ríos de papel.
Y hoy mis mediciones
no logran apresar la intimidad
no pueden dibujar con precisión
la curva de ese hueco
que dejan tus rodillas.
Yo que atajé pronombres doblando las esquinas
y abusé del licor de una vocal
heme aquí
sin texto para el tímpano
y tu definición que rueda
que se pierde
que cae
cuesta
abajo.
Eres teorema
blanco de preguntas
caleidoscopio ardiente
núbil
pasajero.
Se queda tu rumor sin expresión al filo de mi lengua.
No puedo adjetivarte
no puedo retratarte
en un poema.
OÍDO
Acércate al reinado del oído,
desciende a su rosado pabellón,
planea como un ave
encima de su gruta.
Y entibia las palabras o humedece
la trabazón aérea de las frases
que dictan tus impulsos.
Y sé reiterativo si te place,
osado al escoger
la historia, los poemas que me avivan,
que toda mi jauría se despierta si escucha tu llamada.
Ah, ¿cómo prohibir
al tímpano que guarde
cada risa y ahogo,
cada voto y suspiro
que sale del arroyo de tu boca?
RETRATO
En el olor abierto de la cama,
tu cuerpo recostado.
Tobillos: escuadra y cartabón.
Suaves líneas te forman,
tan llenas de tensión que coronaran
este decir
de dádivas y ruegos.
INCLINACIÓN
Sólo sé
cuidar de cada pausa entre los días,
cada gesto
alumbrando
(con mi boca candil)
aquella expectación
que me visita.
Comprended
si no puedo
hablar con ese idioma de ganancias,
de apuestas
y ascensiones.
Dadme un hogar
y dadme el horizonte de una mesa
que empieza en lo pequeño mi batalla.
Solo sé definirme
en el rito de amar.